1. El Realismo y el Naturalismo
En la segunda mitad del siglo XIX, España vivió importantes transformaciones históricas, como la Revolución de 1868, el Sexenio Democrático, la Restauración borbónica y la pérdida de las últimas colonias en 1898. Estos cambios influyeron en la aparición de movimientos literarios como el **realismo** y el **naturalismo**.
El **realismo** surgió como una reacción contra el idealismo romántico, buscando representar la realidad de manera objetiva y detallada. Se centraba en temas contemporáneos, especialmente los problemas sociales derivados de la Revolución Industrial, y utilizaba la novela como medio principal de expresión. Las características del realismo incluyen la verosimilitud, descripciones minuciosas, intención crítica, narrador omnisciente y un lenguaje sencillo y preciso.
El **naturalismo**, derivado del realismo, nació en Francia alrededor de 1870 con Émile Zola como principal exponente. Aplicaba el método científico a la literatura para estudiar las leyes que rigen el comportamiento humano, enfatizando el determinismo y explorando temas como la miseria, la corrupción y la marginación. Aunque en España no se adoptó plenamente, influyó en autores como Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez.
La **novela realista** en España pasó por varias etapas:
- Prerrealismo: Comenzó en 1849 con “La Gaviota” de Fernán Caballero, combinando elementos románticos y realistas.
- Realismo pleno: A partir de 1868, con “La Fontana de Oro” de Benito Pérez Galdós, se consolidó el realismo, evolucionando desde novelas de tesis con intención didáctica hasta obras más objetivas y detalladas.
- Naturalismo: Desde 1881, con “La desheredada” de Galdós, se incorporaron elementos naturalistas, reflejando influencias de Zola y las corrientes científicas de la época.
- Realismo espiritualista: Hacia finales del siglo, influenciado por la literatura rusa, se enfocó en la introspección y espiritualidad de los personajes.
Los **temas recurrentes** en estas novelas incluyen el amor, la política, el clericalismo, el conflicto entre el campo y la ciudad, y las diferencias sociales. Las técnicas narrativas destacadas son el narrador omnisciente, el estilo indirecto libre, descripciones detalladas y diálogos realistas.
Los **principales novelistas** de ese entonces son:
- Benito Pérez Galdós: Considerado uno de los mejores novelistas europeos del siglo XIX, su obra abarca novelas como “Fortunata y Jacinta” y los “Episodios Nacionales”. Su estilo es ágil, con descripciones detalladas y diálogos adaptados a cada personaje.
- Leopoldo Alas “Clarín”: Destacado crítico literario y autor de “La Regenta”, una de las mejores novelas españolas del siglo XIX, conocida por su profundidad psicológica y detallada descripción de la sociedad.
- Emilia Pardo Bazán: Defensora del naturalismo en España, escribió “Los Pazos de Ulloa” y “La madre Naturaleza”, combinando influencias naturalistas con sus convicciones cristianas.
- Vicente Blasco Ibáñez: Autor de novelas naturalistas ambientadas en Valencia, como “La barraca” y “Cañas y barro”, que reflejan conflictos sociales y económicos de la época.
En **poesía** destacan los posrománticos Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Bécquer es conocido por sus “Rimas”, de tono intimista y melancólico, mientras que Rosalía exploró temas como la soledad y la morriña en obras como “En las orillas del Sar” y “Follas novas”.
El teatro realista introdujo la “alta comedia”, centrada en temas contemporáneos y dirigida a la clase media, con un tono más moderado que el drama romántico y una intención moralizante. Dramaturgos destacados incluyen a Manuel Tamayo y Baus, y José de Echegaray.
A finales del siglo XIX, emergieron nuevos movimientos artísticos y literarios, como el modernismo y la Generación del 98, marcando una transición en la literatura española.
2. La Generación del 98 y el Modernismo
A finales del siglo XIX, la sociedad burguesa experimenta una crisis de valores que provoca la aparición de nuevos modos de vida, como el dandismo, el cosmopolitismo y la bohemia. Este contexto lleva al rechazo de la moral tradicional y a la reivindicación del “arte por el arte”. Surgen corrientes de pensamiento vitalistas, idealistas e irracionalistas que forjan una nueva visión del mundo. Filósofos como Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche y Bergson destacan en este ámbito. Además, emergen nuevas formas de religiosidad y la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud.
