Antonio Machado
La tipografía del texto nos informa de inmediato que nos encontramos ante un texto lírico que, en esta ocasión, pertenece al poeta sevillano Antonio Machado, verdadero maestro de la poesía en castellano y de quien este curso se cumplen setenta y cinco años de su fallecimiento en las dramáticas fechas de los primeros meses de 1939, poco antes del final de la Guerra Civil. El poema pertenece a la obra Soledades, galerías y otros poemas, obra con la que el poeta reedita una obra anterior, el poemario modernista Soledades. Estas dos obras constituyen la primera etapa en la producción poética del autor, etapa en la que Machado elabora una poesía modernista en la que los recuerdos melancólicos y sentimentales junto con la soledad, la angustia y esa tristeza que caracterizó siempre la poesía machadiana, serán lo más destacado. En esta obra aparecen como temas fundamentales el tiempo, la muerte, Dios, los sueños, el amor, y, por supuesto, el tema de este texto, los recuerdos de la infancia que dan título al poema que nos ocupa. La obra de Machado se completa con dos etapas más:
- Una etapa noventayochista en la que Machado se muestra partidario de criticar la vida y la sociedad española del momento y así lo hace en su magnífica obra Campos de Castilla.
- Su trayectoria se completa con una etapa caracterizada por una poesía más filosófica en la que podemos encontrar obras como Proverbios y cantares o Nuevas canciones.
“Recuerdo infantil” es un texto perteneciente a la lírica y, como tal, son dos las funciones lingüísticas predominantes en él, la función emotiva o expresiva y la función poética o estética.
Machado mostró siempre un enorme interés por el tema de la educación, por las posibilidades que la educación tenía según pudo comprobar desde muy joven en la Institución Libre de Enseñanza en la que se educó. Machado fue catedrático de francés en los institutos de Soria, Baeza, Segovia y Madrid. Durante todo este tiempo le acompaña la huella de la Institución y la firme convicción que la cultura y la educación eran el principal instrumento para la regeneración social y moral del país. Sin embargo, en nuestro poema observamos una crítica al modelo tradicional de enseñanza, con sus inútiles rutinas de la recitación y la memorización, protagonizadas por un maestro de aspecto nada agraciado, que generan aburrimiento en el alumnado. El recuerdo de la infancia, de la enseñanza y aprendizaje, de la escuela y del maestro están presentes en la obra literaria de Machado en múltiples ocasiones, siendo uno de los temas preferidos por él cuando escribía con el nombre de Juan de Mairena.
Podemos concluir diciendo que nos encontramos ante uno de los poemas más conocidos de Antonio Machado, toma el tema de la enseñanza en su época de niño para hacer una crítica que anticipa su compromiso con el ideario del noventayochismo. Sus versos se convierten en sabias lecciones, tuvo que exiliarse al término de la Guerra Civil.
Federico García Lorca
El “Romance de la luna, luna” es uno de los dieciocho romances que componen la obra que Federico García Lorca publica en 1928, el Romancero Gitano. Esta obra se enmarca dentro de la primera etapa de la producción poética del poeta de Fuente Vaqueros, la etapa en la que los rumbos de su poesía se acercan a lo popular dando lugar a lo que se conoce como “neopopularismo”. Esta tendencia fue uno de los puntos en común de muchos de los miembros del Grupo Poético del 27 o Generación del 27 a la que el poeta se adscribe, aunque fueron Lorca y Alberti quienes supieron sacar el máximo partido de este gusto por la esencia de la poesía popular, la poesía que más y mejor se aproximaba a los intereses del pueblo. A esta etapa de Lorca pertenecen obras de la relevancia de Libro de poemas, Primeras Canciones y su archiconocido Poema del cante jondo. Esta primera etapa es quizás la que le ha proporcionado un mayor reconocimiento al poeta granadino aunque, no fue, ni mucho menos la única tendencia a la que prestó su genio. Su trayectoria poética cambiará en la etapa siguiente a partir de un viaje del poeta a Nueva York, dando lugar a una etapa de poesía surrealista, cuyo máximo exponente fue su afamado Poeta en Nueva York.
El texto del “Romance de la luna, luna” y la obra en la que se enmarca pertenecen al género de la lírica, y como tal en él predomina la función emotiva o expresiva del lenguaje y la función poética. La obra del Romancero gitano es un magnífico ejemplo del afán de Lorca por reflejar las penas de un pueblo que vive al margen de la sociedad, perseguido y en continua lucha contra la autoridad. En definitiva, se trata de un retrato de la Andalucía trágica.
Federico García Lorca es, sin duda, uno de los grandes poetas de nuestra literatura, lo cual puede afirmarse teniendo en cuenta su trayectoria y su forma de enfocar la poesía. Lorca encarna mejor que nadie esa unión de tradición y modernidad que caracteriza a toda la Generación del 27.
Pío Baroja
Nos encontramos ante un texto literario, perteneciente al género narrativo, concretamente un fragmento de la novela de Pío Baroja (autor de la llamada Generación del 98) titulada El árbol de la ciencia. Como forma de expresión, predomina el diálogo, aunque la mayor parte de las intervenciones adquieren la forma de la exposición-argumentación. Las ideas de Iturrioz, es decir, es imposible cambiar la crueldad humana y hay que restringir la lucha a cuestiones concretas aparecen razonablemente argumentadas; no obstante, la conclusión de Andrés de que lo mejor es no hacer nada, creo que no tiene un sustento sólido en las palabras del texto, porque igual que opta por esa conclusión u opción podía haber sacado otra bien distinta: lo mejor es que cada uno se dedique a luchar contra las injusticias que se produzcan en su círculo. Esta actitud pone de manifiesto el escepticismo y nihilismo de Andrés, que se ven corroborados a lo largo del conjunto de la obra y en el desenlace de la misma: el suicidio como única salida.
El diálogo, en el género novelístico, generalmente, comparte protagonismo con la narración y, en menor medida, con la descripción, curiosamente ausentes de este fragmento. En este caso el diálogo se nos presenta en estilo directo y nos permite conocer a los personajes. A nadie extrañará saber, después de haber leído este texto, que Andrés termina suicidándose.
El registro lingüístico empleado es culto, a pesar de que el diálogo entre los dos personajes pudiera invitar a que se produjeran las relajaciones que le son propias.