El Renacimiento y el Barroco en la Literatura Española
2.1.2 El Idealismo Renacentista
En el Renacimiento, no solo la literatura, sino el arte en general, tiene un marcado carácter idealizado. Por ello, son recurrentes motivos como la belleza en la mujer, de piel blanca y labios rojos, o la naturaleza idílica (locus amoenus), espacio en el que el poeta puede abrir su corazón. Igualmente, la prosa renacentista tendrá un marcado carácter idealizado. Este embellecimiento también se refleja en otros temas de esta etapa como el amor, que normalmente es fuente de dolor, por ser un amor imposible, y la mitología, que será objeto de inspiración para los autores renacentistas.
En esta época se produce un cambio radical en la forma de entender el mundo y el conocimiento, además de que se acrecientan y consolidan los cambios sociales que ya se iniciaron al final de la Edad Media. Dos son las causas de esta expansión cultural; en primer lugar, la mencionada invención de la imprenta; en segundo lugar, el propio ensanchamiento del mundo gracias a los grandes descubrimientos de la época. A estas dos causas, hay que añadir una tercera que incidirá notablemente en la cultura de este siglo: la religión. Partiendo de estas causas, podemos enumerar una serie de características que definen los principales cambios experimentados en este período:
- Auge de la burguesía: aunque la nobleza y el clero siguen manteniendo sus privilegios, el crecimiento de la actividad comercial lleva a la burguesía a ser una clase social muy poderosa, formada principalmente por comerciantes adinerados para los que prima el individualismo y el esfuerzo personal por encima del linaje. Los protagonistas del arte y la historia renacentista son casi siempre personajes de grandeza individual. Por otro lado, los cambios sociales y el inicio de la crisis a mitad de siglo se refleja en el nacimiento de la novela picaresca, con el Lazarillo de Tormes.
- La expansión por Europa y América propicia el interés por el género histórico (con especial predilección por las crónicas de Indias, como la Historia de las Indias, de Bartolomé de las Casas) y el resurgir de la épica (con ejemplos en español como La Araucana, de Alonso de Ercilla, que narra la conquista de Chile).
- Aprecio al pasado grecolatino: en este período se recuperan, estudian y traducen a las lenguas vulgares documentos clásicos escritos en latín y griego. En el arte, el Renacimiento tiene como base el clásico, al que se imita, pero no se copia, pues se trata de la imitación propia del individualismo renacentista, en la que prevalecen el estudio y la experimentación, pero se cuidan la belleza formal, el equilibrio y la simetría. En literatura se cultivarán los géneros (églogas, odas…) y temas de la Antigüedad clásica (el amor, la naturaleza y la mitología).
- Valoración del concepto de “gentil-hombre”: se impone el ideal del individuo culto, que reúne amplios conocimientos sobre saberes diferentes. El modelo ideal del perfecto caballero era el cortesano, que dominaba las armas y las letras, como aparece reflejado en la obra homónima de Baltasar de Castiglione.
- Importancia de la ciencia y de la razón: se piensa que la razón y la ciencia deben explicarlo todo. Por ello, se impone una actitud crítica frente al dogmatismo medieval, que tuvo como consecuencia el florecimiento de las ciencias, en las que destacan científicos como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei o Leonardo Da Vinci.
- Antropocentrismo: en el Renacimiento se produce el paso desde una sociedad y cultura teocéntricas hacia una sociedad antropocéntrica, en la que el hombre será considerado el centro del universo y medida de todas las cosas.
2.2 La Poesía Renacentista: Garcilaso de la Vega
Como modelo al poeta italiano Francesco Petrarca y su Cancionero, una manera nueva de expresar el amor y los sentimientos del poeta. Este modelo poético viene a reforzar las tendencias que ya se apreciaban en la lírica cortesana del siglo XV a través de una poesía lírica que muestra una sensibilidad extrema y donde se habla, ante todo.
Desde el punto de vista formal, junto a los versos tradicionales (octosílabo), se incorporan de la literatura italiana estrofas nuevas que usan el endecasílabo solo o en alternancia con el heptasílabo (soneto, octava real, lira, silva-estancia). En este proceso de adaptación de las formas italianas al castellano fue determinante la labor de tres poetas: Garcilaso de la Vega (en la lírica profana) y Fray Luis de León y San Juan de la Cruz (en la poesía religiosa).