En España, la pérdida de las últimas colonias ultramarinas, como Cuba y Puerto Rico, en 1898, provoca una profunda crisis conocida como el “Desastre del 98”. En este contexto, surgen dos movimientos literarios: el **Modernismo** y la **Generación del 98**.
El **Modernismo** es un movimiento estético influenciado por corrientes francesas como el Parnasianismo y el Simbolismo. También confluyen el Decadentismo, el Prerrafaelismo y la influencia de autores como Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer.
- El Parnasianismo, fundado por Théophile Gautier y Leconte de Lisle, proclama el “arte por el arte”.
- El Simbolismo aporta el gusto por los símbolos y el lenguaje musical, con autores como Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y Mallarmé.
- El Prerrafaelismo surge en Inglaterra en 1848, con Dante Gabriel Rossetti como precursor, y valora la belleza, la naturalidad y la sensualidad de los pintores italianos anteriores a Rafael.
- Finalmente, el Decadentismo se caracteriza por una actitud morbosa, escandalosa y provocativa, una concepción pesimista de la existencia y un refinamiento exagerado (dandismo); sus representantes son Óscar Wilde y Gabriel D’Annunzio.
Entre los **precursores del Modernismo** se encuentran José Martí, Julián del Casal y Manuel Gutiérrez Nájera. Para algunos, el Modernismo es un movimiento literario bien definido que se desarrolla entre 1885 y 1915; para otros, es una actitud que se caracteriza por el desacuerdo con las formas de vida de la civilización burguesa.
Los **temas del Modernismo** incluyen la huida de la realidad y la búsqueda de ambientes exóticos y refinados de la Grecia clásica, la Francia dieciochesca, el Oriente o la sociedad caballeresca medieval. Los modernistas son amantes de lo americano, indigenista o criollo, de lo hispánico y del cosmopolitismo cultural. El amor y el erotismo son claves en sus obras, con un tono sensual, a veces obsceno y satánico. Entre sus motivos más frecuentes están el cisne, el pavo real, la flor de lis y las flores exóticas.
El **estilo del Modernismo** se caracteriza por la maestría en el manejo del idioma y el cuidado de la forma. El vocabulario es rico y ornamental, con profusión de cultismos y neologismos. También abundan las imágenes de todo tipo. Rubén Darío es el gran padre del Modernismo. Su obra suele dividirse en tres etapas, delimitadas por la aparición de tres obras fundamentales: “Azul”, “Prosas profanas” y “Cantos de vida y esperanza”. Su estilo se caracteriza por la fuerza sensorial, la musicalidad, sus deslumbrantes imágenes y las innovaciones métricas. Otros autores son Manuel Machado con “Alma” y Antonio Machado junto a Valle-Inclán en su primera etapa (el primero con “Soledades, galerías y otros poemas” y el segundo con sus “Sonatas”).
Los integrantes de la **Generación del 98** toman como substrato ideológico el regeneracionismo, con nombres como Joaquín Costa, Rafael Altamira y Macías Picavea. Estos intelectuales toman conciencia de la necesidad de regenerar el país. Surge la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, con la meta de regenerar el país mediante la educación.
El concepto de Generación del 98 surge tras el desastre de las últimas colonias españolas en Ultramar (Cuba y Filipinas), en un momento histórico en que el poder de los países se medía por el número de colonias que poseían. Los autores del 98 se definen por los siguientes rasgos: proceden de la clase media; son antiburgueses; autodidactas e idealistas; están influenciados por las corrientes filosóficas europeas (Nietzsche, Schopenhauer); y mantienen una visión abstracta y subjetiva de España. Además, valoran a Larra, conectan con Fray Luis de León, Quevedo, Cervantes y la literatura medieval. Buscan un lenguaje elegante y el género más cultivado es el ensayo.
