Exploración de la Naturaleza, Vida y Muerte en la Poesía de Miguel Hernández

La Naturaleza en Miguel Hernández

Miguel Hernández, nacido en la España rural de principios del siglo XX, estuvo profundamente conectado con la naturaleza mediterránea. Esta influencia permea toda su obra literaria, mostrando un profundo conocimiento y amor por la fauna, flora y el mundo mineral de su entorno levantino. Hernández rescata la poesía de la naturaleza, devolviéndola a su esencia tras la desnaturalización del grupo del 27.

En su adolescencia, sus primeros poemas reflejan experiencias cotidianas, principalmente el paisaje familiar de Orihuela. Influenciado por autores clásicos de los siglos XVI y XVII, idealiza este paisaje, incorporando elementos mitológicos.

En “Perito en Lunas”, la naturaleza es el tema central. Hernández describe objetos y seres cotidianos de su entorno natural, comparándolos metafóricamente con la luna.

En “El rayo que no cesa”, aunque el tema central es el amor, la naturaleza está presente desde el título. El amor se presenta como una fuerza destructiva, representada por símbolos naturales como el rayo, los cuchillos, e incluso un toro.

Símbolos de la naturaleza: La luna simboliza el astro, asociada a los ojos y al llanto. En la etapa bélica, la naturaleza desaparece de sus poemas, como si se retirara ante la maldad y violencia del hombre. Solo reaparece en “Cancionero y romancero de ausencias”, donde la esperanza y la confianza en un futuro mejor renacen.

Aunque no siempre sea el tema central, las imágenes y símbolos de la naturaleza (toros, bueyes, la luna) son recurrentes en la trayectoria poética de Hernández.

Vida y Muerte en la Poesía de Miguel Hernández

La muerte es un tema recurrente en la obra de Hernández, marcado por la pérdida de tres hermanas, su primer hijo y amigos como Ramón Sijé. Refleja la convicción de que vivir es penar, una sucesión de heridas. Exceptuando sus primeros poemas vitalistas, que cantan a la naturaleza, su obra se centra en el sufrimiento, influenciado por la imitación de obras clásicas.

“El rayo que no cesa” se llena de un vitalismo trágico. La vida es una agonía, amenazada por fuerzas incontrolables. Símbolos de muerte como el toro (destino trágico) y la sangre (corriente de la muerte) se suman a símbolos de las heridas del amor: cuchillo, rayo, espada. Estos alcanzan su máxima expresión en la “Elegía a Ramón Sijé”, con expresiones de rabia y dolor: “manotazo duro, golpe helado”. Vivir es amar, penar y morir.

En “Viento del pueblo”, las elegías a héroes que luchan por la libertad reflejan la pérdida de esperanza y una España teñida de sangre. La visión más trágica se encuentra en “El hombre acecha”, donde la muerte es un espectáculo de horror: un tren de sangre que derrama miembros amputados, representando la vida humana azotada por la muerte.

En la cárcel, la angustia, la soledad y el dolor familiar se suman a su sufrimiento. “Cancionero y romancero de ausencias” es un diario de una vida abocada a la extinción, la desolación y la privación. Hernández expresa su dolor por la ausencia de justicia, amor y libertad. Otros símbolos de muerte: el hoyo, la sangre, el cuervo, la tela negra y la sombra.

La muerte de su hijo es fuente de dolor y un motivo reiterado en “Cancionero y romancero de ausencias”. El poeta refleja su vida a través del dolor: “¡Ay la vida: qué hermoso penar tan moribundo!”. La pena es consecuencia de las heridas de la vida, pero por encima de todo están el amor y la libertad. Con el nacimiento de su segundo hijo, renace la esperanza. Hernández supera su amargura y muestra confianza en la victoria de sus ideas. Se contraponen el día y la noche, la luz y la oscuridad, representando lo bueno y lo malo.

Imágenes y Símbolos en la Poesía de Miguel Hernández

La poesía de Hernández está llena de símbolos relacionados con la vida, el amor y la muerte.

a. Luna

  • Naturaleza: Astro asociado a los ojos y al llanto.
  • En “Perito en lunas”: Experto en lunas por su contemplación como pastor, plasmando objetos como formas lunares.
  • Fecundidad: En las “Nanas de la cebolla”.
  • Proceso creativo.

b. Rayo

En “El rayo que no cesa”, el deseo carnal se enfrenta a las reglas sociales. El rayo simboliza la pesadumbre, la angustia y la fatalidad de un amor no correspondido. Representa el deseo insatisfecho, similar al ave y al cuchillo: angustia interior, amenaza exterior, pesadumbre. Este sentimiento de fatalidad surge de una crisis personal, un hundimiento existencial del que solo el amor lo salva. El rayo, fuego y quemazón, representa el deseo amoroso, enlazando con la tradición literaria y añadiendo el concepto de herida. Es una pena amorosa, el dolor de la no realización física del amor. En la etapa bélica, simboliza valor, fuerza y garra.

c. Toro

El toro bravo simboliza la virilidad y la masculinidad de los instintos naturales, representando el amor y la muerte. En la plaza, simboliza el destino fatal, el dolor y la muerte del sufrimiento amoroso. Es un símbolo trágico de su propia tragedia. En la poesía bélica, se opone al buey (toro castrado), símbolo peyorativo del dominado, humillado, incapaz de luchar por sus derechos.

d. Viento

  • Primer período: Fenómeno atmosférico. En la poesía religiosa, viento místico y purificador.
  • Segundo período: Identificado con la mujer deseada.
  • Poesía épica: Fuerza del pueblo y voz del poeta. El poeta es viento del pueblo, protector.
  • Período carcelario: Viento del odio y el rencor, destructor del amor y la vida. Simboliza la fuerza y el entusiasmo del pueblo que lucha por la libertad.

e. Tierra

En los poemas bélicos, simboliza la germinación, la desmesura del amor (Elegía a Ramón Sijé).

f. Luz/Sombra

Los símbolos de luz y sombra equivalen a la vida y la muerte, la esperanza y la frustración. Hernández cierra su peripecia vital y poética con la victoria de la luz sobre la sombra, superando el desánimo y triunfando la esperanza. Este triunfo se conecta con la alegría del futuro hijo, identificado con el sol.

g. Cárceles

En la última etapa, simbolizan la crueldad y lo repugnante de la opresión, devoradora de lo humano. El hombre es odiado, sufre, y las cárceles se comparan con fieras que debaten.