Características de las Principales Estrofas
SONETO – poema estrófico formado por catorce versos endecasílabos (once sílabas), normalmente distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante y esquema métrico ABBA ABBA CDC CDC o CDE CDE
OCTAVA REAL – estrofa de ocho versos endecasílabos con rima consonante y esquema métrico ABABABCC
LIRA – estrofa de cinco versos heptasílabos (siete sílabas) y endecasílabos con rima consonante y esquema métrico 7a 11B 7a 7b 11B
SILVA-ESTANCIA – estrofa de versos heptasílabos y endecasílabos con rima consonante y esquema métrico libre que, al repetir su estructura, se denomina estancia
Garcilaso de la Vega
Es el padre de nuestra poesía moderna. Representa el ideal de caballero renacentista, ya que fue hombre de armas y letras. Sus repetidas estancias en Italia, particularmente en Nápoles, fueron determinantes para la aclimatación de la poesía petrarquista en España. Aunque se casó con Elena de Zúñiga, parece que estuvo enamorado de Isabel Freire, una dama portuguesa de la corte de la reina, que será la figura principal de su mejor poesía amorosa. Se trata de un amor no correspondido, pues Isabel se casó con otro hombre y murió muy joven.
Aunque su obra es muy breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y treinta y ocho sonetos, la producción literaria de Garcilaso puede dividirse en tres etapas:
- A la primera etapa corresponden las canciones primera y segunda. Se observa una asimilación del cancionero tradicional y del prerrenacimiento.
- En una segunda etapa, Garcilaso asimila el clasicismo gracias a sus contactos con Italia. La obra que marca el cambio, con influencias de Petrarca, es la Canción III, en la que domina un tono resignado y armonioso.
- La tercera etapa, claramente petrarquista, está marcada por la muerte de Isabel Freire. Es el momento más fecundo y equilibrado y en el que el arte de Garcilaso llega a su plenitud. A este período corresponden la Canción V, algunos sonetos y las tres églogas.
Destacan las églogas I y III, que son diálogos líricos de amor entre pastores en el marco de una naturaleza idealizada:
- La Égloga I (en estancias) presenta a Salicio, que se queja del desprecio de su amada Galatea, y a Nemoroso, que llora la muerte de Elisa. Ambos pastores representan al propio Garcilaso en dos momentos de su vida.
- La Égloga III (en octavas reales) transcurre en un paisaje idealizado (locus amoenus) a orillas del Tajo, de donde surgen cuatro ninfas que tejen tapices con motivos mitológicos de amores desdichados. La cuarta teje la historia de Nemoroso, que esconde la propia historia del poeta.
La Canción V es conocida como “Oda a la flor de Gnido”. Su primer verso, “Si de mi baja lira”, ha dado nombre a la estrofa utilizada en ella por primera vez en castellano: la lira.
El estilo de Garcilaso de la Vega se caracteriza por la naturalidad, musicalidad y armonía, junto al empleo de figuras como epítetos, metáforas, antítesis y paralelismos. Una de las notas más destacables en este poeta es la adjetivación, que en el Renacimiento alcanza un auge especial. En los temas, es frecuente el uso de la mitología y de tópicos literarios (locus amoenus, carpe diem, descriptio puellae, y collige, virgo, rosas, entre otros), aunque el tema más recurrente de su poesía es el amor.
Cantará a su amada en versos apasionados antes de que esta muriera y en versos muy sentidos y llenos de madurez después de su muerte.
2.3 La Poesía Mística: Fray Luis de León y San Juan de la Cruz
Fruto de la Contrarreforma y del aislamiento político practicado en el reinado de Felipe II, se originan en la segunda mitad del siglo XVI dos corrientes espirituales: la ascética y la mística. La ascética defiende un camino de perfeccionamiento íntimo a través de la oración y el sacrificio en dos fases o momentos: la vía purgativa, por medio de la cual el alma se libera, se purga de los placeres mundanos, que tanto nos atan a lo material, a lo terrenal; y la vía iluminativa: una vez liberada de ese lastre, el alma, tras purificarse, asciende y se acerca a Dios, hasta llegar a contemplar o intuir su luz. Al final de este camino está la mística, que ya no es un proceso, sino un estado de perfección espiritual, una experiencia en la que Dios se une a esa alma en la vía unitiva. Surge así una lírica que utiliza la nueva forma de hacer poesía para abordar temas religiosos. Destacan dos poetas, Fray Luis de León, en la corriente ascética, y San Juan de la Cruz, en la mística.