Antonio Machado es el poeta por excelencia de la Generación del 98. Entiende la poesía como “palabra esencial en el tiempo” y como “el diálogo del hombre, de un hombre, con su tiempo”. Su obra lírica la componen “Soledades”, “Campos de Castilla” y “Nuevas canciones”. Su principal característica es el empleo de símbolos tomados de la realidad circundante, que remiten a estados de ánimo, realidades profundas u obsesiones íntimas. Los más destacados son la tarde, el mar, el río, la fuente, la noria, el camino, el espejo, el jardín y el sueño. Su lenguaje es natural, claro, conciso y sencillo. Y la versificación es también sobria.
Miguel de Unamuno, en sus novelas (o “nivolas” como las llamaba), plantea ideas y creencias en obras como “Niebla”, “Abel Sánchez”, “La tía Tula” y “San Manuel Bueno, mártir”. Este autor creó el concepto de “intrahistoria” para definir a esas masas anónimas.
3. Novecentismo y la Generación del 14
A principios del siglo XX, entre la Generación del 98 y las vanguardias, surge en España el **Novecentismo**, también conocido como **Generación del 14**. Este movimiento, acuñado por Eugenio d’Ors, se distingue por su enfoque intelectual y estético, buscando una renovación cultural y literaria que se aleja del sentimentalismo y del realismo decimonónico.
Características del Novecentismo:
- Intelectualismo y Racionalidad: Los novecentistas priorizan la razón y el análisis riguroso, lo que se refleja en su inclinación hacia el ensayo como medio de expresión.
- Deshumanización del Arte: Proponen un arte autónomo, alejado de las emociones y experiencias personales, centrado en la forma y la estética pura.
- Elitismo y Arte Minoritario: Consideran que el arte debe dirigirse a una élite intelectual, alejándose de las masas y buscando una audiencia capaz de apreciar la complejidad estética.
- Europeísmo y Universalismo: Abogan por la apertura a las corrientes culturales europeas, superando el casticismo y promoviendo la modernización de España.
- Optimismo y Fe en el Progreso: A diferencia de la visión crítica del 98, los novecentistas muestran confianza en el avance y la renovación cultural del país.
El Ensayo Novecentista:
El ensayo se convierte en el género predilecto para expresar las inquietudes intelectuales de esta generación. José Ortega y Gasset destaca como figura central, difundiendo ideas filosóficas y estéticas que influyen profundamente en la cultura española. Su obra “La deshumanización del arte” (1925) analiza las nuevas tendencias artísticas, defendiendo un arte puro y desprovisto de elementos humanos o sentimentales. Otros ensayistas notables incluyen a Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón y Manuel Azaña, quienes abordan temas políticos, culturales y científicos con una perspectiva renovadora.
La Novela Novecentista:
En narrativa, los novecentistas buscan superar el realismo tradicional mediante la experimentación estilística y temática. Se identifican dos tendencias principales:
- Tendencia Lírica: Caracterizada por un intenso lirismo y descripciones sensoriales, prescindiendo de la acción narrativa convencional. Gabriel Miró es su máximo exponente, con obras como “Las cerezas del cementerio” y “El obispo leproso”, donde crea atmósferas evocadoras y detalladas.
- Tendencia Intelectual: Se centra en temas universales y reflexiones profundas, incorporando elementos ensayísticos en la narrativa. Ramón Pérez de Ayala representa esta corriente con novelas como “A.M.D.G.” y “Belarmino y Apolonio”, que combinan análisis filosófico y crítica social.
Juan Ramón Jiménez y la Poesía Novecentista:
Aunque vinculado al Modernismo en sus inicios, Juan Ramón Jiménez evoluciona hacia una “poesía pura” que influye notablemente en los poetas del 27. Su obra se divide en tres etapas:
- Etapa Sensitiva (1900-1915): Marcada por la influencia de Bécquer y el simbolismo, con obras como “Arias tristes” y “Platero y yo”, donde predominan la melancolía y la introspección.
- Etapa Intelectual (1916-1936): Iniciada con “Diario de un poeta recién casado”, busca una depuración formal y conceptual, orientándose hacia la poesía desnuda y esencial.
- Etapa Verdadera (1937-1958): Durante su exilio, profundiza en temas existenciales y místicos, destacando obras como “Dios deseado y deseante”.
