Antonio Machado: Del Modernismo al Noventayochismo
La trayectoria poética de Antonio Machado parte del Modernismo y evoluciona hacia un planteamiento noventayochista, caracterizado por la profundidad filosófica y la preocupación por España.
Trayectoria poética
Soledades, galerías y otros poemas (1907)
Machado utiliza abundantes recursos característicos del Modernismo simbolista en la ambientación (jardines solitarios adornados con fuentes) y en los recursos (aliteraciones, sinestesias, abundante adjetivación). Entre los temas, destacan:
- Los sueños.
- El paisaje como reflejo del estado de ánimo del yo lírico.
- Sentimientos como la melancolía, la angustia por el paso del tiempo, la nostalgia de la infancia o del amor perdido.
Machado emplea como recurso primordial el símbolo, asociando cada uno de ellos a los diferentes ejes temáticos. Los elementos del paisaje se cargan de valor simbólico para expresar el estado de ánimo del yo lírico:
- La tarde simboliza la melancolía, el presentimiento de la muerte.
- El agua significa vida cuando brota, o monotonía o muerte cuando está presa en una fuente.
- El camino o el río sugieren la vida y el paso del tiempo.
En cuanto a la métrica, se observan diversas estructuras, entre las que destaca el romance y la silva-romance (versos de 7 y 11 sílabas, como en la silva, con rima asonante en los versos pares, como en el romance).
Campos de Castilla (1912-1917)
Los poemas de este libro se pueden agrupar en dos grandes bloques según los temas, que coinciden con las preocupaciones de la Generación del 98:
A. El tema de España tiene dos núcleos: el paisaje y las gentes de Castilla, y la denuncia de la situación del país.
B. El tema filosófico y existencial se ve en los poemas dedicados a la muerte de Leonor y a la búsqueda de Dios.
A) EL TEMA DE ESPAÑA
A.1) El paisaje
En la primera edición (1912) se describe el paisaje castellano, concretamente el de Soria, adonde Machado se va a vivir en 1907. Este paisaje le causa una profunda impresión que quedará profundamente grabada en el alma del poeta, aunque la visión que da de la tierra soriana es negativa, incluso despectiva.
En la segunda edición (1917) añade composiciones que escribe durante su estancia en Baeza, ciudad andaluza en la que se refugiará tras la muerte de su esposa, Leonor. Generalmente, este paisaje se contrapone al castellano, destacando los tonos luminosos, verdes, fértiles de los olivares andaluces. Sin embargo, el poeta se lamenta de que el paisaje de su tierra natal, a pesar de su belleza, no haya penetrado todavía en su alma. Todos los poemas dedicados a Leonor los escribe en Baeza; por ello, en algunos poemas de esta serie el paisaje andaluz, alegre en otras ocasiones, transmite tristeza, indicando el cansancio espiritual y la profunda melancolía del poeta. En contraste con esto, el paisaje soriano, ya en el recuerdo, se carga de connotaciones positivas.
A.2) La denuncia de la situación que vive España
Son características de la Generación del 98 las dos formas de mirar a Castilla: desde un punto de vista lírico, aprecian la belleza o la majestad del paisaje castellano; y desde un punto de vista crítico, que nace de la preocupación por la miseria y la decadencia de Castilla, se contrasta su pasado glorioso con el mezquino presente. Se incluye en este tema el extenso romance “La tierra de Alvargonzález”, en el que se denuncian la brutalidad y la miseria material y moral presentes en la España rural. En otros poemas se reflexiona sobre el presente y el futuro de España, y se anuncia la necesidad de comprometerse para construir una España mejor.
B. EL PROBLEMA EXISTENCIAL: EL PASO DEL TIEMPO Y LA MUERTE
Su actitud vital ante la muerte es variada: desde la angustia a la melancolía o a la rebeldía, que se manifiesta sobre todo en los poemas que tratan sobre la muerte de Leonor. En ocasiones, el recuerdo de su mujer se asocia al paisaje de Soria, evocado desde una lejanía espacial y temporal que sugiere ausencia, recuerdo, soledad e incluso esperanza.
