Literatura Española: Un Recorrido por los Siglos XIX y XX

Modernismo y Generación del 98

El siglo XIX termina con el Desastre del 98, en el que España pierde sus últimas colonias. Aunado a la crisis económica, el país despierta de su pasado imperial a una cruda realidad. Ante esto, los intelectuales responden de dos maneras: refugiándose en la belleza formal del Modernismo o con la crítica reformista de la Generación del 98.

El Modernismo, una reacción anticonformista y renovadora de la burguesía, supone una renovación total de las formas. El Art Nouveau se extendió por toda Europa, recogiendo ideas de otros movimientos (influencia de Víctor Hugo y los románticos franceses, del Simbolismo de Verlaine y Mallarmé y del Parnasianismo). A este estilo pertenecen, por ejemplo, los edificios de Gaudí. A España, esta nueva manera de escribir la trae el nicaragüense Rubén Darío.

Para muchos autores, el Modernismo es la cara B de la Generación del 98; es decir, ante la misma crisis (el Desastre del 98), los autores responden evadiéndose (Modernismo) o afrontando el tema con visión reformista (Generación del 98). El autor manifiesta una “desazón romántica” (ambientes otoñales, nocturnos, crepusculares, etc.), lo que le conduce a una actitud escapista. Así se justifica la temática exótica del Modernismo: historias en lugares recónditos (Asia, India, etc.), en el cosmopolitismo de las nuevas ciudades, en la mitología (americana), en otros tiempos (evasión en el espacio y el tiempo).

Estéticamente, se renueva la métrica con nuevas estrofas y palabras nuevas y sonoras. Se buscan valores sensoriales, una “literatura de los sentidos”, con la lectura como deleite. Se describen colores, sonidos que dan musicalidad a los textos (aliteraciones), se enriquece el texto con cultismos, palabras exóticas, adjetivación ornamental (epítetos). Predominan las sinestesias (verso azul, esperanza olorosa, risa de oro,…) y las imágenes evocadoras.

Autores destacados: Rubén Darío (Azul), Salvador Rueda, Francisco Villaespesa y Manuel Machado. Otros autores que luego evolucionaron, tuvieron sus coqueteos con el Art Nouveau, como Juan Ramón Jiménez (Alma de violeta), Valle-Inclán y Antonio Machado (Soledades).

Los autores del 98 (Unamuno, Machado, Baroja, Azorín, Maeztu, etc.) tienen influencia de los filósofos irracionalistas: angustia vital, pesimismo. Se preocupan por España y su regeneración. Critican la corrupción, el atraso del campo, la envidia. Intentan europeizar el país. Buscan los valores de la gente sencilla, exaltan Castilla y su pasado (Cid, Quijote).

Estilísticamente, emplean un lenguaje preciso, sobrio y claro. Recuperan palabras tradicionales. En poesía destaca Antonio Machado con Campos de Castilla (paisaje desolado de Castilla identificado con su estado de ánimo). En teatro, la renovación llega con Valle-Inclán, entre modernismo y generación del 98, con Comedias bárbaras, Divinas palabras y Luces de Bohemia (donde resume el “esperpento”: bajo la exageración, mezcla ironía, humor negro, caricaturiza la realidad). Unamuno también escribe teatro (Fedra).

La novela es el género más importante: temas existenciales, novedades estructurales (tramas “desordenadas”, monólogos interiores). Valle-Inclán escribe Tirano Banderas (crítica esperpéntica de una dictadura americana), El ruedo ibérico (descomposición política y social de España). Unamuno: temas existenciales y religiosos, destino, Dios, inmortalidad y España. Niebla, La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir.

Baroja: observación espontánea y abierta. Prosa rápida, frase corta, párrafo breve. Zalacaín el aventurero, Las inquietudes de Shanti Andía, trilogía La lucha por la vida (La busca, Mala hierba y Aurora roja). Azorín: sobriedad y concisión. La voluntad, Las confesiones de un pequeño filósofo. Ensayistas: Unamuno (Del sentimiento trágico de la vida, En torno al casticismo), Azorín (La ruta de Don Quijote, Castilla) y Antonio Machado (Juan de Mairena).