Forma: Lenguaje, Recursos Expresivos, Símbolos y Métrica

El lenguaje de Hernández evoluciona desde la complejidad de “Perito en Lunas” hasta la sencillez de “Cancionero y romancero de ausencias”.

En “Perito en Lunas”, el lenguaje es hermético, con metáforas e hipérbatos gongorinos, describiendo la naturaleza.

En “El rayo que no cesa”, el lenguaje sintetiza la poesía pura (neogongorismo), influenciado por poetas modernos de Madrid. Utiliza símbolos y metáforas surrealistas, con influencias clásicas en la métrica (soneto) y la temática. El amor (destino trágico) recuerda a Quevedo, y las vivencias personales a los cancioneros petrarquistas.

En la etapa bélica, el lenguaje es directo, claro y con un registro popular. El poeta es la voz del pueblo. Muchos poemas se escribieron para ser leídos en las trincheras, incorporando beligerancia, sarcasmo y temas sociales.

En la última etapa, el lenguaje es propio de la lírica tradicional, sencillo y directo, expresando el sufrimiento y la soledad. Para expresar la privación de libertad, recurre a formas sencillas y tradicionales.

Métrica:

  • “Perito en lunas”: Octavas reales (8 versos endecasílabos con rima consonante).
  • “El rayo que no cesa”: Estrofas clásicas, soneto, redondillas (abba), silvas (combinación de endecasílabos) y tercetos encadenados.
  • Etapa bélica: Silvas, romances y sonetos.
  • “Cancionero y romancero de ausencias”: Verso corto, combinado con la lírica popular (canción y romance).

Recursos expresivos: Metáforas, comparaciones, hipérboles, anáforas, epanadiplosis, paralelismos, hipérbaton, interrogaciones retóricas.

Símbolos: Metáforas recurrentes en la obra del poeta.

Tradición y Vanguardia en la Poesía de Miguel Hernández

Hernández se inspiraba en la literatura oral popular y la poesía tradicional. Su aprendizaje literario se inclina hacia la imitación de escritores clásicos y modernos. Bebe de fuentes tradicionales populares y de la tradición culta. De la imitación en sus primeros poemas, pasa a la innovación y a la creación de un mundo propio.

Su poesía tiene pocos rasgos vanguardistas. Solo en el período anterior a la guerra civil hay muestras de poesía pura, cubismo literario (“Perito en lunas”) y surrealismo (“Sonreídme”, 1935-1936).

Hernández asimila propuestas literarias desde el humanismo del siglo XV hasta el modernismo y costumbrismo de principios del siglo XX. Influenciado por el costumbrismo regionalista, la naturaleza realista de sus primeros poemas se somete a la poesía mística de San Juan de la Cruz y la ascética de Fray Luis de León, como en “Silbo de afirmación en la aldea”. “El rayo que no cesa” reelabora eróticamente la poesía de San Juan de la Cruz, el petrarquismo de Garcilaso y el pesimismo de Quevedo. También se ve influenciado por Vicente Aleixandre (“La destrucción o el amor”). Su poesía amorosa anterior a la guerra civil se basa en la tradición del amor cortés del siglo XVI, con el petrarquismo de Garcilaso: la amada es una mujer idealizada, inaccesible, motivo de dolor para el poeta.

En sus inicios, Hernández busca demostrar su comprensión de las lecturas y su habilidad con el lenguaje poético culto. Recurre a la mitología grecolatina, aprendida de los escritores del Siglo de Oro, introduciendo sensualidad y erotismo en su poesía. Combina la religión (naturaleza como obra divina) y el paganismo, valorando la lucha entre condenar y aplaudir el goce carnal, presente en escritores modernos como Unamuno. Elogia a Machado y Juan Ramón Jiménez.

No renuncia a poetas del amor y escritores épicos del romanticismo como Bécquer y Espronceda. Góngora, imitado por la generación del 27, impacta profundamente en Hernández. De esta influencia nace “Perito en lunas”, una contribución a la poesía pura. Sus imágenes, insólitas, producen extrañeza y sorpresa. Los recursos del lenguaje surrealista (irracionalismo, acumulación de imágenes) se abandonan al dirigirse al pueblo llano durante la guerra civil, optando por la claridad y retomando el romance.

La poesía popular tradicional se impone desde “Viento del pueblo” hasta “Cancionero y romancero de ausencias”. El romance, recuperado para los republicanos, es la mejor vía de comunicación con el pueblo. Prevalece la tradición popular en las formas (paralelismos y repeticiones) y temas (tristeza de los amantes separados). En “Cancionero y romancero de ausencias”, las formas poéticas se ciñen a la canción tradicional y al romance, con rima asonante. Conecta con la revitalización del “cantar”, iniciada en el posromanticismo (Bécquer), continuada por Antonio Machado (“Nuevas canciones”) y dominante en el neopopularismo, desde la generación del 27 y el cultivo de la poesía popular por los clásicos.