La novela española desde 1936 hasta la actualidad

1. Novelistas españoles en el exilio

Algunos de estos novelistas:

  • Ramón J. Sender completó una copiosa obra novelística en el exilio, dedicada a la España del primer tercio del siglo XX y a la Guerra Civil, desde perspectivas diversas. La parábola domina en El rey y la reina (1949), novela de orientación simbólica sobre la guerra, con preocupaciones existenciales que reaparecen en El verdugo afable (1952). También ofrece una visión de la guerra a través de un sacerdote atormentado por el recuerdo de un asesinato.
  • Francisco Ayala, con cuentos y narraciones cortas como Muertes de perro y El fondo del vaso, situadas en el subgénero de las novelas de dictador, constituyen una indagación en el régimen dictatorial de una imaginaria república hispanoamericana, con la consiguiente corrupción política y social y la absoluta degradación del ser humano.
  • Max Aub. En el exilio, desplegó sus grandes dotes de escritor en novelas que van desde el realismo tradicional hasta el más audaz experimentalismo, como Jusep Torres Campalans, biografía de un pintor amigo de Picasso.
  • Rosa Chacel, con La sinrazón, ambiciosa novela.

2. La novela de posguerra: Difíciles años 40

En un ambiente de desorden y confusión cultural, se rompe con la tradición inmediata. Quedan prohibidas las novelas sociales de posguerra, así como las obras de los exiliados. Se cultivó la novela psicológica, poética y simbólica. Se señalan dos fechas clave: 1942, con La familia de Pascual Duarte y 1945 con Nada de Carmen Laforet, novela que narra la experiencia de una muchacha que había ido a estudiar a Barcelona y vive con unos familiares en un ambiente sórdido de mezquindad. El reflejo amargo de la vida cotidiana es una nota frecuente en la novela de posguerra. Su enfoque se hace desde lo existencial. De ahí que los grandes temas sean la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte… Es sintomática la abundancia de personajes marginales y desarraigados. La censura hace imposible cualquier intento de denuncia y limita los alcances de los autores conformistas o adictos al Régimen. Camilo José Cela, con La familia de Pascual Duarte, y Carmen Laforet, con Nada, abren nuevos caminos. Excepciones como la de García Serrano, que canta la victoria militar en novelas de estimables cualidades, quien no puede omitir notas disonantes al trazar el amplio cuadro de la burguesía catalana en Mariona Rebull. Salvo excepciones, domina la pobreza creadora.

3. Realismo social en la novela

De la angustia existencial pasamos a las inquietudes sociales que denuncian la injusticia social. La colmena es la precursora de esta corriente, con su despiadada visión de la sociedad madrileña. Así llegamos a 1954, que Sobejano llama «año inaugural» de la novela social en el sentido más estricto. En ese año y en los que inmediatamente le siguen se dan a conocer Aldecoa, Fernández Santos, Sánchez Ferlosio, Ana María Matute, Juan Goytisolo… Les seguirán otros como García Hortelano, Carmen Martín Gaite, Alfonso Grosso, Caballero Bonald, etc. El conjunto de estos autores, nacidos entre 1925 y 1931, ha recibido la denominación de generación de medio siglo. Entre ellos hay evidentes rasgos comunes. Ante todo, la solidaridad con los humildes y los oprimidos, la disconformidad ante la sociedad española, el anhelo de cambios sociales… La novela se había puesto a desempeñar funciones que, en países democráticos, correspondían a la prensa o a la tribuna política. En cuanto a la orientación estética, pueden señalarse dos tendencias: el objetivismo (que propone un testimonio escueto, sin aparente intervención del autor. Su manifestación extrema fue el conductismo, que consiste en registrar la conducta externa de individuos o grupos, y recoger sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones) y el realismo crítico (que no se limita a reflejar la realidad, sino que pone de relieve las miserias e injusticias con ánimo de denuncia). Habría que añadir la presencia de un realismo lírico en una figura como Ana María Matute, por ejemplo.

4. Temática

En la temática, el interés se desplaza de lo individual a lo colectivo, de los problemas personales a los sociales. La sociedad deja de ser un «marco» para convertirse en el tema central. Destacan temas como la dura vida del campo, el mundo del trabajo y las relaciones laborales, o el tema urbano. La mayoría de las obras muestran solidaridad con los humildes, pero hay excepciones, como las novelas burguesas que nos ofrecen relatos implacables. Las novelas recogen el tiempo contemporáneo en el que fueron escritas.

5. Renovación de las técnicas narrativas

Se ha reprochado a la novela social su pobreza técnica, ya que muchas novelas se centran en el contenido y subordinan las técnicas. La estructura suele ser sencilla, con una narración lineal. Sencillez y concisión se perciben asimismo en las descripciones. Tras la sencillez se oculta un esfuerzo de construcción. Hay un punto que lo evidencia: la abundancia de novelas que concentran la acción en un espacio y un tiempo determinados. Ello obliga al autor a una meditada concentración, disposición y enlace de los distintos episodios. Se observa una preferencia por las novelas de personajes colectivos. Junto al personaje colectivo, es propia de la novela social la presencia del personaje representativo, tomado como síntesis de una clase o de un grupo. Ello enlaza con un rasgo fundamental de esta corriente: el rechazo de la novela psicológica. El diálogo ocupa un lugar preeminente en las novelas sociales. El lenguaje adopta el estilo de la crónica, desnudo, directo.