Los místicos no son solo propios del cristianismo, sino que los hay en todas las religiones monoteístas; en España, tenemos importantes casos en la Edad Media, como el catalán Raimundo Lulio, último gran ejemplo de místico cristiano medieval, o el murciano Ibn Arabi, alumno a su vez de dos místicas musulmanas andalusíes como Fátima de Córdoba o Shams de Marchena. La religión católica considera la unión del alma con Dios un hecho excepcional, de ahí que los místicos católicos sean venerados como santos: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz.
Fray Luis de León
La obra de Fray Luis de León abarca tanto la prosa no ficcional como el verso, así como una amplia labor traductora de textos bíblicos (hecho por el que fue acusado y condenado); sin embargo, destaca por su poesía, que fue publicada de forma póstuma, por Quevedo, en 1631. Comprende un total de veintitrés poemas en los que predominan las estrofas que usan el endecasílabo y el heptasílabo. De entre todas sus composiciones, destacan las odas, que siguen el modelo clásico de Horacio, en las que se vale de la lira, para expresar su tema más recurrente: el ansia de paz en una vida retirada en la que poder acercarse a Dios.
Sus poemas más valorados son Oda a la vida retirada, donde aparecen los tópicos del beatus ille (feliz aquel que vive en paz) y del aurea mediocritas (la dorada medianía, vida ideal, sin lujos, pero libre de ambiciones), Noche serena, que presenta el deseo de la gloria a través de la contemplación de una noche, y Oda a Francisco Salinas, en la que la música de este amigo suyo eleva su alma y lo transporta, por un instante incluso, a la unión con Dios.
Su estilo se caracteriza por la claridad y la armonía, fruto de un cuidado proceso de selección y depuración, con que concilia el espíritu cristiano con la versificación italianista. Entre las figuras retóricas que utiliza con más frecuencia están algunas de repetición, como paralelismos, anáforas o geminaciones, o las que contribuyen a dotar a su poesía de gran musicalidad, como aliteraciones o encabalgamientos.
San Juan de la Cruz
Para este poeta, la poesía es un medio que permite nombrar lo inefable: la unión mística con Dios.
Su producción poética es breve, pero bastan tres poemas, escritos en liras, para situarlo en la cima de nuestra poesía:
- Cántico espiritual, donde la esposa, que simboliza el alma, busca al esposo, símbolo de Dios, en la naturaleza; este, tras ver su insistencia, se deja ver y se une a ella. Esta unión entre amado y amada representa la unión mística del alma con Dios.
- Noche oscura del alma, poema que se refiere a las tres fases de la experiencia mística: la muchacha, símbolo del alma, abandona su casa (el cuerpo) para encontrarse con su amado Dios (vía purgativa); una vez fuera, aunque es de noche, la muchacha es guiada por la luz de su amor al amado (vía iluminativa), al que finalmente se une (vía unitiva).
- Llama de amor viva, un poema de júbilo y exaltación por la unión mística del alma con Dios.
En lo que se refiere al estilo, puede decirse que por ser la experiencia mística algo inefable, es decir, que no puede explicarse con palabras, ha de hacerse por otro tipo de medios: uno de ellos son los símbolos, como el encuentro sexual entre los amantes para representar la unión del alma y Dios. El otro medio son las imágenes, expresiones exclamativas y figuras de contraste (oxímoron, antítesis y paradojas), con los que intenta hacer gráfica una experiencia indescriptible; no de otro modo pueden entenderse expresiones como “la música callada” o que la amada deje sus preocupaciones “entre las azucenas olvidadas”. Además de estas características particulares de la mística, San Juan combina el estilo popular (observable en que es una muchacha la que canta, la sencillez del léxico y la sintaxis, la noche como tiempo de encuentro de los amantes, etc.) y el estilo culto, con elementos propios del amor cortés y temas y motivos bíblicos (con la influencia perceptible del Cantar de los cantares, atribuido a Salomón).
