Evolución del Teatro Español: Siglo XIX a la Generación del 27

Antecedentes del Teatro en la Segunda Mitad del Siglo XIX

El drama romántico de la primera mitad del siglo XIX fue evolucionando hacia unas formas más equilibradas y reflexivas. Esta evolución alcanzó su punto culminante con la alta comedia. Sus características principales son similares a las de la novela realista: la ambientación contemporánea, la observación de la realidad del momento y la finalidad educativa mediante el planteamiento de una tesis moral. No obstante, a pesar de su intención realista, mantiene algunos elementos del Romanticismo como son la presencia del verso, el efectismo exagerado de algunas escenas y cierto sentimentalismo de carácter burgués.

La alta comedia representó un cambio de rumbo en el teatro español, pero no consiguió crear obras trascendentes por su carácter moralizador y por la escasa profundidad con que se planteaban los temas. Los máximos representantes de este teatro fueron Abelardo López de Ayala, cuya obra más importante fue Consuelo, y Manuel Tamayo y Baus, autor de Un drama nuevo.

Este tipo de teatro equilibrado se interrumpe en la época de la Restauración para dar paso al neorromanticismo de José Echegaray. Su teatro supuso una vuelta inesperada a los procedimientos más extremos del drama romántico. El efectismo y la gestualidad sustituyeron al realismo y la verosimilitud.

A finales del siglo XIX se produjeron varios intentos de acabar con el teatro retórico y melodramático heredado del Romanticismo. Los estrenos de Realidad de Benito Pérez Galdós, El nido ajeno, de Jacinto Benavente y Juan José de Joaquín Dicenta trataron de introducir un teatro cercano al del Naturalismo europeo.

El Teatro de Principios del Siglo XX

En los últimos años del siglo XIX varios autores consiguieron elevar el nivel literario del teatro español. Sin embargo, no dejó de ser un teatro comercial adaptado a los gustos de la mayoría del público, por lo que, a pesar de su mérito, no consiguió dejar obras de calidad excepcional.

La Comedia Benaventina

La trayectoria teatral de Jacinto Benavente es un ejemplo de las limitaciones del teatro español. El fracaso de El nido ajeno le llevó a escribir otras obras más acordes con el tipo de público al que había que halagar. La comida de las fieras constituye su primer gran éxito. Desde entonces, Benavente se limitó a garantizarse la aceptación de los espectadores y repitió sus fórmulas teatrales sin descanso.

En general, sus tramas presentan problemas poco conflictivos: Benavente ponía en escena leves defectos de las relaciones personales o sociales. Predomina el diálogo elegante, natural e ingenioso. Su obra incluye comedias burguesas, como Rosas de otoño, y dramas rurales, como La malquerida. Junto con esta, Los intereses creados es su obra más apreciada hoy en día.

La Comedia Costumbrista

Otra línea teatral son los sainetes, caracterizados por el ambiente pintoresco de determinadas regiones españolas, por los personajes típicos y por su lenguaje humorístico. Carlos Arniches, el autor más exitoso, refleja las costumbres madrileñas de los barrios populares, como en El santo de la Isidra. Desde 1916 creó un nuevo género, la tragicomedia grotesca en donde se advierte una cierta crítica social, como en La señorita de Trévelez. Por su parte, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero escribieron en colaboración cerca de doscientos cuadros, sainetes costumbristas y comedias ambientados en una Andalucía irreal y tópica: El patio, Amores y amoríos o Malvaloca.

El Teatro Poético

Es un teatro en verso, influido por el Modernismo y caracterizado por sus temas históricos y por su conservadurismo ideológico. Cultivaron este teatro Eduardo Marquina, con obras como En Flandes se ha puesto el sol, o los hermanos Machado, con títulos como La Lola se va a los puertos.

Los Intentos Renovadores de la Generación del 98

En la generación del 98, junto con algunas obras de Unamuno o Azorín, destaca Jacinto Grau, que emplea una prosa poética en obras de temas tradicionales como El burlador que no se burla. Su obra más elogiada es El señor de Pigmalión.

La Obra Teatral de Valle-Inclán

El abismo entre el teatro descrito hasta ahora y la producción dramática de Valle-Inclán es muy profundo. A pesar de que sus obras permanecieron fuera de los escenarios de su tiempo, hoy se le considera como un autor que supo ver más allá de su tiempo por características como: la originalidad audaz de sus obras, sus planteamientos radicales, la riqueza y expresividad de su lenguaje y lo distinto de sus temas y de su estética. Sus creaciones incluyen aún desafíos que no siempre son salvados con facilidad.

Su vida está salpicada de anécdotas y fabulaciones, verídicas o inventadas por otros o por él mismo, que la hacen sumamente atractiva. Su original e inconfundible figura llevó a decir a Ramón Gómez de la Serna que era “la mejor máscara a pie que cruzó la calle de Alcalá”.

