La narrativa de la Edad Media y del siglo XV en su contexto
En el desarrollo del género narrativo en la Edad Media, cumple un papel fundamental la épica o cantares de gesta, transmitidos oralmente por los juglares, quienes tienen el papel de ser los encargados de contar las grandes gestas de los grandes héroes a un pueblo analfabeto.
Ya en el siglo XIII, la narrativa experimenta un impulso gracias a la labor de Alfonso X el Sabio con la primera normalización del castellano y porque, a lo largo del siglo, se instauran de modo definitivo las lenguas vernáculas como lenguas de cultura y de creación literaria. A esto hay que añadir que surge una nueva conciencia del oficio de escritor pues el anonimato abre paso a las primeras personalidades literarias.
Finalmente, en el siglo XV la prosa se diversificará en nuevas tendencias: biografías, obras didácticas, colecciones de ejemplos, los libros de caballerías y las novelas de tipo sentimental.
La épica medieval: el mester de juglaría
La poesía narrativa se desarrolla generalmente con posterioridad a la lírica. La épica es el subgénero narrativo en el que se cuentan las hazañas de un héroe, individual o colectivo, que se toma como ideal y modelo de comportamiento para la sociedad y está escrita en verso.
Generalmente se trata de textos anónimos, de transmisión oral, recitados por los juglares, que iban introduciendo pequeños cambios, por lo que nos encontramos con múltiples variantes de un mismo cantar. Pertenecen al mester de juglaría (oficio propio de juglares).
Se trataba de tiradas de versos que mantenían la misma rima asonante, de arte mayor y medida irregular, divididos por una pausa o cesura en dos hemistiquios, pudiendo distinguir entre una épica heroica dirigida a una audiencia popular y una épica culta que entronca con la epopeya clásica y suele estar escrita en latín.
Lamentablemente, no conservamos mucho: una versión casi completa del Cantar de Mio Cid y fragmentos de otros. Su finalidad era hacer propaganda política o militar, dotar de material a los cronistas de la época y divertir al pueblo y mantenerlo informado. Su temática variada: la conquista y los comienzos de la Reconquista, la época carolingia, los primeros condes de Castilla, historias de venganzas e intrigas… Y se agrupan en ciclos: Ciclo de los condes de Castilla (en torno a la figura de Fernán González), ciclo del Cid y ciclo francés (Carlomagno y la batalla de Roncesvalles).
Como elementos característicos de la épica: un héroe, un destino marcado, entereza ante la adversidad, se impone la justicia, se relaciona con pueblos en expansión y tiene un tono elevado y serio.
Cantar de Mio Cid
Se centra en las gestas heroicas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, presentado en numerosas ocasiones con epítetos épicos: “el que en buena hora ciñó espada”, “el que en buena hora nació”, “el burgalés leal”, mezclando realidad y ficción, y con peculiaridades que convierten el poema en una obra original: su carácter realista, su aire histórico (con exacta alusión a personas y lugares), la ausencia del tono elevado de la poesía épica, la inclusión de toques de humor, la importancia de los detalles domésticos y paternales del héroe, que se nos muestra con toda su humanidad y sencillez, etc.
El tema principal es la pérdida y recuperación de la honra y, en cuanto a su autor y su fecha de composición hay mucha polémica: pudo componerse a finales del siglo XII o principios del XIII, pero la única copia que se conserva es del XIV. En ella se dice que un tal Per Abbat puso la obra por escrito en 1207, siendo probablemente solo el copista pero no se sabe si incluyó elementos propios.
Formalmente, son 3730 versos en tiradas de la misma rima irregular y se divide temáticamente en tres partes:
- Cantar del destierro: el Cid se ve obligado a abandonar Castilla, acompañado de sus fieles y se despide de su mujer y de sus hijas, dejándolas en el monasterio de San Pedro de Cardeña; va cosechando éxitos que culminan en la conquista de Valencia y, pese a su destierro, es un fiel vasallo del rey Alfonso a quien envía presentes.
- Cantar de las bodas: el rey permite que su esposa y sus hijas se reúnan con el Cid, que es perdonado y puede regresar a Castilla, y dispone el matrimonio de las hijas con los infantes de Carrión.