4. Vanguardias en Europa, España e Hispanoamérica
Fueron movimientos artísticos y literarios que surgieron a principios del siglo XX, caracterizados por su ruptura con la tradición y su búsqueda de nuevas formas de expresión. Estos movimientos, conocidos como “ismos”, se desarrollaron en Europa y tuvieron una influencia significativa en España e Hispanoamérica.
Principales movimientos de vanguardia:
- Futurismo: Fundado por Filippo Tommaso Marinetti en 1909, exaltaba el progreso técnico, la velocidad y la modernidad, rechazando el sentimentalismo y las formas artísticas tradicionales.
- Cubismo: Iniciado por Guillaume Apollinaire en 1913, buscaba descomponer y recomponer la realidad mediante la combinación libre de conceptos e imágenes, destacando el uso de caligramas y la supresión de signos de puntuación.
- Dadaísmo: Creado por Tristan Tzara en 1916, promovía la rebeldía contra la lógica y las convenciones sociales, utilizando un lenguaje incoherente y asociaciones disparatadas.
- Surrealismo: Liderado por André Breton en 1924, buscaba liberar el poder creador del subconsciente, influenciado por las teorías de Sigmund Freud, utilizando técnicas como la escritura automática y la asociación libre de palabras.
Las vanguardias en España:
En España, las vanguardias europeas fueron introducidas principalmente a través de viajes de autores españoles a París y estancias de autores extranjeros en España. Figuras como José Ortega y Gasset desempeñaron un papel clave en la difusión de estos movimientos, promoviendo principios como la deshumanización del arte y el europeísmo.
Ramón Gómez de la Serna fue una figura fundamental en la vanguardia española, conocido por sus “greguerías”, textos breves que combinan metáforas, lirismo y humor. Además, impulsó el “ramonismo”, su propio movimiento vanguardista.
El creacionismo, promovido por el chileno Vicente Huidobro, tuvo en Gerardo Diego y Juan Larrea a sus máximos exponentes en España. Este movimiento defendía un arte que no imitase la realidad, sino que aspirase a crear una nueva realidad poética, dando máxima importancia a la metáfora y proponiendo la eliminación de todo elemento descriptivo.
El ultraísmo, fundado por Guillermo de Torre, fue un movimiento de inspiración futurista, cubista y dadaísta. Se caracterizó por el antisentimentalismo, la deshumanización, el empleo de metáforas sorprendentes e imágenes insólitas, la ausencia de signos de puntuación y la disposición visual de los versos.
Las vanguardias en Hispanoamérica:
En Hispanoamérica, las vanguardias también tuvieron una presencia destacada. Vicente Huidobro, además de su influencia en España, fue una figura clave en el desarrollo del creacionismo en Chile. En Argentina, el ultraísmo, impulsado por Jorge Luis Borges, se fusionó con otras corrientes para dar lugar al martinfierrismo, que incorporaba elementos del futurismo y el surrealismo.
En Perú, César Vallejo se convirtió en una referencia mundial de las vanguardias con su obra “Trilce”, que experimenta con la sintaxis, inventa palabras y adopta técnicas del dadaísmo y del surrealismo. En México, el estridentismo unió características del futurismo y del dadaísmo, mientras que en otros países de Centroamérica y el Caribe surgieron movimientos que reflejaban la diversidad y riqueza cultural de la región.
San Manuel Bueno, Mártir
Nos encontramos ante una novela escrita dentro de lo que fue la **Generación del 98**, movimiento intelectual y literario que responde a un momento de carácter histórico tras la pérdida de las últimas colonias de ultramar, Cuba y Filipinas, por parte de España.
San Manuel Bueno, mártir es una novela corta de Miguel de Unamuno. La crítica la considera la obra más característica y más perfecta dentro de la narrativa del autor. Esta obra gira en torno a las grandes obsesiones de Unamuno: la eternidad y la fe. Su argumento es el siguiente: Ángela Carballino cuenta la historia del párroco de su aldea, don Manuel Bueno. Es un “santo de carne y hueso”, abnegado y consolador de todas las amarguras. Y, sin embargo, parece embargado por “una infinita tristeza que con heroica santidad recataba a los ojos y los oídos de los demás”.