3.1.3 La Mentalidad Barroca: El Desengaño
Producto de la crisis de la que antes hablábamos es la actitud más sobresaliente en el hombre barroco: el desengaño. Dos son las razones que lo hacen aparecer precisamente ahora: la primera son las adversas condiciones políticas de la época (que terminan con la pérdida de gran parte del imperio europeo de España) y la segunda es la voluntad de las clases dominantes (que tratan por todos los medios de impedir la movilidad social).
El desengaño es la causa, a su vez, de otro de los rasgos más característicos de la mentalidad barroca, la depreciación de la realidad, de la que derivan motivos como:
- La dialéctica ser/parecer: la realidad que se muestra ante nuestros ojos no es tal realidad o tal vez no sea lo que parece ser, como se aprecia en el Quijote de Cervantes, en episodios como la carreta de los cómicos, la confusión de molinos con gigantes o de ovejas con ejércitos.
- Muy relacionado con lo anterior está el tema de la locura, que hallamos en la obra maestra cervantina y también en El licenciado Vidriera.
- Otro tema que deriva de esta depreciación es el de la vida como sueño, que da título a una de las principales obras de Calderón de la Barca, o el de la vida como teatro, que aparece en El gran teatro del mundo, también de este autor.
- El disfraz y los juegos de engaño, tan recurrentes en la comedia barroca (Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina, o La dama duende, de Calderón de la Barca) son otra de las manifestaciones literarias de esta depreciación de la realidad.
- El gusto por los juegos de ingenio propios del conceptismo es otra forma de alejarse del reflejo fiel de la realidad.
- Por último, la oscuridad del culteranismo, con sus hipérbatos, alusiones mitológicas, cultismos e italianismos y metáforas arriesgadas, se distancian de la mediocridad de la lengua usual, reflejo de una realidad que gusta muy poco.
Por último, esta crisis de la realidad deja al hombre del siglo XVI desamparado, solo y en continua lucha consigo mismo, lo que desemboca en el estoicismo, una corriente de pensamiento cercana al catolicismo (el estoicismo católico se denomina senequismo), que considera que debemos soportar con resignación cuantos males nos acarrea la existencia. Este pensamiento estoico está muy ligado al pesimismo y a los temas de la muerte, omnipresente en el arte barroco, y del paso del tiempo, que cobrará una importancia fundamental en autores como Quevedo. Sin embargo, junto a este pensamiento, aparece otro, que busca encontrar la felicidad a través de los pequeños placeres que podamos hallar en la vida, ya que esta no nos va a traer grandes alegrías. Este pensamiento, que es complementario al estoicismo, se denomina epicureísmo.
La Poesía de Luis de Góngora
Al contrario de lo que sucedía con Lope, siempre hay distancia entre la vida de Góngora y su obra poética. Góngora rompe muy temprano con la herencia petrarquista para crear una lengua propia para la poesía, lo que dará lugar al culteranismo. Por eso, se han distinguido tradicionalmente dos etapas en su producción poética, desde el “príncipe de la luz”, de sus primeros poemas en versos de arte menor o dentro de la tradición petrarquista, al “príncipe de las tinieblas” de sus grandes poemas culteranos. Tal distinción, aunque pueda ser muy práctica en un libro de texto, no responde del todo a la realidad, pues muchos de los recursos de la segunda etapa están ya presentes en la primera, aunque en menor proporción. Por ello, habría que hablar de una intensificación progresiva más que de dos etapas opuestas.
El estilo de Góngora es sumamente complejo. Entre sus rasgos más sobresalientes, destacamos:
- El contraste, pues toda su obra se presenta como un juego intenso de contraposiciones y antítesis (léxicos, en el tono o en el tema).
- La perfección geométrica, para lo que usa correlaciones, paralelismos y bimembraciones.
- El hipérbaton, rasgo más llamativo del estilo gongorino, ya que su uso desmedido dificulta la comprensión del texto.
- Los juegos de palabras con figuras como retruécanos, equívocos o dilogías, donde se manifiesta el conceptismo de Góngora.
- En cuanto al léxico, usa cultismos e imágenes ascendentes junto a imágenes descendentes y disfemismos (palabras malsonantes). Muchas veces, Góngora acostumbra a eludir el nombre directo de las cosas (alusiones y perífrasis).
Podemos, no obstante, clasificar su obra en dos bloques:
- Obras menores, en las que hallamos lírica descendente, romances y sus parodias, y sonetos de temas diversos.
