Evolución Literaria en España: Del Realismo al Novecentismo

El Realismo

El realismo fue un movimiento artístico y cultural desarrollado en Europa durante la segunda mitad del siglo XIX, durante la segunda Revolución Industrial y el conflicto entre ideologías marxistas y anarquistas. El arte debe ser una forma de acercamiento a la realidad. La novela se convierte en el género realista por excelencia. Se parte de la observación de la realidad para describir el medio y los personajes, buscando objetividad y verosimilitud. El estilo es sobrio y sencillo tratando de reflejar el habla de cada personaje. Se recurre a la intención crítica, imponiendo la ideología del autor al narrador. La novela realista está vinculada a la burguesía, el receptor por excelencia.

El Naturalismo

El naturalismo se desarrolla en Francia por Émile Zola cuando trasladó sus principios a un extremo radical, convirtiendo la literatura en ciencia. Presenta personajes y aspectos lo más degradados posibles.

La Novela Española

La novela española comenzó con Cecilia Böhl (Fernán Caballero) y Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos). A partir de 1870, se dividió en dos tendencias: la conservadora-tradicionalista, con autores como José María de Pereda (Peñas arriba) y Emilia Pardo Bazán, y la liberal-progresista, encabezada por Juan Valera (Juanita), que evolucionó hacia el naturalismo con Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas “Clarín”. Galdós escribió los Episodios nacionales y desarrolló tres etapas literarias: novelas de tesis (Doña Perfecta), contemporáneas (Fortunata y Jacinta) y espirituales (Misericordia). Leopoldo Alas destacó con La Regenta, una crítica a la sociedad de Vetusta. Pardo Bazán impulsó el naturalismo, con personajes marcados por su entorno y condiciones de vida.

La Poesía

En la poesía de la segunda mitad del siglo XIX destacan Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. En la poesía realista destacan Núñez de Arce y Campoamor. La obra de Bécquer se basa en el subjetivismo y el intimismo. Las Rimas son una historia amorosa. Trata temas como el amor, el desengaño o la muerte. Su estilo es de gran perfección formal. Utiliza el verso libre, las formas populares, figuras literarias y un léxico asociado a la naturaleza y música. Rosalía de Castro utilizó el gallego para dar voz al espíritu romántico, contribuyendo al Rexurdimento. Expresó sentimientos de dolor, soledad y angustia. Escribió en castellano En las orillas del Sar y en gallego, Follas Novas. La poesía realista pone de manifiesto los gustos de la burguesía. Es una poesía moralizante que resalta los valores familiares y religiosos. Destaca Ramón de Campoamor con obras irónicas, y de estilo sentencioso, Doloras, y Núñez de Arce con una poesía más grandilocuente.

El Teatro

En el teatro destacan autores como José Zorrilla con obras como Don Juan Tenorio o el Duque de Rivas con Don Álvaro. El teatro realista se adecua a la exigencia de la burguesía. Hay obras destinadas a las diferentes clases sociales. En el teatro realista se distinguen cuatro etapas:

  1. Alta comedia: De corte moralizante, en estas obras el orden y la paz alterados deben restablecerse. Destaca Tamayo y Baus, autor de Un drama nuevo.
  2. Drama neorromántico: Es un teatro melodramático con situaciones inverosímiles y amores adúlteros que llevan al deshonor o muerte. Destaca José Echegaray con El gran Galeoto.
  3. Drama social: Refleja los problemas de la sociedad. Destaca Joaquín Dicenta con Juan José.
  4. Teatro menor: Es un teatro popular y realista con entremeses. La zarzuela es de gran interés por la música, el folclore y el elemento cómico. Destacan Ricardo de la Vega con La verbena de la Paloma y López Silva con La Revoltosa.

El Modernismo

El modernismo, movimiento cultural y literario introducido en España por Rubén Darío desde Hispanoamérica, representó una renovación profunda, especialmente en la poesía. Influido por el Romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo, buscaba alcanzar la belleza mediante la musicalidad y el colorido, tratando temas como el escapismo, el cosmopolitismo y la introspección. Entre sus principales exponentes, Rubén Darío sobresale con Prosas profanas, que marcó a toda una generación. Antonio Machado, en Soledades, y Juan Ramón Jiménez, en Arias tristes, reflejan sentimientos melancólicos y universales. En prosa, Valle-Inclán destaca con Las Sonatas, que exploran la sensualidad, el amor y la muerte. En teatro poético, los hermanos Machado brillan con La Lola se va a los puertos.