Un día vuelve al pueblo Lázaro, hermano de Ángela, hombre de ideas progresistas y anticlericales. Y es a él precisamente a quien el sacerdote confiará su terrible secreto: no tiene fe, no puede creer en Dios ni en la resurrección de la carne, pese a sus vivísimos anhelos. Si sigue ejerciendo su ministerio, es por mantener en sus fieles la paz que da la creencia en la otra vida, esa paz que él no tiene. Tal actitud acaba por arrastrar al mismo Lázaro, quien finge convertirse y colabora en la labor de don Manuel. Y así pasará el tiempo hasta que el sacerdote muere sin recobrar la fe, pero considerado un santo por todos, y sin que nadie -aparte Lázaro y Ángela- haya advertido su íntima tortura. También sin fe, muere más tarde Lázaro. Y Ángela se interrogará acerca de la salvación de aquellos seres queridos.
Destaca en esta pequeña obra la maestría y la profundidad de los diálogos y el simbolismo latente en ella como esa montaña (el cielo) reflejado en el fondo del lago (el abismo infernal de la angustia existencial).
6. La Lírica y el Teatro Posteriores a 1936
La Guerra Civil dividió la poesía en dos tendencias: la del exilio, con un tono melancólico y crítico (León Felipe, Cernuda), y la poesía de posguerra dentro de España, que se bifurcó en poesía arraigada (afín al franquismo, con autores como Luis Rosales) y poesía desarraigada (más crítica, representada por Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre). También surgieron movimientos vanguardistas como el Postismo y el “Grupo Cántico”.
En los años 50, la poesía adquirió un carácter social, con un tono sencillo y directo (Blas de Otero, Gabriel Celaya). En los 60, apareció la “poesía como conocimiento” (Escuela de Barcelona: Gil de Biedma, Carlos Barral). A partir de los 70, los “novísimos” introdujeron referencias culturales diversas (Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero). Desde los 80, la poesía de la experiencia, realista y coloquial, se consolidó (Luis García Montero). Otras tendencias incluyen la poética del silencio (minimalista) y la poesía escrita por mujeres con un enfoque neoerótico (Ana Rossetti, Blanca Andreu).
El teatro también sufrió un quiebre con la Guerra Civil: algunos dramaturgos murieron (Lorca), otros se exiliaron (Casona) y el teatro español quedó limitado por la censura. Durante los 40 y 50, predominó un teatro tradicional y de entretenimiento, aunque emergieron propuestas más realistas y sociales con Buero Vallejo y Alfonso Sastre. En los 60 y 70, el teatro social abordó la injusticia y la alienación (Lauro Olmo), mientras que una nueva vanguardia experimental enfrentó la censura (Fernando Arrabal, Francisco Nieva). Con la llegada de la democracia, el teatro se diversificó. Triunfaron obras de corte tradicional como Las bicicletas son para el verano (Fernán Gómez) y Bajarse al moro (Alonso de Santos). En las últimas décadas, conviven el teatro comercial (comedias, musicales) y el teatro alternativo, con montajes innovadores y microteatro. Figuras destacadas incluyen Juan Mayorga y Ernesto Caballero.
7. La Novela Española de 1939 a 1975
La producción narrativa tras la Guerra Civil se divide en dos ámbitos: la novela del exilio y la escrita en España.
Novela del exilio:
Aborda España y la Guerra Civil desde un enfoque realista o vanguardista. Destacan Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español) y Francisco Ayala (Muertes de perro).
Novela en España:
- Realismo tradicional: Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada), Gonzalo Torrente Ballester (Los gozos y las sombras).
- Tremendismo: Narración cruda y lenguaje elaborado. Ejemplo: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela.
- Realismo existencial: Explora la incertidumbre individual tras la guerra, con un estilo sobrio. Ejemplo: Nada de Carmen Laforet.
- Realismo social: Refleja la sociedad y sus desigualdades. Incluye:
- Objetivismo: Narrador que “filma” la realidad sin intervenir (El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio).
- Realismo crítico: Denuncia social más directa (Las ratas de Miguel Delibes).
