Tema central y secundarios en La Casa de Bernarda Alba

Tema central: Enfrentamiento entre autoritarismo y libertad

El tema central de la obra es el enfrentamiento entre una moral autoritaria, rígida y convencional (representada por Bernarda) y el deseo de libertad (encarnado por Mª Josefa y Adela). La Casa de Bernarda Alba plantea el enfrentamiento constante entre un modelo de conducta autoritario y rígido y otro abierto y progresista. La oposición se plantea desde el comienzo de la obra: Bernarda intenta oponer sus normas opresivas basándose en la autoridad que le concede su posición de “cabeza de familia” -tras la muerte del marido-, mientras que tanto Mª Josefa (la madre de Bernarda) como Adela (la hija menor) intentan rebelarse y hacer frente a su dominio. Las demás hijas (Angustias, Magdalena, Amelia y Martirio) aceptan con resignación la suerte que les ha correspondido, aunque es cierto que Martirio parece enfrentarse a su madre en alguna ocasión. En síntesis, la opresión y el autoritarismo de Bernarda provocan dos respuestas, inútiles a todas luces, en búsqueda de la libertad: la locura de Mª Josefa y el suicidio de Adela. El enfrentamiento entre las dos formas tan distintas de vivir la vida logra la victoria de la dictatorial de Bernarda, pero a un precio muy alto.

Temas secundarios

1. Diferencias entre hombre y mujer

Lorca denuncia las diferencias establecidas en el comportamiento de hombres y mujeres y la marginación de la mujer en la sociedad de su época. Para ello enfrenta dos modelos de comportamiento femenino:

  • El basado en una moral relajada (Paca la Roseta, la prostituta a la que contratan los segadores, y la hija de la Librada). Son mujeres que llevan una vida de aparente libertad. Viven al margen de la sociedad y son condenadas, moral y, incluso, físicamente, por la opinión del pueblo. Se les margina hasta el punto de querer lincharlas.
  • El comportamiento femenino basado en la honra y en la decencia aparentes, que implica una sumisión a las normas sociales y convencionales, que discriminan a la mujer en beneficio del hombre.

2. Mujer y tragedia

La Casa de Bernarda Alba (subtitulada Drama de Mujeres) es una obra de personajes exclusivamente femeninos. El drama de estas mujeres encerradas en un mundo inhóspito y salvaje se concreta en la ausencia de amor en sus vidas y en el temor a permanecer solteras, lo que las impulsa a alimentar fuertes sentimientos de odio y envidia. El personaje femenino se desborda, pues, desde la perspectiva de la soledad y la ausencia, que les lleva a buscar al hombre como un ser deseado y necesario para alcanzar la felicidad; un ser de enorme fuerza y violento, movido por el amor y el erotismo de una manera instintiva y que, llegado por el matrimonio, somete a la mujer a su voluntad. Pese a ello son el deseo de “tener varón” y la “necesidad de amar” los que desencadenan las grandes pasiones de la obra, que van a chocar con el dominio tiránico de Bernarda y su feroz represión. Así se explica que la aparición de Pepe el Romano desencadene las pasiones de estas mujeres que desean casarse para liberarse de la tiranía de Bernarda. (Ejemplos: Angustias sueña, feliz, con su boda; Martirio se enamora de Pepe el Romano y sufre por no poder atraer su atención; Adela, enamoradísima, llega a mantener relaciones sexuales con el novio de su hermana).

3. La honra

Ligado al tema de las apariencias y vinculado al tema del amor, se desarrolla el tema de la honra. Bernarda se mueve guiada por unos principios convencionales y rígidos (apoyados en la tradición) que exigen un comportamiento público inmaculado, es decir, una imagen social y honra limpia e intachable. Este sentido de la honra que guía tanto a Bernarda como a Poncia es el mismo que impera en el pueblo y que hace posible el linchamiento de la hija de la Librada.

4. La hipocresía

La preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, el deseo de aparentar lo que no se es, y, en definitiva, la hipocresía que enmascara y oculta la realidad constituye uno de los movimientos recurrentes de la obra. Simbólicamente, esta preocupación por las apariencias se refleja en la obsesión por la limpieza (la blancura de las habitaciones) que caracteriza a Bernarda. La necesidad de aparentar define a Bernarda. Es un personaje poderoso pero sometido al qué dirán, que marca todos sus actos y su carácter autoritario. El miedo a la murmuración, que es una constante en la vida del pueblo, marca la conducta de la dura e intransigente protagonista.

5. La injusticia social

La obra teatral plantea una jerarquía social definida, que los personajes aceptan y no intentan cambiar. Las relaciones humanas están jerarquizadas y dominadas por la crueldad y la mezquindad de quienes ocupan el estato superior con quienes se encuentran en una posición inferior, y por la sumisión resignada de quienes están en los escalones inferiores hacia Bernarda. Cada personaje tiende a humillar al que se sitúa en el estrato inferior de la jerarquía social. La posición más elevada la ocupa Bernarda y Angustias, la más rica de las hijas. A continuación, las demás hijas, la Poncia, la criada y, finalmente, en una posición inferior representada por la mendiga. Este contraste entre miseria y riqueza se plantea ya desde la primera escena en el diálogo entre la Poncia y la criada.