Este tema aparece reflejado a través de símbolos. Algunos de ellos ya estaban presentes en Soledades:
- El agua es quizá el símbolo más frecuente. Su fluir constante se hace símbolo del paso del tiempo (el río de la vida); puede representar la muerte, quieta en la taza de la fuente o en la inmensidad del mar al que confluyen todas las aguas.
- La tarde suele expresar la decadencia y la vejez espiritual. Por esto, los adjetivos referidos a colores que acompañan a la tarde y a los elementos del paisaje en esa hora (rojos, cárdenos, violetas…) se cargan de connotaciones de melancolía y tristeza.
- Los caminos son frecuentemente símbolos de la vida: el camino real se difumina, se borra hacia la lejanía, hacia el futuro, del que nada sabemos; y, al mismo tiempo, se convierte en motivo de melancolía, de ensueño que trae recuerdos.
- Los árboles expresan, mediante los cambios que provocan en ellos las estaciones, la fugacidad de la vida.
Juan Ramón Jiménez: Búsqueda de la Poesía Pura
Concepto de Poesía
Ante todo, Poesía es Belleza, y todos los elementos y los recursos de la poesía se dedican a conseguirla. Por eso su objetivo es la poesía pura o desnuda, es decir, la que huye de los adornos superfluos y de cualquier propósito que no sea el estético. Pero la poesía es también un modo de conocimiento que permite ahondar en la esencia de las realidades, en su verdad más profunda. Y es también la expresión del deseo de eternidad.
Obsesionado por conseguir la perfección, corregía sus versos continuamente. Esa elevada exigencia estética hace de Juan Ramón un prototipo del poeta minoritario. Es famosa su dedicatoria: “A la minoría siempre.” Su poesía, como veremos, es de creciente dificultad. No está pensada para que la lea todo el mundo, sino para una élite intelectual.
Trayectoria y Evolución
Por edad, Juan Ramón pertenece a la llamada Generación de 1914 (o novecentista). Si bien por su precocidad participó en el Modernismo, pronto representará su superación hacia nuevos horizontes.
Según este poema, cabe distinguir en su trayectoria las siguientes etapas:
Primera época (hasta 1915)
En los comienzos, escribió una poesía sencilla, intimista, con influencia del Romanticismo y sobre todo de Bécquer. El principal libro de estos años es Arias tristes (1903). Adopta luego los “ropajes” modernistas: aunque no se trata del Modernismo exótico y decorativo, con pavos reales, princesas y fiestas galantes, en esta etapa Juan Ramón Jiménez aspira a embellecer la realidad con un lenguaje sensorial: colorista y musical. Ejemplos de esta época son La soledad sonora, y otros, escritos de 1908 a 1915. De esta época es también el tan conocido libro de prosa lírica Platero y yo (1914).
Segunda época (1917-1936)
Pero su afán de renovación lo lleva hacia una poesía desnuda, pura o intelectual: desaparecerán la adjetivación sensorial o los ritmos sonoros propios del Modernismo, para dejar paso a la concentración conceptual y emotiva. Se intenta describir la impresión que deja la contemplación de las cosas en el intelecto del poeta. Por ejemplo, al contemplar el mar, el poeta ve en él la eternidad del presente, la desnudez, la plenitud. Los poemas tratan de expresar lo esencial de las cosas. Es una poesía de ideas más que de sentimientos, poesía intelectual, dirigida a la inteligencia. En cuanto a la forma, es una poesía desnuda de adornos innecesarios: el tono es natural, ha desaparecido el vocabulario brillante y se busca la expresión sencilla y precisa. En la métrica, predomina el verso libre, es decir, sin rima y sin regularidad en el número de sílabas de los versos; el ritmo propio de la poesía se consigue con repeticiones: paralelismos, anáforas, etc.
