Realismo y Modernismo: Corrientes Literarias del Siglo XIX y XX

El Realismo Literario

A partir de 1859, se observa en Europa un alejamiento paulatino de las formas de vida y de la mentalidad románticas, cuyas características básicas eran el subjetivismo, el idealismo y el desacuerdo con el mundo circundante. Entre los cambios que se producen, destaca la dominación social de la burguesía y el positivismo como corriente de ideas, que rechaza todo lo que no procede de la experiencia.

El término Realismo aparece en Francia para designar, peyorativamente, obras pictóricas con sencillas escenas cotidianas. Se suele presentar el Realismo como la antítesis del Romanticismo, aunque es inexacto, ya que el Realismo desarrolla elementos que ya existían en la literatura romántica.

El Realismo se desarrollará a partir del Romanticismo por eliminación de algunas de sus facetas: se combate el subjetivismo, se frena la imaginación, se rechaza lo fantástico y se pone un dique a las explosiones del sentimiento. La mirada del autor se desplaza de lo pintoresco a lo cotidiano, abandonando la evocación del pasado, tan grata a los románticos.

A cambio de esta labor de depuración, el Realismo presenta como rasgo fundamental la rigurosa observación de la vida, que se aplica a dos terrenos: la pintura de costumbres y la de caracteres (novela psicológica). Estos aspectos técnicos suelen ir acompañados de un propósito moral o social, lo que hace que sea frecuente la novela de tesis.

Desde el punto de vista de la actitud narrativa y del estilo, las novedades son notables: el ideal de objetividad hace que el novelista adopte una actitud de cronista y tienda a desaparecer (no siempre se cumple). Se observa, además, una progresiva eliminación de la retórica grandilocuente romántica; se prefiere una prosa sobria, adaptada a la índole de los personajes (reflejo, por ejemplo, del habla popular).

El Realismo en España

A pesar de la influencia de los escritores realistas extranjeros, los españoles nunca se ajustarán totalmente a los cánones del Realismo europeo. Sí influyen en el aumento de la preocupación por la documentación, pero buscan la inspiración en la vida y las tierras de España, lo que tiene como consecuencia el predominio de la novela regional (Valera en Andalucía, Galdós en Madrid).

Autores Importantes del Realismo

  • Galdós
  • Valera
  • Clarín
  • Fernán Caballero: Representa el paso del Romanticismo al Realismo – La Gaviota.
  • Pedro Antonio de Alarcón: Empieza como romántico y acaba en el Realismo – El sombrero de tres picos.
  • José María de Pereda: Ya plenamente realista, sigue una línea tradicionalista, apegada a lo rural – La Montálvez.

Géneros Literarios del Realismo

El Realismo gira básicamente en torno a la novela, pues es el género que más se adapta a las nuevas pretensiones objetivas. A la novela corresponden las características vistas hasta ahora.

Sin embargo, también se cultivan la poesía y el teatro, aunque, frente a la novela, que evoluciona claramente hacia el objetivismo, seguirán hasta fechas avanzadas impregnados de un Romanticismo cada vez más hueco. La poesía quedará finalmente marcada por esa mentalidad burguesa dominante, centrada en supuestos poco idealistas y poco sensible a los impulsos líricos. Las direcciones más características son el prosaísmo (representado por Campoamor) y un retoricismo hueco con pretensiones cívico-filosóficas (Núñez de Arce). Paralelamente a esta poesía hueca, dos poetas alcanzan en esta época altas cimas de un lirismo superador del Romanticismo y alejado del prosaísmo: Bécquer y Rosalía de Castro.

El teatro en tiempos realistas abunda en resabios románticos, tanto en el lenguaje como en los temas. La corriente realista aportará algunas preferencias por los temas contemporáneos, el enfoque docente, el lenguaje atemperado (la llamada ‘alta comedia’: Adelardo López de Ayala). Al mismo tiempo, se desarrolla un neorromanticismo gesticulante con los dramas de Echegaray.

Características Literarias del Modernismo: Autores y Obras Representativas

El Modernismo se ha definido como un movimiento artístico propio de una época (1888-1920) y de una serie de circunstancias (agotamiento de viejas tendencias estéticas, encuentro de una voz propia americana, etc.). En dicho movimiento influyen las más importantes escuelas literarias del momento (prerrafaelismo, simbolismo, parnasianismo) y aparecen formas novedosas (renovaciones métricas, estróficas, léxicas, etc.), al tiempo que se ordena un variado y sorprendente catálogo de temas (exotismo, políticos, sociales, mitológicos, etc.). Lo que prima y unifica a este sincretismo estético es la nueva sensibilidad que pone de manifiesto y el renovado lenguaje con que la expresa.

Como rasgo general del movimiento, destaca su insistencia en la experimentación. La constante tentativa de renovación del lenguaje literario hace que el Modernismo se defina como la estética del cambio. Además, se pueden señalar las siguientes peculiaridades:

  • Evasión y exotismo: Crearon un mundo ideal propio que les permitiera afrontar la vida rutinaria.
  • Cosmopolitismo: Lo defendieron como una faceta más de la necesidad de evasión, del anhelo de perseguir lo aristocrático.
  • Renovación del lenguaje poético y de la versificación: Pretendieron renovar el lenguaje poético de modo que fuera una creación única y sorprendente, una continua sucesión de hallazgos.
  • Sincretismo: La búsqueda de una nueva expresión, con un deseo de nutrirse de todo, de abarcarlo todo (sincretismo).

Además de su iniciador, Rubén Darío (Azul), casi todos los poetas españoles de finales del XIX y principios del XX reflejan, de una manera u otra, la presencia renovadora de este movimiento.

Entre los que asimilaron una mayor influencia destacan: Salvador Rueda (Noventa estrofas), Francisco Villaespesa (La musa enferma) y Manuel Machado (Alma), aunque deben señalarse también los giros modernistas en la primera parte de la obra de Juan Ramón Jiménez (Alma de violeta) y de Antonio Machado (Soledades).