Contexto Histórico, Político y Cultural
Juan Ramón Jiménez (España, 1881-Puerto Rico, 1958). El siglo XX puede definirse como una época de constantes transformaciones marcada por la rápida evolución de la cultura, el avance de las ciencias, la alternancia de las corrientes ideológicas (anarquismo, socialismo, comunismo) y la versatilidad de las tendencias. En España, la primera mitad del siglo XX es un periodo convulso que comprende el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y la Guerra Civil (1936-1939). No obstante, a nivel artístico fue una etapa de gran esplendor, lo que ha llevado a acuñar la denominación de Edad de Plata para este periodo de la cultura española en que escriben su obra los modernistas, los novecentistas y los poetas de la generación del 27. Su obra coincidió, además, con magníficas producciones en otros campos artísticos: pintura (Juan Gris, Pablo Picasso, Salvador Dalí), arquitectura (Antonio Gaudí), música (Manuel de Falla) y cine (Luis Buñuel).
El Novecentismo o Generación del 14
El Novecentismo o Generación del 14 es un movimiento literario que se desarrolla en España en la primera mitad del siglo XX y a la que pertenecen críticos, historiadores, profesores e intelectuales con una sólida formación universitaria que se aglutinan en torno a Ortega y Gasset y que pretenden renovar estéticamente la literatura y el arte de la época, acercándolos a un estilo más moderno, un estilo propio del siglo XX. Las características generacionales que comparten este grupo de escritores son el aristocratismo intelectual, la vocación europeísta, el racionalismo, la defensa del arte puro y la preocupación formal.
- Aristocratismo intelectual: la búsqueda en las humanidades de la objetividad y de la perfección casi matemática propia de las ciencias hace que los textos de estos autores se dirijan a personas con una elevada formación. Esto ocurre también en el campo artístico y en la literatura, que está concebida para una minoría selecta.
- Vocación europeísta: consideran que Europa podía ejercer una influencia positiva en un país como España, todavía anclado en su pasado. En este sentido, muestran su preferencia por la cultura urbana, que se opone al ruralismo noventayochista y al localismo decimonónico.
- Racionalismo: frente al irracionalismo subjetivista del 98, abordan el tema de España desde el rigor y la racionalidad.
- Defensa del arte puro: el arte ha de tener entidad por sí mismo. Tiene que limitarse a proporcionar placer estético y no ha de ser, por tanto, vehículo de preocupaciones religiosas o políticas ni de emociones privadas. Frente al arte como expresión de la vida, el arte es ahora concebido como algo autónomo de la vida. De ahí surge la defensa del distanciamiento entre el arte y la vida, lo que Ortega denomina La deshumanización del arte.
- Preocupación formal: se admira el rigor intelectual de la obra bien hecha, que está dirigida a una minoría intelectual. Huyen del sentimentalismo y del tono apasionado y vehemente.
Los autores novecentistas abordan todos los géneros literarios, en especial, la poesía, la novela y el ensayo. No obstante, el ensayo es el género más destacado por la larga nómina de escritores que lo cultivan y por la importancia de sus obras.
El Ensayo Novecentista
El carácter intelectual de los escritores novecentistas, su marcada tendencia a la reflexión y la abundancia entre ellos de críticos, filósofos, historiadores, eruditos y profesores hacen que el género del ensayo —por su carácter flexible y divulgativo— sea una de sus formas de expresión preferidas. Entre los integrantes de la generación destaca Ortega y Gasset (1883-1956), nacido en el seno de una familia de intelectuales. Es la figura más influyente de la cultura y del pensamiento de las primeras décadas del siglo XX. Desde su cátedra, desde sus libros y desde la Revista de Occidente ejerció el papel de guía intelectual y a él se debe la difusión en España de las más importantes corrientes culturales de la centuria. Es uno de los mentores de la generación del 27, a quienes puso en contacto con las vanguardias y les dio la oportunidad de publicar sus obras en la Revista de Occidente. Sus ensayos abordan todos los temas: filosóficos, estéticos, sociológicos, psicológicos y misceláneos. Entre sus ensayos filosóficos destacan Meditaciones del Quijote y El espectador. Su ensayo más importante sobre las ideas estéticas es La deshumanización del arte (1925), obra en la que aborda las vanguardias, nuevo arte minoritario y antipopular, y que ejerció una influencia determinante en el triunfo del vanguardismo en España y en los comienzos de la generación del 27. En España invertebrada analiza el tema del centralismo y los nacionalismos periféricos como fuerzas que amenazan con desintegrar el país. Otros ensayistas destacados son Eugenio D’Ors, agudo meditador sobre arte y cultura (Tres horas en el Museo del Prado) y el médico Gregorio Marañón, que estudió figuras del pasado y personajes literarios como El Conde-duque de Olivares y Don Juan.