Tercera época (1936-1958)
Desde 1936 la poesía expresa vivencias místicas: el poeta se identifica con un Dios que él identifica con la Naturaleza o la Belleza absoluta. Son temas centrales de esta poesía la búsqueda de lo absoluto y el ansia de eternidad o de plenitud. El panteísmo ve en todo a Dios y la voz lírica forma parte de ese todo. Hay un deseo de fundirse en un yo total, de unirse en el cosmos y la divinidad participando de lo eterno.
La Generación del 27: Tradición y Vanguardia
Pertenecen a la llamada Generación del 27 un grupo de escritores, conocidos sobre todo por su obra poética, y artistas de otros ámbitos, nacidos en los últimos años del siglo XIX o en los primeros años del siglo XX. Esta generación debe su nombre a que en 1927 se reunieron para celebrar un homenaje en el Ateneo de Sevilla al poeta Luis de Góngora, cuando se cumplían trescientos años de su muerte. Aunque hay importantes diferencias de estilo entre los miembros del 27, todos ellos comparten dos rasgos comunes: por un lado sienten atracción por las Vanguardias, y por otro, aprecian la tradición literaria, tanto culta como popular, antigua y reciente.
Evolución
Primera etapa (hasta 1928)
En esta época conviven distintas tendencias, a veces de signo opuesto.
- Por una parte, la admiración por la tradición literaria los lleva a escribir romances, coplas y canciones (lo que se conoce como Neopopularismo, pues recrean las formas de la poesía popular, y cuyas cumbres fueron Romancero gitano, de García Lorca, y Marinero en tierra, de Rafael Alberti), pero también poemas cultos, como los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca.
- Al mismo tiempo, se aprecia el influjo de autores y tendencias contemporáneos, como Juan Ramón Jiménez, que los orienta hacia la poesía pura: muy perfecta desde el punto de vista formal y depurada de sentimientos y adornos superfluos.
- Además, se ven atraídos por las primeras vanguardias, con su deseo de originalidad, de experimentación y de ruptura con la tradición. Así, Salinas escribe poemas a la bombilla o a la máquina de escribir, Alberti al billete de tranvía, a un portero de fútbol… En lo formal, las vanguardias se caracterizan por el uso del verso libre, la disposición peculiar de los versos (que a veces recuerda a los caligramas), la ausencia de signos de puntuación, el empleo de metáforas visionarias (en las que se ha perdido la relación lógica existente entre el término real y el imaginario)…
Segunda etapa (desde 1928 hasta 1939)
Comienza a notarse un cansancio del puro formalismo y se inicia un proceso de rehumanización, de valoración de los aspectos más cercanos a los sentimientos y al momento histórico. Esta revalorización de lo humano coincide con la irrupción de la vanguardia más importante para la Generación del 27: el Surrealismo, el cual pretendía la liberación total del hombre y de sus instintos (de su subconsciente) en todos los terrenos: la vida privada, el arte, la sociedad y la política. En consecuencia, rechaza la racionalidad y las normas sociales. Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, y Sobre los ángeles, de Rafael Alberti, son las obras surrealistas más conocidas, pero el otro gran poeta surrealista de la generación es Vicente Aleixandre, del que podemos destacar Sombra del paraíso. Pasan a un primer término los más hondos sentimientos humanos (el amor, la angustia metafísica, las frustraciones…) y el compromiso social y político. Comienza una época de poesía trascendente, humana y apasionada. En la República y sobre todo durante la Guerra Civil, algunos poetas, como Alberti, adoptaron una concreta militancia política que los llevó a una poesía comprometida, útil, incluso de combate.