- Cantar de la afrenta de Corpes: los infantes dan muestras de su cobardía, como en el episodio del león y, alegando que han sido despreciados, agreden brutalmente a sus esposas en el robledal de Corpes; el Cid ve su honra ultrajada y exige reparación, los infantes son derrotados y el Cid recupera su honra.
En cuanto al lenguaje, es sencillo y claro con abundantes fórmulas juglarescas para llamar la atención del público, con preguntas retóricas, exclamaciones, recapitulaciones, epítetos épicos, frases binarias o binomios, expresiones redundantes. Destaca la libertad en el uso de los tiempos verbales, el tono vivo y rápido de gran precisión y dinamismo.
La poesía narrativa culta: el mester de clerecía
El mester de clerecía es quizá la primera escuela poética consciente de serlo, el oficio de clérigos, no solo monjes y sacerdotes sino todas las personas vinculadas a los monasterios y a la cultura que en ellos se conservaba. Las nuevas obras nacen del deseo de transmitir los saberes monacales a un público iletrado, intención didáctica que encaja con el ambiente cultural de la época. El fin es moralizar e instruir y tratan temas religiosos y de historia antigua.
Frente a la oralidad de los juglares, manifiestan su respeto por lo escrito y las fuentes librescas, probablemente por su relación con las primeras universidades como los Estudios Generales de Palencia y por la influencia francesa en el camino de Santiago. Utilizan una estrofa que requiere mayor habilidad: la cuaderna vía, cuatro versos de catorce sílabas y rima consonante (AAAA), divididos en dos mitades o hemistiquios, también llamados alejandrinos por el Libro de Alexandre, donde encontramos la famosa estrofa que recoge los principios literarios de los clérigos:
Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
mester es sin pecado ca es de clerecía,
fablar curso rimado por la quaderna vía,
a sílabas contadas ca es grant maestría
Aunque parece que se opone al mester de juglaría, en realidad tienen aspectos comunes, pues estas obras también eran recitadas, dirigiéndose al auditorio para captar su atención.
Por lo que respecta al mester de clerecía del siglo XIII, encontramos los poemas anónimos: Libro de Apolonio, Poema de Fernán Gonzáles y Libro de Alexandre, junto a Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano conocido, ligado al monasterio de San Millán de la Cogolla. Aunque él cultiva la imagen de humilde clérigo, ello no se ajusta a la realidad, pues, a pesar de la sencillez de su obra, se descubren profundos conocimientos de retórica, latín, literaturas romances de otros países, etc. A la intención didáctica de su obra se suma una finalidad propagandística, ya que aprovechó la difusión de sus obras para atraer peregrinos a su monasterio.
Su obra, Milagros de Nuestra Señora, es la obra cumbre del mester de clerecía del siglo XIII, una colección de veinticinco relatos en cuaderna vía, precedidos de una introducción alegórica en la que el protagonista, un romero, entra en un jardín (“locus amoenus”), que se identifica con la Virgen María, en busca del perdón. Se basó en una de las muchas colecciones de milagros escritas en latín que circulaban por Europa, pero su mérito es infundir realismo y viveza, con un estilo popular y sencillo. Los milagros comparten una misma estructura interna: presentación de los protagonistas, -personas pecadoras pero devotas de la Virgen-, el desarrollo del relato, -pasan por un problema grave-, el desenlace donde se ve que la Virgen siempre acude a socorrer a sus fieles y la moraleja.
En cuanto al siglo XIV, obras representativas del mester de clerecía son Rimado de palacio del canciller Pero López de Ayala y Proverbios morales de Sem Tob de Carrión, pero, sobre todo, El libro de buen amor de Juan Ruiz, arcipreste de Hita, del que solo contamos con algunos indicios imprecisos. Es un libro ambiguo en cuanto a su intención pues, aunque manifiesta una intención didáctica y moral, el Arcipreste dice también que, ya que el pecado es algo natural e inevitable en el hombre, también va a ofrecer diferentes formas de pecar. Por tanto, ¿es verdadera la intención moral o es una excusa para contar historias divertidas?.
Existe, por tanto, la posibilidad de entender el Libro como una invitación a gozar de los placeres del amor, o que aprovecha las formas literarias del mester de clerecía para hacer una parodia que pretende entretener y hacer reír. Posiblemente, Juan Ruiz representa los gustos de un nuevo grupo social: la burguesía, que se interesa por la realidad tal y como es, por una literatura antiheroica, poco respetuosa con los valores de los caballeros y de los clérigos; así conviven en la obra la religiosidad medieval y el vitalismo de los burgueses.