Novecentismo y Vanguardias

El Novecentismo y las Vanguardias comparten rasgos: ambos reaccionan contra la literatura anterior. La inestabilidad política (conflictos sociales, fin del turno de partidos, Dictadura de Primo de Rivera y Segunda República) contrasta con la aparición (desde 1910) de intelectuales que buscan la modernidad.

Características del Novecentismo:

  • Intelectuales con sólida preparación universitaria.
  • Razón sobre sentimentalismo. Influyen en la política. Reformistas.
  • Europeización del país. Huyen de tópicos, pero mantienen la visión “castellanocéntrica”.
  • Influencia de la deshumanización de la Primera Guerra Mundial.
  • Influidos por las Vanguardias, buscan un arte puro. Forma y belleza en la serenidad griega. Huyen del sentimentalismo, buscan lo apolíneo (clásico, sereno). Pulcritud y equilibrio. Literatura para minorías.
  • Preocupación por el lenguaje. Prosa con “función poética”. Poemas en prosa (Platero y yo).

Autores: Eugenio d’Ors, Manuel Azaña, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset (La deshumanización del arte, La rebelión de las masas), Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez-Albornoz. Novelistas: Gabriel Miró (El obispo leproso), Ramón Pérez de Ayala. Poesía: Juan Ramón Jiménez (“poesía pura”).

Etapas de Juan Ramón Jiménez:

  1. Sensitiva (1898-1915): Influencia de Bécquer, Simbolismo y Modernismo. Arias tristes, La soledad sonora.
  2. Intelectual (1916-1936): El mar como símbolo del eterno presente. Evolución espiritual. Diario de un poeta recién casado.
  3. Última (1937-1958): Exilio americano. Dios deseado y deseante.

Las Vanguardias: inquietudes artísticas durante la Primera Guerra Mundial. Movimiento de movimientos que rompen con el Realismo. Ciudadanos del mundo, desprecian tradiciones, buscan un arte intelectual y minoritario, espontaneidad, humor para desmitificar, metáforas novedosas.

Futurismo (Italia): civilización mecánica. Cubismo: descomposición de la realidad. Dadaísmo: expresión ilógica y absurda. En España: Surrealismo, Ultraísmo y Creacionismo.

Surrealismo (André Bretón): realidad a través de los sueños o escritura automática. Ultraísmo: resume todas las vanguardias, rompe con la lógica, innovaciones tipográficas. Adoran las máquinas, metáforas eficaces. Eliminan sentimentalismo. Creacionismo (Vicente Huidobro): crear una realidad mediante imágenes nuevas.

Ramón Gómez de la Serna: “greguería” (metáfora con humor). Influencia en la Generación del 27: Gerardo Diego (Imagen, Manual de espumas), Pedro Salinas (Presagios), Vicente Aleixandre (Espadas como labios, La destrucción o el amor), Rafael Alberti (Sobre los ángeles).

Teatro anterior a 1939

Tendencias teatrales:

  • Teatro comercial burgués:
    • Comedia burguesa de Benavente: teatro sin excesos, diálogos fluidos, crítica amable a los ideales burgueses. Rosas de Otoño, Los intereses creados, La Malquerida.
    • Teatro en verso neorromántico y modernista: renovación formal con temática tradicionalista. Francisco Villaespesa (Doña María de Padilla, La leona de Castilla), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol), Manuel y Antonio Machado (Julianillo Valcárcel, La Lola se va a los puertos).
    • Teatro cómico costumbrista: Hermanos Álvarez Quintero (La reina mora, Las de Caín), Carlos Arniches (El santo de la Isidra, El puñao de rosas, La señorita de Trevélez, Los caciques).
  • Teatro experimental:
    • Teatro de la Generación del 98: Unamuno (Fedra, El otro), Azorín (Angelita, Lo invisible). Valle-Inclán: innovador, estilo modernista, “esperpento”. Comedias Bárbaras, Luces de Bohemia.
    • Teatro de las vanguardias y la Generación del 27: “teatro poético”, formas vanguardistas, acercamiento al pueblo. Salinas (El dictador), Alberti (El adefesio), Miguel Hernández (El labrador de más aire), Alejandro Casona (La dama del alba). García Lorca: conflicto entre realidad y deseo, personajes femeninos frustrados. La zapatera prodigiosa, Doña Rosita la soltera, Bodas de sangre, Yerma, La casa de Bernarda Alba.