La Novela Novecentista
En consonancia con las ideas estéticas de Ortega sobre el arte nuevo, la novela del novecentismo establece un claro distanciamiento entre la obra artística (con un fin estético en sí misma) y la realidad, lo que conduce a un exquisito cuidado de los aspectos formales. En esta línea se inscriben Gabriel Miró, Ramón Pérez de Ayala y Ramón Gómez de la Serna.
Gabriel Miró (1879-1930) es considerado un gran poeta en prosa que se consagra a un tipo de novela lírica y formalista donde predominan las sensaciones (sensualidad, luz, cromatismo), el lenguaje está muy cuidado y hay una descripción exhaustiva de los personajes. Entre sus novelas destacan Nuestro padre san Daniel y El obispo leproso. Ambas tienen continuidad argumental y retratan el ambiente sórdido y opresivo de la ciudad de Oleza (Orihuela).
Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) evoluciona desde un relato autobiográfico de filiación noventayochista (La pata de la raposa) a una novela intelectual de acción leve y abundantes digresiones sobre política y moral (Belarmino y Apolonio). En Ramón Gómez de la Serna el alejamiento de la realidad es mucho más acusado. Su obra literaria, impregnada ya del nuevo espíritu de vanguardia, llega a lo disparatado, incongruente e irracional.
La Poesía de Juan Ramón Jiménez
La lírica novecentista representa el fin del Modernismo; rechaza lo romántico y lo sentimental, y aspira a una perfección que sea fruto de la inteligencia. Persigue, por tanto, una poesía pura e intelectual dirigida a una minoría. La labor de selección de temas y de lenguaje culmina en la poesía pura de Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Tanto su biografía como su obra vienen determinadas por la constante búsqueda de lo absoluto. Su idea de la poesía está presidida por una triple sed:
poesía = belleza + conocimiento + eternidad
Es el prototipo de poeta consagrado por entero a su obra. Ningún otro quehacer le distrajo de su obsesiva creación; cada vez se sintió más despegado de la vida pública. Su trayectoria poética abarca tres etapas definidas en su famoso poema “Vino, primero, pura”:
- primera época o sensitiva (1898-1915),
- segunda época o intelectual (1916-1939) y
- tercera época o suficiente (1936-1958).
Sus comienzos literarios muestran influencias de la lírica tradicional, el romancero y el romanticismo becqueriano, a lo que irá incorporando influencias modernistas que darán paso a su etapa sensitiva, en la que escribe Soledad sonora, Elegías y Sonetos espirituales, obras con rasgos típicamente modernistas como la utilización del color y elementos sensoriales, la adjetivación brillante y el uso del alejandrino; aunque se trata de un modernismo intimista. La ruptura definitiva con el Modernismo llega en 1916 con su viaje a Nueva York, el conocimiento del amor y del mar que queda plasmado en Diario de un poeta recién casado, donde se acerca a la poesía pura eliminando la anécdota. Predominan los poemas breves en verso libre. Con Eternidades, Piedra y cielo y Belleza continúa el proceso de depuración y de búsqueda de la esencia orientándola hacia lo intelectual y dirigiéndose a las minorías. La sed de eternidad, de belleza y de Dios caracteriza su etapa final, ya fuera de España tras la Guerra Civil, con obras como En el otro costado y Dios deseado y deseante.