Poesía Española de Posguerra: Evolución y Compromiso Social

La Poesía Española de Posguerra: Evolución y Compromiso Social

La conflictividad social previa a la Guerra Civil y, sobre todo, la propia Guerra influyeron decisivamente en el curso de la poesía. Al hablar de la Generación del 27 habíamos visto cómo la poesía sufría una profunda evolución, desde el formalismo deshumanizado hasta la “rehumanización”.

Durante la Guerra, esa evolución continuó. En general, puede hablarse de un abandono del esteticismo y de un cultivo de una poesía urgente, de carácter casi utilitario, orientada a la propaganda de los ideales tanto de un frente como del otro.

En el bando republicano destacaron autores como Alberti o, sobre todo, Miguel Hernández, que durante la contienda cultivaron una poesía de carácter social. Pero también el bando de los sublevados contó con sus poetas y propagandistas.

Sin embargo, la primera poesía que se difundió en la posguerra supuso una vuelta al conservadurismo, a la imitación de las formas clásicas y también la temática amorosa y espiritualista sin relación con la realidad del momento. Los artistas representativos de esta tendencia se unieron en la publicación de la revista Garcilaso, que se publicó en 1943. Vicente Gaos, crítico contemporáneo, calificó la obra de estos poetas de “anacrónica poesía de evasión”. El grupo de poetas unido en torno a la citada revista inició una línea de poesía que Dámaso Alonso calificó como “poesía arraigada”, oponiéndola a la que él mismo inició en 1944 con su obra Hijos de la ira, ejemplo acabado de una “poesía desarraigada” que, ante la imposibilidad de analizar el drama vivido por el país y la dureza de la situación de la posguerra, trata de reflejar fielmente la angustia existencial del poeta. En la misma línea desarraigada, existencial y, en ocasiones, tremendista, se situó el grupo de poetas unidos en torno a la revista Espadaña. En sus poemas se produce un reflejo de la dura realidad y, sobre todo, de la angustia del poeta.

Blas de Otero: Un Poeta de la Angustia al Compromiso

Con esta tendencia a la poesía desarraigada que refleja la crisis vital del poeta entroncan las primeras obras de Blas de Otero. Sus primeras obras revelan una fuerte influencia de los clásicos del Siglo de Oro, y están marcadas por la angustia. En un primer momento, se trata de una angustia existencial subjetiva, relacionada a menudo con la búsqueda infructuosa de Dios, pero que se va orientando progresivamente al análisis de la situación del hombre en el mundo, se va abriendo a lo social. La poesía de Blas de Otero evoluciona desde lo individual a lo social, y esa evolución se aprecia ya en sus primeras obras importantes: Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, de 1950 y respectivamente, publicadas posteriormente en un único volumen con el título de Ancia.

Biografía y Obras de Blas de Otero

(Bilbao, 1916 – Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado “exilio interior” que caracterizó a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia España.

Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y filosofía y letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.

Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un sombrío nihilismo.

A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última de las sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron bastantes poemas inéditos.

Ancia es quizá la mejor parte de su obra: poesía bronca y “desarraigada”, de imprecación religiosa y de intensa desolación existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio de formas clásicas, agresiva imaginería y juegos conceptistas, coexistencia de niveles léxicos dispares, hábil recurso a la armonía imitativa, empleo de collage. Esta lengua poética singularizará siempre su poesía, a pesar de los cambios.

Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza salvadora. La tarea primordial fue “demostrar hermandad con la tragedia viva”, lo que consiguió a través de un credo poético combativo y comprometido.

En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la “inmensa mayoría” que J.R.Jiménez declaró como destinataria sus versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).