1. Introducción
La incorporación de las nuevas tecnologías al sistema educativo puede realizarse en dos campos: en el ámbito de la administración y gestión del centro, y en el ámbito de la docencia. Su integración en la docencia requiere una determinada planificación curricular, de centro y de aula, con objeto de que responda a las necesidades educativas.
Si bien estos medios tecnológicos son capaces de generar metodologías singulares, también plantean al sistema educativo una serie de problemas, tales como: la necesidad de continuas inversiones, de cambiar equipos todavía sin amortizar, la formación y la motivación permanente del profesorado, la escasa calidad didáctica de los programas o la prioridad de intereses comerciales.
La escuela hoy debe compaginar la transmisión calmada de una cultura y valores universales, con las exigencias de una sociedad de la comunicación: la transmisión de información de carácter utilitario de manera acelerada. Por tanto, debe asumir el reto de preparar ciudadanos para la sociedad del conocimiento en el que la formación supone un desafío constante.
La integración de las TIC en el currículo requiere una filosofía de partida que valore sus posibilidades didácticas en el proceso educativo, asumir un cambio de rol del profesor y del alumno y la concreción de las prescripciones del DCB en un proyecto curricular que incorpore las nuevas tecnologías como estrategia de individualización educativa.
2. Una filosofía de partida
La integración de las TIC supone una filosofía de partida que permita determinar y valorar las posibilidades didácticas del ordenador en el marco de los objetivos educativos del centro. Supone someter dichas posibilidades a los principios, valores y fines del sistema educativo. No se trata de modernizar la enseñanza introduciendo medios sofisticados, sino de valorar las posibilidades didácticas de estos en relaciones a fines y objetivos educativos. Se ve a la integración como un proceso de asimilación entre las nuevas tecnologías y el sistema escolar.
Partimos de analizar la tecnología en el currículum como un medio didáctico, no como un recurso. El interés de este medio informático radica en su potencialidad para comunicar, gestionar y reproducir información. Esto permite contemplar la tecnología como un medio que provoca un acceso al conocimiento diferente del usual y que provoca un modo diferente de aprender (significativamente). Es un medio de individualización educativa en un contexto de enseñanza grupal, que permite la atención a necesidades especiales y que el aprendizaje sea significativo.
Las TIC promueven un aprendizaje autorregulado porque permiten:
- Una redefinición personal de los objetivos y su tiempo de instrucción.
- Un mayor control e interacción de la información.
- Plantear actividades diferentes en tipo y en grado de dificultad para un mismo objetivo de aprendizaje.
- Diferentes modalidades de feedback y tipos de agrupamiento.
- Altos niveles de interdisciplinariedad, dada la capacidad de acceso a la información que tienen las nuevas tecnologías.
- Una evaluación continua, por lo que permite una mayor actividad del alumno.
3. Un cambio del rol en el profesor y del alumno
El alumno es el protagonista del proceso de aprendizaje, pero necesita al profesor, no solo como trasmisor de información, sino como experto, guía y tutor que le conduce en la selección y adquisición de la información y del conocimiento, que le forma y le ayuda en el desarrollo de los hábitos, destrezas y valores propios de la sociedad del conocimiento.
Las nuevas tecnologías propician situaciones de aprendizaje activo para el alumno, en las que su capacidad de resolución de problemas se pone a prueba con frecuencia, permiten que se dé un aprendizaje autorregulado. Sus errores, dudas, dificultades y limitaciones son ocasión para una tarea directiva del profesor, quien debe orientar su práctica educativa según las necesidades concretas del alumnado. Por tanto, las enseñanzas del profesor ya no se dirigen discriminadamente a la totalidad de la clase.
Su labor es la clave de la integración, ya que su eficacia o funcionalidad serán resultados no solo de las características de las nuevas tecnologías, sino también de su adecuación al contexto educativo.
La labor del profesor es la clave de la integración, ya que su eficacia o funcionalidad serán resultado no solo de las características de las nuevas tecnologías, sino también de su adecuación al contexto educativo. Por tanto, es el profesor quien debe seleccionar, crear y evaluar material didáctico, relacionarlo con conocimientos previos de los alumnos, establecer niveles de dificultad adecuados para ellos, secuenciar los objetivos y los contenidos, organizar las actividades y tiempos, proporcionar el feedback adecuado, motivar y valorar su progreso y promocionar a cada alumno individualmente.
4. Conclusión
En conclusión, la capacidad de almacenamiento masivo de las nuevas tecnologías, la flexibilidad y adaptabilidad de uso, el alto grado de control e interacción, el cambio de rol del profesor y del alumno, favorecen indudablemente unas nuevas metodologías de trabajo individualizado en el aula, una mayor implicación activa del alumno, un mayor control de su proceso de aprendizaje y mayores posibilidades de aprendizaje autorregulado.