6. La novela española desde 1962 hasta 1975

6.1. Nuevos caminos

A partir de 1960, comienzan a manifestarse signos de cansancio del realismo dominante en la novela española. En 1962 surge Tiempo de silencio, obra en torno a la cual gira este capítulo: la crítica coincide en considerarla obra inaugural de una nueva etapa de nuestra narrativa. En los años que van de 1962 a 1975 se suceden aportaciones decisivas en la línea de la renovación experimental de la novela: Cinco horas con Mario, de Delibes, Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, Señas de identidad, de Juan Goytisolo, Volverás a Región, de Juan Benet, San Camilo 1936, de Cela.

6.1. A) La renovación de los «mayores»

  • José Cela destaca por su continuo afán renovador, que desemboca en la experimentación más audaz desde San Camilo 1936 a sus últimas obras.
  • Miguel Delibes, en 1966, demostraba su capacidad de incorporar nuevas técnicas en Cinco horas con Mario, largo soliloquio en que la protagonista evoca desordenadamente una vida y unas obsesiones.
  • Torrente Ballester, culminada la trilogía de Los gozos y las sombras, da entrada a lo imaginativo en su novela Don Juan.

6.1. B) Novelistas de la generación del Medio Siglo

  • Juan Benet: introduce una narrativa nueva. Volverás a Región es una novela experimental en torno a una comarca y la degradación de un mundo. Se compone de anécdotas, apenas utiliza diálogos, predominan largos monólogos de diversas voces y descripciones en las que alterna el lenguaje científico. Una meditación es el monólogo de un personaje enigmático que evoca vidas de la mítica Región.
  • Juan Marsé: sus novelas se sitúan dentro de un realismo social y crítico, aunque con elementos nuevos. Publica Últimas tardes con Teresa, una obra de denuncia social en la que hay una sátira feroz del señoritismo y de la autenticidad, con una visión dialéctica de las clases sociales. El enfoque es de mayor complejidad, con novedades técnicas: superación del objetivismo y retorno al autor omnisciente con intervenciones sarcásticas. En la misma línea se sitúa La oscura historia de la prima Montse (1970), en la que los ideales y la generosidad de la protagonista contrastan con un sofocante ambiente, obra que significa la plena madurez de Marsé en el manejo de las nuevas formas narrativas.
  • Juan Goytisolo: pionero en la búsqueda de nuevas técnicas narrativas: cambios del punto de vista, saltos en el tiempo, uso de diversas personas narrativas, monólogos interiores, disertaciones, remedos de textos periodísticos, de informes policiales o de folletos turísticos, secuencias escritas en forma de versos, diálogos en francés, páginas sin puntuación o en letra cursiva, etc.

7. La novela española desde 1975 hasta hoy

El afán de experimentación acabó desplazando el interés de muchas novelas hacia el texto en su realización verbal, prescindiendo casi de contar una historia. Hay cuatro generaciones de novelistas: la generación del 36, la del Medio Siglo, la del 68 y la nueva promoción de los 80. Esta coexistencia de novelistas de varias generaciones y la plena libertad favorecieron el cultivo de todas las tendencias novelísticas.

a) Una manifestación clara de modernidad novelística es la metanovela, que se refiere a su propia escritura. Otras reflexionan sobre sí mismas en el diálogo entre sus personajes: ejemplo de ello es la tetralogía dialogada concluida por Vaz de Soto.

b) La novela lírica centra al máximo su interés en el texto y en la calidad. Ejemplo: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, con el intenso monólogo del último superviviente de un pueblo abandonado. Algunos de los títulos mejor definidos de la novela lírica son los relatos de aprendizaje.

c) La recuperación de la narratividad se produjo con la novela histórica, con sus recreaciones verdaderas o sus invenciones fantásticas. La recreación histórica del primer tercio de nuestro siglo aparece en las novelas de Eduardo Mendoza.

d) Algo relacionadas con la historia, referidas al pasado inmediato, se encuentran las crónicas y novelas generacionales. Los años del franquismo, las manifestaciones antifranquistas y el desengaño por las ilusiones traicionadas en la transición política son temas abordados en novelas que llevan a cabo una revisión crítica.

e) La unión entre la crónica novelada de la historia de España en los últimos años y el auge de la novela de intriga con esquemas policiacos está representada en las obras de Vázquez Montalbán.

f) La intensificación de la intriga se ha potenciado también por medio de fórmulas de la novela policiaca.

g) El realismo ha contribuido notablemente a la recuperación del arte de contar. Las mejores manifestaciones del realismo son ahora más plejas y libres. Se trata de diferentes tipos de realismo que postulan una concepción abierta de la novela.

h) La recreación del pasado en la mediocridad de la vida provinciana durante la dictadura franquista constituye uno de los temas preferidos por Luis Mateo Díez.

i) También se ha reivindicado en estos años la novela de personaje y de introspección psicológica.