Evolución del Teatro de Valle-Inclán

Aunque Valle ha sido adscrito a la generación del 98, su evolución ideológica y estética no tiene apenas puntos en común con los noventayochistas. Valle fue mucho más radical que ellos en su crítica de la sociedad, de la cultura y de la política.

Su inagotable búsqueda artística le llevó de un inicial modernismo decadente a la creación de un género personal: el esperpento. Al igual que en su labor novelística, el primer teatro de Valle se inscribe en la corriente modernista. Los temas de evasión, el estilo brillante y la actitud rebelde se encuadran en unas obras idealizadas y estetizantes.

Valle prueba a la par otros caminos. El ciclo mítico, con las Comedias bárbaras, es una trilogía formada por Águila de blasón, Romance de lobos y la tardía Cara de plata. La Galicia mítica y rural es el marco en el que se desarrollan estas historias. Las supersticiones y los mitos desempeñan un papel fundamental. Los episodios truculentos se suceden con un ritmo vertiginoso. La culminación de este ciclo es Divinas palabras. Seres diabólicos, irracionales y monstruosos pueblan esta obra, en la que la avaricia y la lujuria desencadenan todos los conflictos. El argumento nos sitúa de nuevo en Galicia.

Simultáneamente, Valle-Inclán desarrolla una serie de farsas, donde lo grotesco y la caricatura convierten a los personajes en fantoches y marionetas ridículas. Farsa italiana de la enamorada del Rey y Farsa y licencia de la Reina Castiza pintan un retablo satírico y despiadado de la España isabelina.

El Esperpento

En ese mismo año de 1920, Valle-Inclán encuentra la fórmula en la que cuajan las líneas anteriores: el esperpento. Con Luces de bohemia, Valle da nombre a un género literario propio, basado en la deformación sistemática de personajes y valores.

Lo esperpéntico es una manera de ver el mundo, un reflejo deformado de una realidad ya deformada. Los personajes son seres grotescos en un mundo grotesco, semejantes a marionetas ridículas y de pesadilla, aunque en ocasiones el autor tenga un gesto de ternura hacia ellos. Otros rasgos formales de los esperpentos son los siguientes:

  • El uso de contrastes entre lo doloroso y lo grotesco y entre lo trágico y lo cómico.
  • La riqueza del lenguaje, cuidadosamente elaborado y muy personal, en el que hay una estilización de registros diferentes.
  • Las acotaciones, que adquieren valor literario por su calidad descriptiva.
  • Los numerosos personajes y los continuos cambios de espacio y tiempo entre las escenas.

Obras Esperpénticas

El teatro esperpéntico agrupa las siguientes obras: La trilogía Martes de carnaval, integrada por Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. La primera resulta una parodia del honor calderoniano y de sus realizaciones teatrales melodramáticas. Las galas del difunto, además de incluir una caricatura de Don Juan Tenorio, trata sobre la miseria de los repatriados de la guerra de Cuba. La hija del capitán esperpentiza el golpe de Estado de Primo de Rivera y lo enlaza con la historia de un horrendo crimen.

Luces de bohemia es la obra maestra del teatro valleinclanesco. Basada en la vida del escritor bohemio Alejandro Sawa, la obra se estructura en 15 escenas por las que discurren más de 50 personajes que representan a grupos sociales diversos y que se cruzan en la peregrinación nocturna de los dos protagonistas. Se combinan escenas trágicas con escenas grotescas unidas por un mismo motivo: la desolación que conduce a la muerte como única alternativa. En Luces de bohemia se hace una crítica de la España del momento por medio de los espejos deformantes que aplica Valle a la realidad y en los que quedan reflejados asuntos como la corrupción política, el conformismo burgués, la miseria y la ignorancia del pueblo.

El Teatro de la Generación del 27

Los autores del 27 intentaron crear un nuevo público mediante el acercamiento del teatro al pueblo. Los autores más importantes son:

  • Alejandro Casona: adquiere fama en 1936 con Nuestra Natacha. En el exilio escribió algunas obras famosas como La dama del alba y La barca sin pescador.
  • Max Aub: autor de una producción teatral de obras vanguardistas y antirrealistas como Espejo de avaricia y San Juan.

La Obra Teatral de Federico García Lorca

El teatro lorquiano es con propiedad poético. El tema dominante es el enfrentamiento entre el individuo y la autoridad. En sus obras predominan las protagonistas femeninas.

Clasificación del Teatro de Lorca

Su primer intento dramático, El maleficio de la mariposa (1919), resultó fallido, de tema amor, muerte, deseo…

  • Las farsas: Tragicomedia de Don Cristóbal y la señorita Rosita, es una farsa de guiñol; La zapatera prodigiosa.
  • El teatro lírico: Mariana Pineda supone la primera tentativa de acercamiento al drama lírico.
  • El teatro surrealista y comprometido: obras como El paseo de Buster Keaton (1928) anuncian el giro hacia el Surrealismo. Comedia sin título, con intención social y didáctica, es una premonición de la Guerra Civil.
  • Dramas rurales: las obras más importantes de Lorca forman la llamada trilogía rural: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.