Otro rasgo es su originalidad y variedad con un hilo argumental que es una autobiografía amorosa ficticia salpicada de otros materiales:
- las aventuras amorosas del protagonista, tras recibir los consejos de don Amor
- una imitación de la comedia anónima Pamphilus de amore, donde don Melón de la Huerta se enamora de la joven viuda doña Endrina y terminan en boda; aquí introduce el personaje de Trotaconventos (antecedente de Celestina)
- la alegórica lucha entre don Carnal y doña Cuaresma
- fábulas de animales
- composiciones líricas
- digresiones moralizadoras y otros materiales difíciles de clasificar como el “elogio de las mujeres pequeñas” o el cuento del pintor “Pitas Payas”
En cuanto al estilo, usa un lenguaje popular, con asombrosa variedad de léxico, realismo y expresividad.
Los inicios de la prosa castellana
De las traducciones de obras orientales al castellano, destacan Sendebar o Libro de los engaños de las mujeres y Calila e Dimna, que deriva de fuentes indias y está formado por apólogos (cuentos con enseñanza) cuyos personajes son seres humanos o animales.
Destaca la figura del rey Alfonso X el Sabio, que reunió en su corte a sabios hebreos, árabes y latino-cristianos para traducir al castellano todo el saber conocido en su época; así la cultura penetra en Castilla a través de las traducciones, el castellano se amplía y transforma y, al poner el saber al alcance de quienes no saben latín, se favorece la secularización de la cultura. Salvo las Cantigas de Santa María, escritas en gallego, el rey Alfonso X no componía personalmente sus obras sino que era el director de un equipo de expertos y el supervisor del trabajo. Abarca temas diversos: el derecho: Las siete partidas, la historia: Crónica General de España, ciencia: Libros del saber de Astronomía, entretenimiento: Libro de ajedrez, dados y tablas.
Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X, es un escritor orgulloso de serlo y el primer caballero que encarna el ideal de cultivar a la vez las armas y las letras. Su fuerte personalidad se manifiesta en su obra, teñida de intención moral y didáctica, afanándose por conseguir un estilo propio, claro y conciso. Además de su obra más lograda, El conde Lucanor, escribió otras como Libro del caballero y el escudero. El conde Lucanor está dividido en cinco partes pero la interesante es la de los cincuenta y un cuentos enmarcados en las conversaciones entre dos personajes, el conde Lucanor y su consejero Patronio. Estos cuentos, de intención didáctica, tratan temas relacionados con la ideología social y ética de un noble: la desconfianza hacia los aduladores, la lealtad, las alianzas y traiciones, la conveniencia de ser astuto… y las fuentes de las que copia son variadas: cuentos orientales, historias de fuentes cristianas, fábulas griegas, etc, y han sido recreados posteriormente por otros autores.
La prosa del siglo XV
En este siglo se consolida la prosa castellana, se mantiene la de tipo histórico y didáctico y se asienta la de ficción.
De la primera destacan las crónicas y las biografías, así como la sátira social, con un claro contenido misógino, y una obra de carácter lingüístico, la Gramática de la lengua castellana, de Elio Antonio de Nebrija, que es la primera gramática de una lengua romance que se escribe en Europa.
En la prosa de ficción encontramos dos géneros diferentes, que tienen en común la ambientación cortesana:
- la ficción caballeresca procede de las traducciones de textos de la literatura artúrica como Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo o Libro del caballero Zifar (anónimo), y son libros de caballerías que presentan un mundo dominado por la cortesía, los seres fantásticos y los lugares fabulosos, y en los que el amor tiene un papel fundamental pues los caballeros son casi siempre tiernos enamorados que realizan sus hazañas por conseguir el servicio de sus damas.
- La ficción sentimental, donde predomina el tema amoroso y la descripción de los sentimientos desde el prisma del amor cortés, como en Cárcel de amor de Diego de San Pedro.
Materiales complementarios
- El espíritu de la épica
- Cantar de Mio Cid
- El Mester de Clerecía
- Fotocopia milagro “El clérigo ignorante” de Gonzalo de Berceo
- Los comienzos de la prosa