El teatro de 1939 a finales de la década de 1970

Dificultades: crisis económica, censura, falta de continuidad literaria, competencia del cine.

Etapas:

  1. Posguerra (1939-1955): teatro de “continuidad” (comedias de salón), teatro de humor renovado (Jardiel Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura –Tres sombreros de Copa, Maribel y la extraña familia-), teatro existencialista (Buero Vallejo –Historia de una escalera-, Alfonso Sastre –Escuadra hacia la muerte-).
  2. Protesta y denuncia (1955-1965): teatro social, realista, lenguaje sencillo, simbolismo y esperpento.
  3. Renovador (1965-1975): influencia de Brecht, obras visuales y gestuales. Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles), Els Joglars (Albert Boadella).
  4. Últimas tendencias (desde 1975): escasez de autores, teatro público con clásicos, grupos experimentales (Els Joglars, Els Comediants, La fura dels Baus, La Cubana), obras realistas (José Sanchís Sinisterra –¡Ay, Carmela!-, José Luis Alonso de Santos –Bajarse al moro-).

La novela española desde 1939 hasta 1974

Posguerra: éxodo intelectual, censura. Autores adeptos al régimen. Década de los 40: búsqueda. La familia de Pascual Duarte (Cela, tremendismo), Nada (Carmen Laforet). Zunzunegui, Torrente Ballester, Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada). Literatura existencial: soledad, inadaptación, malestar social.

Años 50: realismo social. La colmena (Cela), El camino (Delibes). Denuncia social: injusticias, dureza del campo, mundo del trabajo, burguesía. Estilo sencillo y directo, narración lineal, descripciones concisas, objetivismo, influencia de Sartre, diálogo directo, personaje colectivo, personaje representativo.

1954-1962: autores del realismo social: Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Caballero Bonald. Culminación: Tiempo de silencio (Martín Santos, 1962). Fin del realismo social, renovación formal, experimentalismo.

Influencias: técnicas europeas y americanas (Joyce, Kafka, Faulkner, Dos Passos), escritores hispanoamericanos (Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez). Argumento pierde importancia, acción mínima, estructura compleja, narrador tradicional desaparece, múltiples voces narrativas, saltos temporales, flashbacks, monólogo interior, estilo indirecto libre, experimentación lingüística y tipográfica.

Experimentalismo: Delibes (Cinco horas con Mario), Cela (San Camilo 1936), Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B.), Juan Goytisolo (Señas de identidad), Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa), Juan Benet (Volverás a Región).

La novela española desde los años 70 hasta finales del siglo XX

Post-Franco: libertad, publicación de obras prohibidas, recuperación de exiliados, influencias extranjeras. Autores contrarios al régimen. Nuevos subgéneros: novela policiaca (Vázquez Montalbán), histórica (Delibes –El hereje-, Sampedro –La vieja sirena-, Pérez-Reverte –Capitán Alatriste-), de reflexión (Llamazares –La lluvia amarilla-), negra, de intriga, ciencia ficción, aventuras, rosa, espionaje. Bestsellers.

Dificultad para establecer tendencias: falta de perspectiva, novela accesible al público, caminos personales. Convivencia de:

  • Novelistas de posguerra: Delibes, Cela, Torrente Ballester.
  • “Generación del 50”: Goytisolo, Marsé, Martín Gaite.
  • Novelistas del 75: novela experimental e intelectual. Mendoza, Guelbenzu, Félix de Azúa, Millás, Puértolas.
  • Nuevos escritores post-franquismo: Vicent, Llamazares, Marías, Mateo Díez, Montero, Muñoz Molina, Landero.
  • Escritores jóvenes: problemas de la juventud urbana, estética contracultural. Mañas (Historias del Kronen), Loriga (Héroes), Etxebarría (Amor, curiosidad, prozac y dudas), Prado (Raro).

Escritores destacados: Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios), Javier Marías (Corazón tan blanco, Mañana en la batalla piensa en mí), Antonio Muñoz Molina (El invierno en Lisboa, Plenilunio).

La novela y el cuento hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX

Evolución lenta de la narrativa. Hasta 1940: realismo y costumbrismo, novela indigenista. Superación con el “realismo mágico”:

  • Interés por ambientes urbanos.
  • Personajes con conflictos internos y profundidad psicológica.
  • Preocupación por la construcción narrativa.
  • Fusión de realismo y elementos fantásticos.