Tercera etapa (desde 1939)
Después del fusilamiento de Lorca en 1936 y del exilio de la mayor parte de los miembros del grupo, el grupo se rompe. Los autores exiliados escriben poemas sobre la Guerra Civil y sobre la nostalgia de la patria perdida. Los poetas que se han quedado en España derivan hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, como ocurre con Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. Todos los autores del grupo siguieron en plenitud creadora hasta edad avanzada (el último en morir fue Alberti a finales de 1999). El Premio Nobel de Literatura de 1977 a Aleixandre confirmó la importancia de un grupo que dio a la lírica española una nueva edad de oro.
La Fundación de Buero Vallejo: Realidad y Ficción
Personajes
- Tomás
- Es el protagonista de la obra. Debido a la tortura recibida en la cárcel y a un intento de suicidio, después de haber delatado a sus compañeros, sufre una enfermedad mental que le hace creer que está en una fundación; a medida que la obra transcurre esta idea va desapareciendo hasta que regresa a la realidad por completo.
- Tulio
- Es, en un principio, colérico y se caracteriza por su hosquedad e intransigencia. Es el que peor se lleva con Tomás, ya que no le gusta seguirle el juego e incluso en ocasiones da la impresión de que se ríe de él. Al final, cuando Tomás comienza a recuperar la cordura y a entrar en la realidad, es Tulio el que empieza a soñar y acaba siendo el que en mayor grado se identifica con él al final de la historia, por lo que, dada su humanidad, su ejecución resulta más dolorosa.
- Asel
- Es quien impulsa la acción dramática. Es él el que ha ideado la terapia para que Tomás vuelva a la realidad, y es él quien ha preparado el proyecto de fuga. Pero, además, Asel confiesa en la segunda parte que él también ha delatado a sus compañeros en el pasado, lo que costó, al menos, una vida. Por eso es el que mejor entiende lo que le pasa a Tomás, y esto lo convierte en su mejor amigo. Es el más luchador e inteligente, el líder. La actitud final de Asel, al igual que la de Tulio, parecen contagiadas por la fantasía de Tomás, como si de un proceso de “quijotización” se tratase. Asel afirma dos veces que el paisaje que veía Tomás es verdadero. El propósito de esta transformación de los personajes es sugerirnos que debemos soñar con ese mundo idílico, que debemos luchar por esa aspiración a algo absoluto y imposible. Al final de la obra se lo llevan para interrogarlo y, consciente de su debilidad en aquellos momentos, decide suicidarse para no delatar a sus compañeros.
- Lino
- Aparece descrito como una persona brusca y con poco tacto. Pero su actitud callada y pasiva se va transformando en una implicación activa cuando informa al resto sobre la traición de Max y decide asesinarlo. Tomás no lo aprueba por ser algo cruel e innecesario. Su acción, por otro lado, podría haber echado a perder la posibilidad de escapar.
- Max
- Se nos presenta como un hombre “de unos treinta y cinco años de agradable fisonomía”. Tiene un carácter tranquilo y bromista. Defiende a Tomás al principio, pero cuando todos sospechan que Tomás es el delator empieza a atacarle. Al final sabremos que fue Max quien traicionó a sus compañeros por un poco de comida y algunas comodidades. En el desenlace de la obra Lino lo asesina tirándolo al vacío.
- El Hombre sin nombre
- Es el compañero enfermo con el que habla Tomás hasta que se da cuenta, cuando se lo llevan los carceleros, de que está muerto desde hace ya seis días. Es el primer elemento que desencadena la curación de Tomás.
- Berta
- Es la novia imaginaria de Tomás. Él cree que ella está en otro pabellón de la Fundación, que lo visita y que habla con ella. Berta podría considerarse un desdoblamiento de la personalidad de Tomás, un reflejo subconsciente que experimenta los primeros atisbos de la realidad, la voz de la conciencia y de la razón.
Argumento y Temas
La dimensión trágica de la obra reside en la magnitud de los problemas tratados y en la fatalidad del desenlace. Pero, además, como tragedia de nuestro tiempo, adquiere especial interés su simbolismo como análisis de una sociedad y de un mundo con los que el autor no está de acuerdo, y que conducen a los individuos al trágico final de su existencia.
