El grupo de poetas nacidos entre 1890 y 1900, conocido como Generación del 27, protagoniza uno de los momentos más valiosos de nuestra literatura, conocido como Edad de Plata. Compartieron amistad y, en muchos casos, domicilio en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Conciben la poesía como fruto del ingenio y del trabajo. Se dejaron cautivar por las vanguardias, principalmente descubrieron en el surrealismo un cauce de expresión. En 1927, el homenaje al tricentenario de la muerte de Góngora sirvió como momento fundacional y les dio el nombre con el que pasarían a la historia de la literatura.
Tendencias del Grupo
Cultivaron multitud de estilos que abarcan desde la poesía neopopular, donde destacan cancioneros y romanceros inspirados en la Edad Media o Lope de Vega, hasta la poesía surrealista, donde el sueño es la herramienta para explorar la interioridad humana. También se encuentran la poesía neorromántica, basada en el amor, en la experiencia personal del autor y la idealización de la amada; la poesía social, cuya función es eliminar las desigualdades e injusticias del hombre mediante un tono beligerante y un lenguaje sencillo y claro; la poesía vanguardista, centrada en experimentar indagando el “yo” del poeta; y la poesía pura, basada en plasmar los aspectos más esenciales de la realidad eliminando lo anecdótico.
Principales Autores
Pedro Salinas
Publica dentro de la órbita del vanguardismo próximo al futurismo, con temas urbanos. Destacan sus obras “Razón de amor” y “La voz a ti debida”, de temática amorosa y muy biográficos. Verso libre y austeridad de recursos son sus herramientas.
Jorge Guillén
En su primera etapa va agrupando sus libros bajo el nombre “Cántico”. Próximo a la estética de la poesía pura, celebra la existencia humana en esa frase que le hizo famoso: “El mundo está bien hecho”, y que también le procuró críticas. A partir de los años 50, el tono se hace menos optimista en las obras reunidas bajo el título: “Clamor”.
Gerardo Diego
Fue un autor extremo. Se centró en el creacionismo más arriesgado y abstracto, en “Imagen” o “Manual de espumas”, pero también creó poemas más clásicos, como “Soria” o “Alondra de verdad”.
Rafael Alberti
Otro andaluz universal. Dotado de una musicalidad incomparable, surge como poeta con “Marinero en tierra”, obra de nostalgia por su Cádiz natal. En su trayectoria, comprometida con la República, hay que destacar “Sobre los ángeles”, poemario trágico y surrealista, donde los ángeles simbolizan la muerte o la tristeza.
Vicente Aleixandre
Fue quien cultivó con más pureza el surrealismo en obras como “Espadas como labios” o “La destrucción o el amor”, de temática amorosa. Tras la guerra, preocupado por temas más existenciales, escribe “Sombra del paraíso”. Representante de lo que se llamó “exilio interior” durante la dictadura, recibió el Nobel.
Luis Cernuda
Próximo en un principio al surrealismo en “Los placeres prohibidos”, y siempre sincero y doliente en sus mejores obras “Donde habite el olvido”, “Desolación de la quimera”, supo expresar en ellos su disconformidad con el mundo y sus anhelos sensuales.
Dámaso Alonso
Figura teórica importante del grupo pero que como poeta no apareció apenas hasta 1944, cuando publicó “Hijos de la ira”, poemario existencialista y desarraigado de enorme influencia en la posguerra.
Federico García Lorca
Es quien más renombre ha obtenido. Su personal estilo, que con sensibilidad única mezcla elementos populares de Andalucía con modernidad, ha pasado a la historia. Fue aclamado por obras poéticas como “Poema del cante jondo” o “Romancero gitano”. También destacan títulos como “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”, “Sonetos del amor oscuro” y “Poeta en Nueva York”, que canta la tragedia del hombre sensible dentro del monstruo de la gran ciudad y refleja la frustración del deseo.
Consiguió un verdadero teatro poético, transgresor y contemporáneo, pero sin descuidar elementos como la tensión dramática, profundidad de los personajes y universalidad de los conflictos. Sus comienzos no fueron fáciles y obras surrealistas como “El público” o “Mariana Pineda” (heroína que murió ajusticiada por bordar una bandera liberal) tuvieron malas críticas. Tuvo que transigir escribiendo un teatro más comercial, cercano al drama rural. Destaca la trilogía “Bodas de sangre”, donde trata la pasión y el deseo prohibidos, “Yerma”, la tragedia de la esterilidad forzosa, y “La casa de Bernarda Alba”, su última obra antes de que muriera fusilado al comienzo de la Guerra Civil. En ella, retrata una sociedad rural española, hipócrita y cruel, a través de una familia de cinco hijas gobernada con mano de hierro por su madre viuda.
Legado de la Generación del 27
En definitiva, se trata de un grupo de poetas de enorme talento, sin olvidar finalmente a Manuel Altolaguirre y Emilio Prados (fundadores de la revista Litoral), que vivieron con igual pasión el deslumbramiento por las novedades vanguardistas como el culto por la poesía clásica. Entre todos llevaron a la poesía española a una de sus más altas cimas.