Panorama de la Literatura y el Teatro Español desde la Posguerra hasta la Democracia

Literatura y Teatro Español: Un Recorrido desde la Posguerra hasta la Democracia

La Narrativa en la Posguerra (Años 40)

Tras la Guerra Civil, los novelistas en el exilio abordaron el tema de España, evocando recuerdos de la guerra, la infancia y la juventud, la tragedia del exilio y la adaptación a nuevos entornos. Reflexionaron sobre la naturaleza y la existencia humana. Destacan Francisco Ayala (Muertes de perro) y Max Aub (El laberinto mágico).

En España, surgieron dos tendencias:

  • Novela idealista: Afines al régimen, se dividieron en:
    • Corriente política: Ensalzaban los valores tradicionalistas y católicos del franquismo (Rafael García Serrano, La fiel infantería; Ballester Javier Mariño).
    • Corriente de evasión: Evitaban alusiones a la guerra y sus consecuencias, protagonizadas por personajes de clase media (Cecilio Benítez de Castro, Maleni).
  • Realismo existencial: Se cuestionaba el sentido de la existencia humana, reflejando la miseria moral y material, así como la frustración y soledad de la posguerra. Camilo José Cela escribió La familia de Pascual Duarte, obra clave del tremendismo, un realismo centrado en los aspectos más truculentos y aberrantes de la realidad, con crudeza, narración en primera persona y la técnica del manuscrito encontrado. También destacan Carmen Laforet con Nada y Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada.

El Realismo Social (Años 50)

La publicación de La colmena marcó el inicio del realismo social, una tendencia literaria dominante en la década. Estas novelas, de contenido social y enfoque realista, ofrecían testimonios de personajes de clase trabajadora, mostrando las consecuencias de una situación laboral, moral y política injusta y de explotación. El objetivo era transformar el país mediante la denuncia de las injusticias.

Características Generales de la Narrativa Realista Social

  • Influencias literarias: Preferencia por la literatura clásica española, el realismo, el naturalismo, el objetivismo francés y el neorrealismo italiano.
  • Tema central: Reflejo de la situación de España bajo la dictadura, de manera velada.
  • Personajes: Tipos o colectivos que representan una clase social determinada y sus problemas.
  • Narrador: Objetivo en tercera persona, que da testimonio de la conducta.
  • Lenguaje: Sobrio y claro.
  • Escenarios: Cotidianos, rurales o urbanos.
  • Tiempo y espacio: Breves y reducidos.
  • Narración: Lineal.

Sensibilidades dentro del Realismo Social

  • Neorrealismo: Preocupación por los valores éticos y la intención testimonial de la lucha diaria sin esperanza de mejora. Destacan Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Ana María Matute (Primera memoria) y Carmen Martín Gaite (Entre visillos).
  • Novela social: Denuncia de las injusticias sociales, como la dureza de la vida en el campo, la explotación del proletariado y la vanidad de la vida burguesa. Se caracteriza por un estilo sencillo en lenguaje y técnica narrativa, buscando llegar a un amplio público. Destacan Fernández Santos (Los bravos), Pacheco (Central eléctrica) y Hortelano (Nuevas amistades).

Experimentación y Renovación (Años 60)

Se observa un agotamiento del realismo social y una evolución hacia la experimentación y la renovación. Los escritores españoles se ven influenciados por autores como Proust y latinoamericanos como García Márquez.

Las novelas se vuelven más complejas y experimentales, dirigidas a un lector con mayor preparación intelectual. No solo se busca denunciar la situación social, sino también experimentar con nuevas formas y elementos como el perspectivismo argumental, el monólogo interior, la ruptura del orden cronológico, innovaciones en la ortografía, la mezcla de géneros y la división del relato. Los personajes son seres conflictivos psicológicamente.

Ejemplos de estas nuevas tendencias son Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, Señas de identidad de Juan Goytisolo y Cinco horas con Mario de Miguel Delibes.

El Teatro en la Posguerra

Teatro Continuista (Años 40)

Este teatro, al estilo de la comedia burguesa, buscaba entretener al público burgués y educar. José María Pemán y Joaquín Calvo Sotelo se caracterizaron por piezas bien construidas, con diálogos fluidos y temas como enredos amorosos, infidelidades y conflictos entre padres e hijos, con finales moralizadores. Se realizaba una crítica de las costumbres burguesas, pero sin atacarles violentamente. Otros autores se inclinaron por el tema histórico, como Luca de Tena (¿Dónde vas, Alfonso XII?).