- Novela experimental: Innovaciones narrativas como el monólogo interior y la alteración tipográfica. Ejemplo: Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
- Realismo dialéctico: Historia narrada a través del discurso de un personaje (Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, Señas de identidad de Juan Goytisolo).
- Formalismo experimentalista: Renovación técnica con dos generaciones:
- Autores formados en el franquismo, que equilibran experimentación y comunicación (La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza).
- Autores posteriores con diversidad estilística, desde el experimentalismo hasta el neocostumbrismo (Plenilunio de Antonio Muñoz Molina).
8. La Novela Española de 1975 a Finales del Siglo XX. Tendencias, Autores y Obras Principales
Tras la muerte de Franco en 1975 y el inicio de la democracia en 1978, la novela se consolida como el género literario dominante. La industria editorial y el mercado influyen en la producción literaria, con una gran importancia de los premios y la promoción de las obras. A pesar de la diversidad de estilos y autores, hay algunos rasgos comunes: uso de recursos tradicionales sin abandonar la experimentación, priorización del placer de contar historias, presencia del humor, personajes desvalidos, sin grandes héroes, enfoque intimista y personal.
Se habla de “novela poseedora” para referirse a la producción posterior a 1975, **caracterizada por** el abandono de la explicación del mundo y sus problemas, juegos literarios y referencias intertextuales (ejemplo: La monarquía de Quim Monzó, basada en La Cenicienta). En los años 80, la fiebre experimental disminuye y se retorna a un estilo más tradicional.
Principales tendencias:
- Experimentalismo: Continúa la renovación formal de los años 60, aunque con menor radicalidad. Se busca un lenguaje elaborado y reflexivo. Ejemplo: Volverás a Región de Juan Benet.
- Literatura de mujeres: Aumento de la presencia femenina en la literatura con autoras como Laura Freixas, Almudena Grandes, Lucía Etxebarría, Rosa Regàs y Elvira Lindo.
- Novela policíaca: Combina misterio y denuncia social. Ejemplos: La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, la saga del detective Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán y la serie de Lorenzo Silva con los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.
- Novela histórica: Influida por El nombre de la rosa de Umberto Eco. Ejemplos: El hereje de Miguel Delibes, El capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte, La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, Crónica del rey pasmado de Torrente Ballester y la trilogía juvenil El oro de los sueños de José María Merino.
- Novela lírica: Intimista y autobiográfica. Destacan Juan José Millás, Julio Llamazares, Soledad Puértolas y José María Merino.
- Metanovela: Reflexiona sobre el proceso de escritura. Ejemplo: Juegos de la edad tardía de Luis Landero.
- Novela de intriga: Mantiene el suspenso. Ejemplos: El invierno en Lisboa de Antonio Muñoz Molina y Una comedia ligera de Eduardo Mendoza.
- Literatura y periodismo: Muchos autores colaboran en prensa y combinan narrativa y reportaje. Destacan Rosa Montero, Elvira Lindo y Juan José Millás.
- Literatura y “romanticismo”: Ambientación en lugares exóticos y personajes desolados que reflejan el desconcierto ante el mundo.
Esta etapa se caracteriza por la coexistencia de diversas corrientes, combinando tradición y modernidad.
Historia de una Escalera
La evolución del teatro español, como la de los géneros narrativo y lírico, estuvo determinada por la Guerra Civil y sus consecuencias. A finales de los años cuarenta irrumpió el teatro realista, de denuncia de la realidad. El detonante fue el estreno de Historia de una escalera.
El estreno en 1949 de Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, marcó un cambio en el teatro español. Con esta obra nació el drama realista, en el que, a partir de un contexto, un argumento y unos personajes identificables, se intentaba hablar de la realidad desde el escenario. En su teatro, Buero buscó la moderna tragedia española. Sus personajes despiertan compasión.
En Historia de una escalera en un mismo decorado, la escalera de una casa de vecinos, y en tres épocas, 1919, 1929 y 1949, trascurre la vida de unos personajes impotentes para superar su situación de indigencia, antihéroes oprimidos por la vida y la sociedad. El problema central es la frustración de unos seres condenados a desarrollarse en ese espacio, y ninguna de las dos vías representadas por los personajes, la individual (Fernando) y la colectiva (Urbano), ofrece una respuesta válida. El protagonista real de la obra es la estática escalera, testigo del paso del tiempo que se presenta como limitación esencial.