La lírica descendente es aquella que afea la realidad que representa en vez de embellecerla. Es propia del escepticismo y del desengaño del Barroco y está presente en numerosas composiciones burlescas como letrillas, en las que hace uso de los recursos del conceptismo. Góngora cultivó de forma simultánea los romances y sus parodias (otra muestra del contraste barroco), sobre todo los de tema morisco, novelescos y líricos, de exquisita belleza. A diferencia de Lope, no hay en ellos carga autobiográfica. En cuanto a los sonetos, son formalmente perfectos, pero no son expresión de sentimientos íntimos.
- Obras mayores: Fábula de Polifemo y Galatea, Soledades.
Fábula de Polifemo y Galatea
Escrita en sesenta y tres octavas reales, su publicación en 1613 supone la consagración del culteranismo por el contraste entre Galatea y Polifemo, entre los ideales renacentistas y los barrocos (belleza frente a monstruosidad, fecundidad frente a destrucción, etc.). Para narrar un tema mitológico (el amor trágico del cíclope Polifemo por la nereida Galatea), Góngora se vale de recursos como sensorialidad del léxico, profusión de cultismos, complicados hipérbatos, alusiones y perífrasis, hipérboles desmesuradas o metáforas atrevidísimas.
Soledades
Poema inconcluso en silvas compuesto inicialmente por cuatro cantos, relativos a las cuatro edades del hombre (Soledad de los campos, de las riberas, de las selvas y del yermo), de los que solo escribió dos: la “Soledad primera”, en 1091 versos, y la “Soledad segunda” (incompleta), con 975 versos.
El hilo argumental de los poemas es apenas inexistente: un joven naufraga en una isla y es hospedado por unos pastores, en el primer canto, y por un anciano y sus hijas, en el segundo. Lo importante aquí no es la historia, sino los elementos líricos, a través de los cuales el poeta nos presenta el espectáculo de una naturaleza rica y múltiple, un universo nuevo, plagado de referentes mitológicos que rompen con la visión tradicional del mundo pastoril. Los cultismos, la complejidad sintáctica, sus arriesgadas metáforas, su colorismo y musicalidad hacen de este poema la culminación del arte gongorino.
La Poesía de Francisco de Quevedo
La obra lírica de Quevedo es también un claro exponente de la estética barroca, pues en ella encontramos los más vivos contrastes: desde la más apasionada exaltación hasta la degradación más grotesca, desde la misoginia más descarnada al amor más allá de la muerte, del lenguaje más elevado y brillante al más soez y barriobajero.
Su poesía, que circuló dispersa en manuscritos, antologías y cancioneros y no se publicó hasta después de su muerte en compilaciones como El Parnaso español, puede clasificarse en tres grupos principales: poemas metafísicos, morales y religiosos, poemas de tema amoroso y poemas satíricos y burlescos.
Poemas Metafísicos, Morales y Religiosos
En este grupo de poemas, es fundamental el tema existencial, propio del estoicismo cristiano, donde aparece como tema central la reflexión sobre el sentido de la existencia, la llegada inexorable de la muerte y el paso del tiempo, si bien frecuentemente se produce la mezcla con otros temas, en especial el amoroso y el religioso. En este grupo, se tratan obsesivamente los siguientes tópicos: vivir es ir muriendo (cotidie morimur), el tiempo fugitivo (tempus fugit) y la inconsistencia de la vida (vanitas vanitatis).
Otro motivo recurrente en este grupo es el desengaño, del que emanan ideas o temas como el pesimismo tras descubrir lo que en el mundo hay de apariencia y de vana ambición, con advertencias políticas y morales dirigidas a la decadencia de España. Todo ello le impulsa al apartamiento del mundo, idea que Quevedo predicó, pero no puso en práctica, como lo prueban sus numerosas polémicas literarias y cortesanas.
En los poemas religiosos destaca su arrepentimiento y su admiración por la figura de Cristo. Aquí se sitúa Heráclito cristiano.
Poemas Amorosos
Es paradójico que, siendo Quevedo un autor profundamente misógino, sea él precisamente el autor del último gran cancionero petrarquista, o que ridiculice en sus poemas el sentimiento amoroso, pero que sea, a la vez, un intenso poeta erótico. Quevedo reproduce los tópicos amatorios cortesanos, aunque les da una nueva expresividad, un nuevo tratamiento.
Dentro de este grupo podemos distinguir:
- Los poemas en los que define el amor, basados sobre todo en antítesis y paradojas.