Humor Innovador

Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura desarrollaron un humor innovador que integraba lo verosímil, lo disparatado y lo absurdo con un lenguaje irónico y crítico. Poncela destacó con Eloísa está debajo de un almendro y Mihura con Tres sombreros de copa. Este último, al no ser entendido en su momento, adaptó su humor a un tono menos moral y crítico, como en Maribel y la extraña familia.

Teatro en el Exilio

Alejandro Casona, con obras como La dama del alba, representó el teatro en el exilio.

Teatro Existencial y Realismo Social (Años 50-68)

Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre abordaron las angustias de la condición humana, el compromiso de la denuncia ante la injusticia y la lucha por la libertad. Buero Vallejo integró las distintas corrientes del teatro de posguerra, indagando sobre la condición humana y criticando la realidad. Sintetizó realismo y simbolismo, creando personajes contemplativos y activos, con taras y dudas, pero con esperanza. Utilizó efectos visuales y sonoros. Su teatro existencial se inició con Historia de una escalera, que muestra un mundo gris de vecinos con ilusiones y fracasos. En En la ardiente oscuridad abordó el tema de la ceguera, simbolizando el inconformismo ante las propias limitaciones. Su teatro social denunció la injusticia, mostrando compromiso y preocupación por los problemas humanos, las desigualdades sociales, la falta de humanidad y la lucha por la libertad. Obras destacadas son Hoy es fiesta, Concierto de San Ovidio y El tragaluz. En su tercera etapa, sin abandonar las preocupaciones ideológicas y éticas, buscó una mayor renovación formal con obras como La fundación, un drama simbólico que denuncia la tortura en las cárceles franquistas. En los años 80 estrenó Caimán y Diálogo secreto.

Alfonso Sastre mantuvo una actitud de denuncia social, con intentos de renovación de técnicas dramáticas. Destacan Escuadra hacia la muerte y La mordaza. Otros autores relevantes son Lauro Olmo (La camisa), Muñiz (En el tintero) y Antonio Gala (Los verdes campos del edén).

Teatro Experimental y Renovador (Años 60 y 1968-75)

Este teatro se alejó del realismo dominante, buscando una renovación teatral basada en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales. Estaba dirigido a un público más minoritario. Los autores y grupos disconformes con el sistema buscaban expresar sus propuestas a través del teatro.

  • Teatro vanguardista: Arrabal (El cementerio de automóviles).
  • Teatro simbolista: José Ruibal (La máquina de pedir).

En los años 60, la nueva comedia burguesa triunfó con Alfonso Paso (Las que tienen que servir) y Antonio Gala (¿Por qué corres, Ulises?). También surgieron grupos de teatro independientes, que realizaban montajes de espectáculos propios y se autofinanciaban.

El Teatro a partir de 1975

Con la llegada de la democracia, se escribió en libertad, recuperando a autores como Lorca y Valle-Inclán, y a autores exiliados como Alberti. Fernando Fernán Gómez destacó con Las bicicletas son para el verano y Antonio Gala con Samarkanda.

Los poderes públicos promovieron el teatro y se crearon instituciones como el Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Continuaron los espectáculos de grupos independientes, junto a autores experimentales. Los nuevos autores dramáticos se inclinaron por la comedia neorrealista, que desarrollaba temas de actualidad como la droga, el paro, los problemas juveniles o la delincuencia, con personajes integrados y fracasados en un tono de humor e ironía. El recurso habitual fue la metateatralidad.

Entre los nuevos dramaturgos destacan José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas) y Ernesto Caballero (El cuervo graznador grita venganza). Desde los años 90, se realizaron montajes innovadores de las obras, que encajaban en estas líneas de crítica social y realismo, como El rey de Alberto San Juan. Se desarrolló la comedia musical, con obras como Cats o Sonrisas y lágrimas, y el teatro callejero de protesta. Surgieron nuevas promociones que incorporaron actores profesionales y a personas sin techo de Madrid.