Ciclo de Lieder y Sonatas
En 1816, Beethoven publica el ciclo de lieder A mi amada lejana. En este período también compone las Sonatas para piano op. 90 y 101, Sonatas para cello y piano y La victoria de Wellington. A partir de 1816-17, experimenta un renacimiento creativo, componiendo obras más abstractas. Su incapacidad para tocar el piano lo lleva a un estudio profundo de Bach, lo que influye en su estilo contrapuntístico, abstracto y menos improvisado. La variación se vuelve fundamental, fusionando elementos tradicionales con la estructura de sonata. Beethoven incorpora recitativos y arias, contrastantes, en el ámbito instrumental, explorando nuevas sonoridades.
Obras para Piano
Desde 1816, compone cuatro Sonatas para piano: 29 (op. 106), 30 (op. 109), 31 (op. 110) y 32 (op. 111), además de las Variaciones Diabelli.
- Op. 106: Sonata Hammerklavier (pianoforte): De la época nacionalista, con cuatro movimientos de proporciones casi sinfónicas y gran dificultad técnica. Simboliza el estilo del período, fusionando fuga y sonata, con fugas en el desarrollo del primer movimiento y en el cuarto. Utiliza tonalidades a distancia de tercera (mediante y submediante), explora los extremos del piano.
- Op. 109: Tres movimientos sin pausa. El primero busca contrastes, el tercero presenta un tema con variaciones que casi desintegran el tema inicial. El regreso del tema se percibe como una recapitulación.
- Op. 110: Combina recitativo y arioso, con una fuga en el último movimiento.
- Op. 111: Dos movimientos, finalizando con un tema con variaciones en tempo lento y un importante uso de trinos.
- Variaciones Diabelli: Beethoven demuestra su maestría en la variación con estas variaciones sobre un tema de Diabelli.
Missa Solemnis y la Novena Sinfonía
Missa Solemnis, op. 123, en Re mayor, compuesta para el nombramiento del archiduque Rodolfo como arzobispo. Beethoven estudió la misa en Si menor de Bach, misas de otros autores, incluyendo renacentistas, y tratados de armonía. La obra resultante desplaza acentos, utiliza pasajes de credos gregorianos, incluye fugas y recurre a tradiciones anteriores al Clasicismo.
La 9ª Sinfonía consta de cuatro movimientos. El cuarto, de gran extensión, fusiona la música sinfónica con la voz humana (coro y cuatro solistas), transformándola en una obra casi de oratorio. Los tres primeros movimientos, aunque convencionales, tienen características llamativas:
- 1º: Si bemol mayor.
- 2º: Un scherzo fugado con ritmo marcado, en lugar del movimiento lento.
- 3º: Tema doble con variaciones, modulando de Si bemol mayor a Re mayor, anticipando el tono del final.
- 4º: Fusión de sonata, fuga, tema con variaciones, concierto (con cadencia para los solistas). Cambia la concepción de la sinfonía.
Últimos Cuartetos de Cuerda
Beethoven se inclina hacia el cuarteto de cuerda, género que le permite una textura más homogénea, registros amplios, y una aproximación a la voz humana (recitativo, vibrato) y al legato. Destacan los siguientes cuartetos:
- Op. 127: Cuatro movimientos, los dos primeros líricos y serenos, los dos últimos brillantes y rápidos. El más clásico del período.
- Op. 132: Cinco movimientos. El primero modula de La menor a Fa mayor, el segundo es una danza, el tercero una melodía medieval modal en modo lidio (influencia de la Missa Solemnis), el cuarto una marcha que enlaza con el quinto.
- Op. 130: Seis movimientos, complejo y técnicamente difícil, en Si bemol mayor. El final original, la Grosse Fugue (op. 133), se interpreta como obra aparte.
- Op. 131: Siete movimientos, dos de ellos introductorios. El Adagio inicial en Do sostenido menor es una fuga dramática. La estructura, sin el primer movimiento y los introductorios, se asemeja a un cuarteto tradicional.
- Op. 135: En paralelo con la 8ª sinfonía, es más clásico, casi haydniano, con cierto humor.