Autores representativos:

  • Miguel Ángel Asturias: El señor Presidente, Hombres de maíz.
  • Alejo Carpentier (“lo real maravilloso”): El reino de este mundo, Los pasos perdidos, El siglo de las luces.
  • Jorge Luis Borges: Historia universal de la infamia, El Aleph.
  • Juan Rulfo: El llano en llamas, Pedro Páramo.

Años 60: Boom de la novela hispanoamericana. Vargas Llosa (La ciudad y los perros), García Márquez (Cien años de soledad). Autores leídos internacionalmente. “Realismo mágico” y experimentación. Interés por la ciudad. Renovación formal. Narración textual y discursiva.

Autores:

  • Julio Cortázar: Rayuela.
  • Juan Carlos Onetti: El astillero, Juntacadáveres.
  • Carlos Fuentes: La muerte de Artemio Cruz, Cambio de piel.
  • Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral.
  • Gabriel García Márquez: Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera.

Desde 1970: vuelta a temáticas realistas. Humor, política, feminismo. Bryce Echenique, Sergio Pitol, Antonio Skármeta, Isabel Allende, Álvaro Mutis.

Novela realista y naturalista del siglo XIX

Realismo (segunda mitad del siglo XIX): tensión política y social, influencia del positivismo, teorías sobre la herencia biológica y darwinismo. Representación objetiva de la realidad.

Características:

  1. Retrato de la realidad mediante documentación y observación.
  2. Temas próximos: política, trabajo, marginación.
  3. Objetividad y crítica social.
  4. Novela como género principal.
  5. Narrador omnisciente en tercera persona.
  6. Descripciones minuciosas.
  7. Adaptación del lenguaje en los diálogos.

Novelistas: Fernán Caballero (La gaviota), Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos), Benito Pérez Galdós, Leopoldo Alas “Clarín”.

Galdós:

  • Episodios nacionales: historia novelada del siglo XIX.
  • Novelas largas: primeras novelas sobre España, luego realismo (Miau, Fortunata y Jacinta), finalmente denuncia social (Misericordia).

Clarín: cuentos (“Doña Berta”, “Pipá”, “¡Adiós Cordera!”), novelas (Su único hijo, La Regenta).

Naturalismo (Émile Zola –Germinal-): realismo extremo, métodos científicos, teorías darwinianas. Conflicto entre libertad individual y realidad social, ambientes sórdidos, personajes extremos. Emilia Pardo Bazán (La madre naturaleza, La cuestión palpitante, Los pazos de Ulloa). Vicente Blasco Ibáñez: regionalismo duro, conflictos sociales. Arroz y tartana, Cañas y barro, La barraca, Entre naranjos.

La poesía desde 1939 hasta finales del siglo XX

Posguerra: éxodo o muerte de autores (Lorca, Alberti, Guillén, Juan Ramón Jiménez, León Felipe). Censura o apoyo al régimen.

  • “Poesía arraigada” (Garcilaso, Escorial): poesía tradicional, belleza, sin referencias a la posguerra. Temas: amor, muerte, Dios. Rosales, Vivanco, Leopoldo Panero, Ridruejo.
  • “Poesía desarraigada” (“vencidos”, Espadaña): Sombra del paraíso (Aleixandre), Hijos de la ira (Dámaso Alonso). Verso libre, alusiones a la realidad.

Años 50: “Poesía social”: existencialismo, preocupaciones sociales, poesía objetiva y de denuncia, lenguaje sencillo. Hierro, Celaya, Blas de Otero.

Finales de los 50: poesía más personal, renovación del lenguaje. Ángel González, Claudio Rodríguez, Valente, Gil de Biedma. Verso libre.

Años 70: “Novísmos” (Nueve novísimos poetas españoles): Gimferrer, Leopoldo María Panero, Ana María Moix. Preocupación formal, alejamiento social, referencias culturales, surrealismo.

La poesía de la Generación del 27

Generación del 27 (homenaje a Góngora, 1927): Residencia de Estudiantes, apoyo a la República.