- Los poemas galantes, en los que canta la gracia de una muchacha bellísima y desdeñosa (Aminta, Flora, Amarilis…) con un lenguaje petrarquista y juegos de palabras propios del conceptismo, donde prevalece el ingenio sobre el sentimiento.
- Los “Poemas a Lisi” merecen una consideración aparte, pues son el último gran cancionero del petrarquismo, en el que destacan los poemas en los que se unen el tema del dolor y la muerte con la experiencia amorosa, dando lugar a dos de los motivos más originales y sugestivos de Quevedo: el del “amor más allá de la muerte” y el de la “ceniza enamorada”, que se funden en el impresionante soneto “Cerrar podrá mis ojos….”.
Características del Renacimiento
Auge de la burguesía, Expansión por Europa y América, Aprecio al pasado grecolatino, Valoración del concepto de gentil-hombre, Importancia de la ciencia y de la razón, Antropocentrismo
Características de las principales Estrofas
Soneto: poema estrófico formado por catorce versos endecasílabos (once sílabas), normalmente distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante y esquema métrico ABBA ABBA CDC CDC o CDE CDE
Lira: estrofa de cinco versos heptasílabos (siete sílabas) y endecasílabos con rima consonante y esquema métrico 7a 11B 7a 7b 11B
Etapas de Garcilaso de la Vega
- A la primera etapa corresponden las canciones primera y segunda. Se observa una asimilación del cancionero tradicional y del prerrenacimiento.
- En una segunda etapa, Garcilaso asimila el clasicismo gracias a sus contactos con Italia. La obra que marca el cambio, con influencias de Petrarca, es la Canción III, en la que domina un tono resignado y armonioso.
- La tercera etapa, claramente petrarquista, está marcada por la muerte de Isabel Freire. Es el momento más fecundo y equilibrado y en el que el arte de Garcilaso llega a su plenitud. A este período corresponden la Canción V, algunos sonetos y las tres églogas.
Destacan las églogas I y III, que son diálogos líricos de amor entre pastores en el marco de una naturaleza idealizada.
Fray Luis de León
Su estilo se caracteriza por la claridad y la armonía, fruto de un cuidado proceso de selección y depuración, con que concilia el espíritu cristiano con la versificación italianista. Entre las figuras retóricas que utiliza con más frecuencia están algunas de repetición, como paralelismos, anáforas o geminaciones, o las que contribuyen a dotar a su poesía de gran musicalidad, como aliteraciones o encabalgamientos.
San Juan de la Cruz
Para este poeta, la poesía es un medio que permite nombrar lo inefable: la unión mística con Dios.
Su producción poética es breve, pero bastan tres poemas, escritos en liras, para situarlo en la cima de nuestra poesía:
- Cántico espiritual, donde la esposa, que simboliza el alma, busca al esposo, símbolo de Dios, en la naturaleza; este, tras ver su insistencia, se deja ver y se une a ella. Esta unión entre amado y amada representa la unión mística del alma con Dios.
- Noche oscura del alma, poema que se refiere a las tres fases de la experiencia mística: la muchacha, símbolo del alma, abandona su casa (el cuerpo) para encontrarse con su amado Dios (vía purgativa); una vez fuera, aunque es de noche, la muchacha es guiada por la luz de su amor al amado (vía iluminativa), al que finalmente se une (vía unitiva).
- Llama de amor viva, un poema de júbilo y exaltación por la unión mística del alma con Dios.
Luis de Góngora
El estilo de Góngora es sumamente complejo. Entre sus rasgos más sobresalientes, destacamos:
- El contraste, pues toda su obra se presenta como un juego intenso de contraposiciones y antítesis (léxicos, en el tono o en el tema).
- La perfección geométrica, para lo que usa correlaciones, paralelismos y bimembraciones.
- El hipérbaton, rasgo más llamativo del estilo gongorino, ya que su uso desmedido dificulta la comprensión del texto.
- Los juegos de palabras con figuras como retruécanos, equívocos o dilogías, donde se manifiesta el conceptismo de Góngora.
- En cuanto al léxico, usa cultismos e imágenes ascendentes junto a imágenes descendentes y disfemismos (palabras malsonantes). Muchas veces, Góngora acostumbra a eludir el nombre directo de las cosas (alusiones y perífrasis).