La Generación del 98

La generación del 98 es una reacción contra el realismo y el naturalismo que se une con una voluntad de innovación. La novela es la más adecuada para esto. Es una novela abierta centrada en los temas de España, el paisaje de Castilla, la intrahistoria y el tema existencial. El estilo narrativo se caracteriza por la sencillez y claridad, el subjetivismo y la omnipresencia del autor. Destacan Unamuno en Niebla y en San Manuel Bueno, mártir, en las que trata temas de la fe. Azorín, en La voluntad, propone que la regeneración de España debe basarse en un esfuerzo colectivo. Por su parte, Pío Baroja critica con pesimismo la hipocresía social en obras como La busca, mientras que Valle-Inclán, con El ruedo ibérico, aborda temas históricos. El teatro renovador del 98 está adaptado a los gustos del público. Destacan Unamuno con Fedra, Azorín con Lo invisible y Valle-Inclán con El esperpento. En poesía sobresale Machado con Campos de Castilla.

La Novela en el Siglo XX

La novela en el siglo XX se puede dividir en dos momentos significativos: la generación del 98 y del 14. Se desarrolla una novela de corte psicológico y una novela lírica en la que predomina la subjetividad. La ruptura del relato tradicional se da gracias a la multiplicación del punto de vista, digresiones intelectualistas y el preciosismo lingüístico. En la generación del 14 destaca Pérez de Ayala con su novela intelectual, Gabriel Miró con El obispo leproso, Wenceslao con El bosque animado y Gómez de la Serna con El incongruente. La novelística del 27 se caracteriza por una actitud antirrealista y un afán experimental. Toda la narrativa del 27 se ordena en dos vertientes: Lírica-intelectual (con autores como Benjamín Jarnés y Pedro Salinas). Humorística (con Edgar Neville y Jardiel Poncela). Surge una nueva generación, opuesta al arte deshumanizado, de narradores que cultivan una novela realista y de finalidad social. La figura clave es Luisa Carnés con su obra Tea rooms, que denuncia las condiciones de trabajo de las mujeres obreras.

El Teatro en el Siglo XX

En los años 20, Valle-Inclán y Lorca impulsaron una renovación teatral con nuevas tendencias. El teatro tradicionalista, popular pero poco innovador, incluye la comedia burguesa (Benavente, La malquerida), el teatro poético (Marquina, Las hijas del Cid) y el teatro cómico (Muñoz Seca, La venganza de don Mendo). Paralelamente, autores como Jacinto Grau intentaron innovar desde la generación del 98. Sin embargo, la verdadera revolución fue el teatro vanguardista, liderado por Valle-Inclán y Lorca, y seguido por figuras como Gómez de la Serna y Alberti. Valle-Inclán creó el “esperpento”, un subgénero que combina situaciones absurdas y degradación de personajes (Luces de bohemia). Por su parte, Lorca destacó en farsas, dramas y tragedias, escribiendo su famosa trilogía rural (Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba), con un lenguaje poético y simbólico.

El Novecentismo

El Novecentismo, también llamado Generación del 14, surge en 1910 como un movimiento intelectual que reemplaza al modernismo y la Generación del 98, apostando por una literatura reflexiva, racional y destinada a minorías cultas. Sus autores buscan perfección formal, rechazan el sentimentalismo y renuevan géneros como el ensayo y la novela. En el ensayo destacan Ortega y Gasset, con La rebelión de las masas y La deshumanización del arte, y Eugenio d’Ors, creador del término “novecentismo”. En la novela, Ramón Pérez de Ayala desarrolla la novela intelectual (Belarmino y Apolonio), mientras que Gabriel Miró cultiva la novela lírica (El obispo leproso). Juan Ramón Jiménez representa la lírica pura, evolucionando del modernismo a una poesía abstracta, destacando obras como Eternidades y Dios deseado y deseante.