Características:

  1. Mezcla de tradición y vanguardia: Góngora, clásicos, Romancero, Surrealismo.
  2. Belleza a través de la imagen. Poesía pura.
  3. Temas: amor, muerte, destino, temas populares.
  4. Lenguaje lírico.
  5. Estrofas tradicionales (romance, copla) y clásicas (soneto, terceto). Verso libre. Anáfora, paralelismo.

Autores:

  • Federico García Lorca: fusión de lo culto y lo popular, simbolismo, soledad, destino, marginación. Etapas: neopopularista (Poema del cante jondo, Romancero gitano), surrealista (Poeta en Nueva York).
  • Rafael Alberti: compromiso político, fusión de lo popular y lo culto. Marinero en tierra, Sobre los ángeles.
  • Pedro Salinas: influencia de Juan Ramón Jiménez, poesía intelectualizada y sencilla. Etapas: poesía pura y futurismo (Seguro azar), amor (La voz a ti debida, Razón de amor), angustia (Confianza).
  • Jorge Guillén: poesía pura, optimismo. Aire nuestro.
  • Vicente Aleixandre: pesimismo. La destrucción o el amor.
  • Gerardo Diego: poesía tradicional y vanguardista. Imagen, Manual de espumas.
  • Dámaso Alonso: poesía desarraigada, existencialismo. Hijos de la ira.
  • Luis Cernuda: huye de la rima. La realidad y el deseo.

El Romanticismo

Romanticismo (primera mitad del siglo XIX): libertad individual, rechazo de reglas sociales y artísticas, rebeldía, subjetividad, inconformismo, sufrimiento, búsqueda de la felicidad, amor e ideales imposibles. Evasión en el pasado, paisajes exóticos, lugares tétricos, introspección. Nacionalismo. Mezcla de prosa y verso, versificación variada, rechazo de las tres unidades, mezcla de lo cómico y lo dramático. Amor idealizado y apasionado.

Romanticismo en España (1830): condicionado por el absolutismo de Fernando VII. Ángel de Saavedra (Duque de Rivas), Don Álvaro o la fuerza del sino (1835). Influencias de Goethe y Lord Byron.

Lírica: Espronceda (“Canción del pirata”, “Canción del mendigo”, El estudiante de Salamanca, El Diablo Mundo), Bécquer (Rimas, Leyendas), Rosalía de Castro (Follas Novas, En las orillas del Sar).

Narrativa: novela histórica. Espronceda (Sancho Saldaña), Gil y Carrasco (El Señor de Bembibre). Costumbrismo: Mesonero Romanos (Escenas matritenses), Estébanez Calderón (Escenas andaluzas).

Periodismo: Larra (Artículos, “Vuelva usted mañana”).

Teatro romántico: libertad, rechazo del neoclasicismo, ruptura de las tres unidades, mezcla de prosa y verso, temas históricos y legendarios, finales trágicos. Duque de Rivas (Don Álvaro o la fuerza del sino), Zorrilla (A buen juez mejor testigo, Don Juan Tenorio).

La literatura del siglo XVIII. Ensayo y teatro

Felipe V, Borbones e Ilustración: razón, utilitarismo, progreso, espíritu científico, reformismo, educación. Difusión de ideas: enciclopedia, libros, periódicos, revistas. Instituciones: Biblioteca Nacional, Real Academia Española, Real Academia de la Historia. Carlos III: despotismo ilustrado.

Literatura: desarrollo del ensayo, estética clasicista.

Etapas:

  1. Posbarroquismo: continuación del Barroco. Torres Villarroel. Crítica, ensayo, sátira.
  2. Neoclasicismo: reglas clásicas, Poética de Luzán (teatro neoclásico: tres unidades, verosimilitud, afán moralizador). Teatro: Nicolás y Leandro Fernández de Moratín, Ramón de la Cruz. Novela: Fray Gerundio de Campazas (Padre Isla). Fábulas: Samaniego, Iriarte. Poesía: Meléndez Valdés. Ensayo: Feijoo, Jovellanos.
  3. Prerromanticismo: temas emotivos, nocturnos, lacrimosos. Cadalso (Noches lúgubres, Cartas marruecas).

