Los Personajes en *La Casa de Bernarda Alba*
En la obra de Federico García Lorca, los personajes femeninos son muy representativos, reflejando la marginación de la mujer en la sociedad de la época. Estas mujeres dependían de un padre y, posteriormente, de un marido. Sin embargo, en la obra, Bernarda Alba es quien ejerce el poder sobre su casa y sus hijas.
Bernarda Alba
Bernarda, cuyo nombre significa “fuerza de oso”, es uno de los personajes más importantes. Representa una encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas, las convenciones morales y sociales, y una mentalidad tradicional. Da gran importancia a las críticas y a la “buena fachada”, incluso cuando no se corresponde con la realidad. Se opone a los impulsos eróticos en favor de la decencia y la honra, mostrando una obsesión por la virginidad. Esta actitud refleja una concepción tradicional del papel de la mujer frente al del hombre, donde a las mujeres se les exige mayor rigidez, mientras que a los hombres se les consiente todo. Como dice Bernarda en la obra: “Hilo y aguja para las hembras; látigo y mula para el varón”.
Bernarda también tiene un marcado orgullo de casta, consciente de pertenecer a una sociedad superior. Esto la lleva a impedir el noviazgo de Martirio con Humanes y a recordarles a sus hijas su privilegiada posición. Su autoridad se manifiesta a través de su bastón y un lenguaje prescriptivo, imponiendo silencio al principio y al final de la obra. Se la considera tirana y dominante, con un poder irracional, como se evidencia en frases como “No pienso, yo ordeno”.
Las Hijas de Bernarda
Las hijas de Bernarda viven entre la reclusión impuesta y el deseo de libertad. Están obsesionadas por lo erótico, y sus anhelos pueden estar ligados a la idea del matrimonio como vía de escape. Las cinco hijas encarnan un abanico de actitudes que van desde la sumisión hasta la rebeldía:
- Angustias (39 años): Hija del primer marido de Bernarda y heredera de una gran fortuna. Atrae a un pretendiente, Pepe el Romano, pero en ella ya no hay ni ilusión ni pasión.
- Magdalena (30 años): Muestra sumisión (“Cada clase tiene que hacer lo suyo”) y amargas protestas (“Malditas sean las mujeres”). Hubiera preferido ser hombre, consciente de que no se casará.
- Amelia (27 años): Su nombre en griego puede significar “sin miel”. Se muestra resignada y tímida.
- Martirio (24 años): Podría haberse casado si su madre no se hubiera opuesto. Esto la llevó al resentimiento, y su actitud hacia los hombres es turbia, mostrando miedo y pasión, lo que la conduce a una nefasta vileza.
- Adela (20 años): La más joven y hermosa, encarna la abierta rebeldía. Su nombre significa “de naturaleza noble”. Su vitalismo se manifiesta en el símbolo del traje verde, y su fuerza y pasión la llevan a exclamar: “Mi cuerpo será de quien yo quiera”. Está dispuesta a convertirse en la querida de Pepe el Romano, desafiando la moral establecida. Su momento culminante es cuando rompe el bastón de su madre, exclamando: “Aquí se acabaron las voces de presidio”, lo que culmina en una trágica rebeldía.
Otros Personajes
- María Josefa: La abuela. En sus palabras se mezclan verdad y locura. Su deseo de salir representa un anhelo común y magnifica problemas como la frustración femenina y el anhelo de matrimonio y maternidad.
- La Poncia: Vieja criada que interviene en conversaciones y conflictos, advirtiendo y aconsejando a Bernarda. Sin embargo, Bernarda le recuerda constantemente la distancia que las separa. La Poncia asume su condición con rencor contenido, hablando abiertamente con las hijas de Bernarda sobre temas sexuales con turbias incitaciones. Se caracteriza por su sabiduría rústica y la riqueza de su habla.
- La Criada: Tiene menor relieve. Comparte el rencor hacia el ama y el difunto marido, quien la acosaba. Se muestra sumisa e hipócrita, obedeciendo a La Poncia pero siendo altanera con la mendiga.
- Las Vecinas: Aparecen al principio del primer acto como mujeres de luto, y Prudencia visita a Bernarda al inicio del tercer acto.
- Pepe el Romano: No aparece en escena, pero está omnipresente. Encarna al hombre, el “oscuro objeto del deseo”. Es un personaje doble, interesado en el dinero de Angustias pero enamorado de Adela, actuando como catalizador de las fuerzas latentes.
Estos personajes están inspirados en modelos reales. Antiguamente, estos papeles eran interpretados por hombres.
Realidad y Poesía en *La Casa de Bernarda Alba*
Las ideas de Lorca sobre el teatro se reflejan en frases como “El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana…”. Estas palabras unen la dimensión humana y estética de su teatro, es decir, la convivencia de la realidad y la poesía. Una de sus ideas dialécticas es la función educadora del teatro: “El teatro es una escuela de llanto y una tribuna libre donde los hombres ponen en evidencia morales viejas”. Esto se vincula a un enfoque social.
Lorca leyó *La Casa de Bernarda Alba* a sus amigos, pero no se estrenó hasta 1945 en Buenos Aires, subtitulada “Drama de las mujeres en los pueblos de España”. Esto se debe al realismo del lenguaje y a expresiones propias del drama rural. La obra presenta una intención de “documental fotográfico”.
Se puede hablar de una riqueza costumbrista en la obra, como el color de las paredes de cada habitación y las labores domésticas. El realismo es compatible con la desmesura y la exasperación, desde el planteamiento hasta la intensidad de la pasión. También aparecen elementos con dimensión simbólica, como el mar y el campo (símbolos de libertad) y el olivar (ámbito de encuentros eróticos). Destaca el vestido verde de Adela, que rompe el luto, y el caballo garañón, que representa la fuerza de los impulsos vitales reprimidos.
La unión de realidad y poesía se encuentra en la maestría del diálogo. Lorca consigue un intenso sabor popular sin recurrir a vulgarismos, utilizando un lenguaje andaluz con características de hipérbole y una peculiar creatividad. Esta dimensión poética del diálogo se manifiesta en imágenes y comparaciones que contradicen el sabor popular, como “ponerla como un lagarto machacado por los niños” o “asustada”.