Como tema principal podríamos destacar la búsqueda de la verdad, representada en el proceso de cambio sufrido por el protagonista. El descubrimiento de la verdad tiene tanto una vertiente individual como un sentido colectivo, según el cual la autenticidad debe perseguirse como un fin ético de la sociedad. Tomás y su locura representan en cierto modo a la sociedad que se crea ilusiones para no ver los problemas que la rodean y las injusticias que se cometen diariamente, lo que convierte a esta sociedad en una sociedad insolidaria que utiliza el engaño para ocultarse de sí misma. El tema de la locura en la dramaturgia de Buero Vallejo sugiere importantes posibilidades interpretativas.
De hecho, los locos son numerosos entre los personajes de Buero y con frecuencia, el temor, el desconcierto, la insatisfacción o alguna emoción violenta llevan a los personajes a interrogarse acerca de su propia cordura o de la cordura ajena. El caso de Tomás corrobora en cierta medida dicha afirmación ya que su mundo irreal no excluye ciertas apreciaciones muy certeras acerca de sus compañeros de celda, así como un entendimiento inconsciente de su situación, reflejado en los imaginarios diálogos con Berta.
Otro aspecto muy debatido es la diferencia entre violencia y crueldad, que se plantea cuando Lino mata a Max y Tomás se lo reprocha, pero Lino le contesta: “Si no acertamos a separar la violencia de la crueldad, seremos aplastados”. Parece que el autor rechaza la violencia gratuita, que se convierte en crueldad, pero mantiene que es necesario ante todo luchar contra la injusticia, contra todo lo que impide la libertad del ser humano. En momentos así, cree que es imposible prescindir del uso de la fuerza. Y no se puede olvidar que la obra plantea el conflicto de cinco personajes que están en la cárcel condenados a muerte por la lucha política.
Relacionado con este tema, y con el de la libertad está el de la tortura y la delación. Ante el espectador, Tomás es digno de lástima, aunque ha delatado a sus compañeros, que están en la cárcel por su culpa. Pero se le perdona porque la delación se ha producido bajo torturas, y la debilidad en estas condiciones está justificada. De hecho, Asel se suicida porque no está convencido de poder aguantar las torturas que le van a infligir. Sin embargo, la delación de Max se considera una traición, porque no ha sido provocada por la tortura, sino por bajas compensaciones materiales. Al lado del tema de la traición, es necesario destacar su contrapartida, la dignidad humana, que lleva a algunos personajes a dar su vida por una causa común, a pesar de todas las debilidades que demuestran, y a luchar para conseguir un mundo mejor.
Lugar, Tiempo y Acción
Lugar
La obra mantiene la unidad de lugar, ya que toda la acción transcurre en un único espacio, aunque este varíe su configuración a lo largo de la obra, al pasar de ser la habitación confortable de una fundación a la celda de una cárcel. Podríamos decir que el escenario está situado en la mente de Tomás o al menos que lo vemos a través de sus ojos, y es un elemento de importancia trascendental en el desarrollo de la historia, ya que el proceso mental que se produce en el personaje al ir acercándose a la realidad se refleja en la transformación paulatina del escenario. Así, los sillones se transformarán en petates o las librerías en paredes desnudas, por ejemplo.