Ensayistas:

  • Feijoo: Teatro Crítico universal, Cartas eruditas.
  • Jovellanos: ensayos políticos, económicos, filosóficos, históricos. Prosa elegante y sobria. Informe sobre el expediente de la Ley agraria, Memoria del castillo de Bellver.
  • Cadalso: Noches lúgubres, Cartas marruecas.

Teatro: “comedias de figurón” (imitación del Barroco), prohibidas por el gobierno. Teatro ilustrado: tres unidades, didactismo, moral, verosimilitud. Tragedias (Raquel, García de la Huerta), comedias urbanas (La señorita malcriada, Iriarte), comedias sentimentales (El delincuente honrado, Jovellanos).

Leandro Fernández de Moratín: teatro neoclásico, finalidad didáctica y moralizadora, crítica del abuso de autoridad y la mala educación, defensa de la libertad de la mujer. El sí de las niñas, El viejo y la niña, El barón, La comedia nueva o El café.

Ramón de la Cruz: sainetes. El rastro por la mañana, La pradera de San Isidro.

Análisis Literario de Obras del Siglo XVIII, XX (Pre y Post Guerra) e Hispanoamericana

Análisis de Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez

Crónica de una muerte anunciada (1981), de Gabriel García Márquez, presenta rasgos del “Realismo Mágico”: mundo de los sueños, exageraciones, mitificación. La obra, basada en hechos reales, se centra en un crimen de honor: Santiago Nasar es asesinado por haber mantenido relaciones sexuales con Ángela Vicario. La complejidad reside en la alteración cronológica y la estructura de puzle. Técnicas narrativas: elipsis, estructura circular, fragmentación, diálogos fluidos. Obra poliédrica: variedad de puntos de vista. Estilo periodístico, crónica de sucesos. Crítica e ironía sobre el concepto de honor. Tragedia: Nasar, víctima inocente en una sociedad machista. Una de las novelas más importantes en lengua española.

Análisis de Pic-nic de Fernando Arrabal

Pic-nic (1947), de Fernando Arrabal, es un manifiesto antibelicista enmarcado en el teatro del absurdo y el existencialismo. Contexto: posguerra española, Guerra Fría, miedo a la guerra nuclear. Influencias: Ionesco, Valle-Inclán, Nietzsche, Schopenhauer, Sartre, Kierkegaard. La obra presenta un picnic durante la batalla, con diálogos absurdos e infantiles que buscan soluciones para la guerra. Crítica: la guerra es absurda, se combate entre hermanos. Mensaje universal: no hay vencedores ni vencidos, la humanidad pierde. Crítica a la falta de preparación de los republicanos en la Guerra Civil. Personajes infantiles, tragedia e ingenuidad. Crítica a la participación de personas sin conocimientos bélicos en las guerras.

Análisis de El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín

El sí de las niñas (1806), de Leandro Fernández de Moratín, comedia neoclásica con rasgos prerrománticos. Temas: educación autoritaria, matrimonios concertados, gazmoñería religiosa. Crítica social y afán reformista. Personajes: doña Irene (madre egoísta), don Diego (sensato y equilibrado), doña Paquita (joven honesta y mal educada), don Carlos (sobrino de don Diego), criados (Simón, Calamocha, Rita). Prosa natural, diálogos vivos. Respeto de las tres unidades dramáticas. Finalidad educativa y moralizadora. Educación en libertad.

Análisis de La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca

La casa de Bernarda Alba (1936), de Federico García Lorca, tragedia en tres actos. Contexto: Guerra Civil española. Lorca: poeta y dramaturgo, “teatro imposible”, teatro como instrumento educativo, “La Barraca”. Conflicto: autoridad (Bernarda) vs. libertad (hijas, Adela). Reclusión impuesta por Bernarda tras la muerte de su marido. Represión sexual. Pepe el Romano: catalizador de la tragedia. Conflicto: realidad vs. deseo, autoridad vs. libertad. Sustrato histórico: totalitarismos, situación española. Personajes: Bernarda (autoritarismo, represión), hijas (sumisión y rebeldía), Pepe el Romano, Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio, Adela (rebeldía), Josefa (abuela demente, verdad). Simbolismo: casa (luto, silencio), ventanas (libertad), mundo exterior (pasiones). Crítica social: moral tradicional, presión social, diferencias sociales, “orgullo de casta”, condición de la mujer. Obra maestra del teatro español del siglo XX.