5. Poesía de la Generación del 27 y Poetas del 27, Teatro Lorquiano
La **Generación del 27** fue un destacado grupo de poetas españoles que emergió en la década de 1920, caracterizado por su capacidad para fusionar la tradición literaria española con las innovaciones vanguardistas de su tiempo. El nombre del grupo se origina en el homenaje que realizaron en 1927 al poeta barroco Luis de Góngora, en el tercer centenario de su muerte. Entre sus miembros más reconocidos se encuentran Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.
Características de la poesía del 27:
- Síntesis entre tradición y vanguardia: Los poetas del 27 lograron equilibrar el respeto por la poesía clásica española con las nuevas corrientes vanguardistas. Admiraban a autores como Góngora y, al mismo tiempo, incorporaban técnicas innovadoras en sus obras.
- Equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental: Su poesía combina una profunda reflexión intelectual con la expresión de emociones auténticas, evitando caer en el intelectualismo frío o en el sentimentalismo excesivo.
- Influencia del surrealismo: Especialmente en la segunda etapa del grupo, adoptaron técnicas surrealistas que les permitieron explorar el subconsciente y liberar la creatividad, enriqueciendo su lenguaje poético.
- Importancia de la metáfora y la imagen: Desarrollaron un lenguaje poético elaborado, donde la metáfora y la imagen juegan un papel central, a menudo creando asociaciones sorprendentes y originales.
- Convivencia de lo culto y lo popular: Supieron integrar en sus obras formas y temas de la poesía culta y de la tradición popular, utilizando estructuras como el soneto, el romance y el villancico.
Evolución y etapas de la Generación del 27:
- Hasta 1927: En sus inicios, los poetas del 27 mostraron influencias de Bécquer y del modernismo, buscando una “poesía pura” desprovista de elementos anecdóticos y sentimentales. Durante esta etapa, también se sintieron atraídos por las primeras vanguardias, experimentando con nuevas formas y estilos.
- De 1927 a la Guerra Civil (1936): Tras el homenaje a Góngora, muchos de estos poetas comenzaron a rehumanizar su poesía, incorporando temas más humanos y apasionados. La influencia del surrealismo se hizo evidente, permitiéndoles explorar el subconsciente y expresar emociones más profundas.
- Después de la Guerra Civil: El conflicto bélico dispersó al grupo. Federico García Lorca fue asesinado en 1936; otros, como Salinas, Guillén, Alberti, Cernuda, Prados y Altolaguirre, se exiliaron, mientras que Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego permanecieron en España. En el exilio, la poesía de estos autores reflejó temas como la nostalgia, el desarraigo y la reflexión sobre la patria perdida.
El teatro de Federico García Lorca:
Federico García Lorca es una de las figuras más emblemáticas de la Generación del 27 y su contribución al teatro español es invaluable. Su dramaturgia se caracteriza por la fusión de elementos tradicionales y vanguardistas, explorando temas universales como el amor, la muerte, la libertad y la opresión. En sus obras más destacadas se encuentran las “tragedias rurales”:
- Bodas de sangre (1933): Inspirada en un suceso real, aborda la pasión y el destino trágico en el contexto de una boda en Andalucía.
- Yerma (1934): Retrata el dolor de una mujer que anhela ser madre en una sociedad que la reprime, explorando temas de infertilidad y deseo.
- La casa de Bernarda Alba (1936): Presenta la opresión matriarcal y el deseo de libertad de las hijas de Bernarda, reflejando las tensiones sociales y familiares de la época.
Estas obras destacan por la profundidad psicológica de sus personajes femeninos, la crítica social implícita y el uso de un lenguaje poético y simbólico que enriquece la narrativa teatral. La Generación del 27 y, en particular, el teatro de Lorca, representan un momento cumbre en la literatura española, donde la innovación y la tradición se entrelazan para crear obras de profunda belleza y significado.