Tiempo
En la obra no hay indicaciones temporales muy precisas, pero la acción dramática transcurre, sin saltos cronológicos internos, en pocos días. En la primera parte, el primer cuadro tiene lugar una mañana poco antes de comer. El cuadro segundo transcurre esa misma tarde. En la segunda parte, el tercer cuadro se desarrolla tres días después, cuando los presos acaban de cenar. En el último cuadro han pasado pocos días, quizá uno sólo. Toda la obra comprende cuatro días o poco más, tiempo mínimo imprescindible para poder explicar el proceso mental que experimenta Tomás. Sin embargo, la historia que se representa abarca un tiempo más amplio. A medida que los diferentes elementos del escenario van recuperando su condición carcelaria, es decir, a medida que el protagonista se aproxima a la realidad, se le suministran al espectador los datos referentes al tiempo pasado y que explican la situación presente: la delación de Tomás, la condena a muerte. Por lo tanto la obra tiene un comienzo in medias res, o sea, cuando ya han transcurrido acontecimientos importantes. Por lo que se refiere a la época y al lugar en que sucede la acción, el autor no encuadra la obra en ningún momento histórico, a pesar de que su estreno se produce durante el franquismo y de que Buero vivió una situación similar a la de los protagonistas, pues estuvo preso por motivos políticos. Se puede pensar que el autor evitó aludir a la realidad política de la época para evitar la censura; sin embargo, también es cierto que su intención es superar el ámbito de lo particular para reflexionar sobre lo universal: su denuncia no se limita a la situación concreta de la obra o de la época en la que se escribe, sino que pretende cuestionar aspectos esenciales de la condición y la vida humana.
Acción
La historia se le desvela al espectador con la misma lentitud con que la conoce el protagonista, a medida que este va pasando de la ficción a la realidad, y se complica rápidamente al final al desvelarse los proyectos de fuga y la nueva existencia de un delator, que se resuelve fatalmente. En general, la acción no incluye muchas peripecias hasta el final. Durante toda la primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda, la acción se centra en el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás y su sustitución por el real. Los únicos instantes de tensión son el descubrimiento del cadáver por los carceleros y la salida de Tulio para su ejecución. Hay otro nudo de acción al que apenas se alude en toda la primera parte, y que toma fuerza en la segunda: el proyecto de evasión a través de un túnel. Estos dos ejes de acción se entrecruzan, y es Asel el desencadenante de ambos.
Notas Gramaticales: Cláusulas Subordinadas con ‘QUE’
Subordinadas de ‘QUE’ Relativo
- QUE: Se puede sustituir por el cual, la cual, los cuales, las cuales (aunque en ocasiones quede forzado).
- No solo es un NEXO, también sustituye a una palabra ya citada (el antecedente), por eso tiene una función en la cláusula subordinada (SUJ, ATR, CD, CC…).
- Para averiguar la función de QUE en la subordinada, hay que poner en su lugar el antecedente y comprobar qué función realizaría en la cláusula subordinada (a veces hay que “retocar” la frase, poniéndole delante un determinante o cambiando el orden de las funciones).
- Cláusula subordinada: Cumple la misma función que un adjetivo o una frase preposicional (fprep). Por este motivo actúa como MODIFICADOR dentro de una frase, cuyo NÚCLEO es el antecedente; es decir, no realiza una función directamente en la cláusula principal.
Subordinadas de ‘QUE’ Conjunción
- QUE es simplemente un NEXO, no tiene función en la cláusula subordinada. Por eso no se puede sustituir en ningún caso por el cual, la cual.
- La cláusula subordinada cumple la misma función que un sustantivo (o una frase nominal). Precisamente por eso se conocen como subordinadas sustantivas.
- En este caso, la cláusula subordinada funciona como CD, igual que el sustantivo del primer ejemplo y que la frase nominal (fnom) del segundo (en los tres casos es sustituible por lo, la, los, las).
- En otros ejemplos, puede funcionar como SUJ o como TÉRMINO (dentro de una fprep).
Tipos de Cláusulas Subordinadas Adjetivas o de Relativo
- Con antecedente: QUE, EL CUAL, LA CUAL, LOS CUALES, LAS CUALES, CUYO, CUYA, CUYOS, CUYAS.
- Sin antecedente: EL QUE, LA QUE, LOS QUE, LAS QUE, QUIEN, QUIENES.
- Con o sin antecedente: COMO y DONDE.