Explorando la Poesía Española: Del Exilio a las Vanguardias del Siglo XX

La poesía en el exilio

Estos autores prosiguieron la tradición poética de la modernidad y llegaron, en algún momento, a sustituir el dolor por un rescate del pasado. La obra de algunos de ellos influyó, además, en poetas españoles posteriores.

  • Emilio Prados. En la abundante producción poética de Emilio Prados (1899-1962) destacan el tono melancólico y el tema de la búsqueda de la unidad y armonía del hombre y del cosmos. El exilio agudizó su desorientación y desconcierto, y lo impulsó a buscar una realidad más perfecta que la que vivía. En su obra, fuertemente influida por el simbolismo y el surrealismo, sobresale el símbolo de la luz, que en Jardín cerrado (1946) constituye el núcleo en torno al cual giran todos los demás.
  • Manuel Altolaguirre. Considerado el poeta más comunicativo de su generación, Manuel Altolaguirre (1905-1959) muestra un limitado interés por las vanguardias y es más afecto a los clásicos (Garcilaso, san Juan), además de a Juan Ramón y a Salinas. Para él, la poesía era una fuente de conocimiento, y en ella predomina un fuerte sentimiento de soledad, derivado de su concepción cristiana. En el exilio presenta vagas inquietudes religiosas e intensifica su nostalgia en poemarios como Fin de un amor (1949).
  • León Felipe. Difícilmente puede adscribirse a León Felipe (1884-1968) a las tendencias de preguerra. En sus primeras obras —Versos y oraciones de caminante (1920-1929) y Drop a Star (1933)— se observa la influencia del escritor norteamericano Walt Whitman, a quien tradujo. Desde Español del éxodo y del llanto (1939), el tema común de su poesía es España, pero progresivamente relega la cuestión de la guerra para abordar asuntos como la condición humana, la injusticia, el desorden, la rebelión contra la historia, el concepto de poesía como esclarecimiento…

La promoción de los años setenta

Características generales

  • Alejamiento del realismo de la literatura precedente, defensa de la autosuficiencia del poema, que vale por sí mismo y no tiene ninguna finalidad exterior a él, y atención preferente al lenguaje, como único componente del texto. Esta actitud lleva a una ausencia de lo sentimental en los poemas, cierta frialdad y, en ocasiones, a un distanciamiento irónico.
  • Referencias a elementos culturales del arte, la historia, la mitología y la literatura (culturalismo). Por esto, también se los ha llamado «venecianos».
  • Presencia de mitos populares creados por los medios de comunicación (del cine, el cómic, la política…), propios de un ámbito urbano.
  • Tratamiento de la poesía misma como tema del texto poético (metapoesía).

Entre los rasgos formales destacan la tendencia a la experimentación lingüística y a un neobarroquismo expresivo, con una gran riqueza léxica, imágenes irracionales, enumeraciones caóticas, intertextualidad y atención a aspectos visuales de los poemas figurativos. Además, en algunos textos hay una presencia destacable de elementos narrativos y descriptivos.

Hacia mediados de la década de los 70 se produce un cambio en esta estética; los poetas siguen trayectorias diversas, en las que sobresale un regreso a los sentimientos y a la experiencia del yo poético, y se incorporan otros poetas cuya obra se distingue bastante de las del primer momento.

La poesía desde 1975 hasta la actualidad: últimas tendencias

Décadas de los 80 y los 90

Desde 1975 hasta principios de la década de los 80 prevalece la estética de la promoción de los 70 o del 68. Al mismo tiempo, continúan su labor los poetas de la promoción de los 60, que viven una etapa de plenitud artística, en la que publican libros fundamentales (algunos citados en páginas anteriores).

La poesía en los años cuarenta

En los cuarenta se registran en España distintas tendencias. Al inicio de la década, destacan la poesía neoclásica y la heroica y política. Por otro lado, aparece una corriente existencialista, que se impondrá en la segunda mitad de la década, centrada en la situación y la angustia del ser humano. Hacia 1945 surge una poética vanguardista, que entronca con la lírica anterior.

Poesía neoclásica

En la década de 1940, las revistas tuvieron un importante papel en la difusión de las diversas líneas literarias. Las revistas fundamentales de la corriente neoclásica fueron Escorial y Garcilaso, y entre sus autores cabe citar los siguientes:

  • Luis Rosales (1910-1993). Una parte considerable de su producción de posguerra estuvo marcada por la temática religiosa. Alcanzó su plenitud con La casa encendida (1949), obra escrita con un lenguaje coloquial, en que el referente es la cotidianidad.
  • Leopoldo Panero (1909-1962). Su poesía se caracteriza por el intimismo y la recurrencia a las ideas de familia, tierra, Dios y, especialmente, del tiempo. En Escrito a cada instante (1949) se pueden observar la rehumanización y religiosidad características de su producción.
  • Luis Felipe Vivanco (1907-1975). En su obra, la naturaleza adquiere un valor trascendente que conduce a la experiencia religiosa. Además de la poesía religiosa, otros de sus temas habituales son la familia y la vida cotidiana, presentes en su poemario Continuación a la vida (1949).
  • Dionisio Ridruejo (1912-1975). En sus inicios fue un fiel representante de la tendencia formalista y neoclásica, pero con En la soledad del tiempo (1944) evolucionó hacia una poesía intimista, cotidiana y familiar, en la que el tiempo y el paisaje adquieren valores simbólicos.
  • José García Nieto (1914-2001). Pasó de una etapa clasicista, de temática amorosa, a un intimismo neorromántico en Del campo y soledad.

Poesía existencialista

A comienzos de los años cuarenta aparecieron textos de jóvenes poetas que rechazaban la estética neoclásica, algunos de los cuales se dieron a conocer en la revista Escorial.

En Santander surgió la revista Proel (1944) que, junto con la valenciana Corcel (1942), constituyeron la avanzada neorromántica que adelantó el espíritu existencialista. En esa línea y con una evolución semejante, Eugenio de Nora, Victoriano Crémer y Antonio García de Lama fundaron Espadaña, revista que abordará una expresión existencialista de solidaridad humana. En 1944 se publican dos obras fundamentales: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, que marcan una línea de poesía existencial.

  • Hijos de la ira. Según su autor, es un libro de protesta e indagación, «de protesta contra todo, universal, cósmica. Yo escribí Hijos de la ira lleno de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre». En este poemario se emplea un lenguaje cotidiano y un léxico diverso, incluido el no poético; abundan las repeticiones (léxicas y morfosintácticas) y la acumulación de imágenes, expresión de la violencia. En la métrica, está presente el verso libre, con extensos versículos.
  • Sombra del paraíso. En este poemario se muestra el descontento ante el destino humano, desde un presente en que se añora el paraíso perdido.

La poesía existencialista se centra en el sufrimiento del ser humano; desde una experiencia histórica terrible de muerte y destrucción, los poetas expresan su dolor existencial, su soledad e indefensión. Así, los temas son la búsqueda dolorosa de Dios o su silencio, las crisis religiosas, la angustia por la muerte inexorable. Muchos autores evolucionarán luego hacia la poesía social.

Poesía vanguardista

  • El postismo. Esta corriente tuvo dos órganos de expresión: las revistas Postismo y La Cerbatana, ambas de 1945. En ellas se reivindicaba una poesía imaginativa, superadora de todos los vanguardismos: de ahí el nombre del movimiento, ya que pretendía situarse más allá de los «ismos». La poesía postista busca la sorpresa por medio de la ruptura de la lógica, el humor, un lenguaje lúdico e imágenes irracionales.