TOMÁS DE AQUINO
El tema que da unidad al sistema tomista es el problema escolástico medieval de las relaciones entre razón y fe, que en la primera mitad del siglo XIII son vistas desde el prisma del enfrentamiento. Tomás de Aquino (1225-1274), lleva a cabo una de las síntesis más logradas sobre las relaciones entre la razón y la fe. La exposición completa, pero también simplificada lo más posible, de la filosofía tomista, se encuentra en las dos primeras partes de la Suma teológica. La Suma contra gentiles contiene la misma doctrina, pero pretende fundamentarla, lo más completamente posible, en la demostración racional. Por lo tanto, ahí se debe buscar la discusión profunda de los problemas resueltos en la Suma teológica; allí son nuevamente considerados y enfocados desde todos los puntos de vista, sometidos a la prueba de innumerables objeciones, y solamente después de haber triunfado de estas múltiples pruebas de resistencia son consideradas definitivamente como verdaderas objeciones. Una doble condición domina el desarrollo de la filosofía tomista: la distinción entre la razón y la fe, y la necesidad de su concordancia. El ámbito entero de la filosofía proviene exclusivamente de la razón; es decir, que el filósofo no debe admitir nada más que lo que sea accesible a la luz natural y demostrable por sus solos recursos. La teología, por el contrario, se basa en la revelación, o sea, en la autoridad de Dios. Los artículos de fe son conocimientos de origen sobrenatural, contenidos en fórmulas cuyo sentido no nos es enteramente penetrable, pero que debemos aceptar como tales, aunque no podamos comprenderlos. Así pues, un filósofo argumenta siempre buscando en la razón los principios de su argumentación; un teólogo argumenta siempre buscando sus principios primeros en la revelación. Delimitados así los dos dominios, es necesario constatar, empero, que ocupan en común un determinado número de posiciones. Si Dios nos ha creado y, por tanto, ha creado nuestra inteligencia, no es posible en ningún caso que la razón, rectamente ejercida, llegue a conclusiones en contradicción con la palabra de Dios. Razón y fe tienen sus propios ámbitos de aplicación y sus propios métodos de trabajo, que deben ser cuidadosamente diferenciados. Pero la verdad es una y no hay que esperar que se den muchos conflictos, por lo que en caso de no coincidencia habrá que volver a revisar con cuidado todos los pasos seguidos para descubrir el error cometido en el proceso de argumentación. Ni la razón -cuando la usamos correctamente-ni la revelación, pueden engañarnos. La concordancia de la verdad con la verdad es necesaria. Tenemos el deber de llevar lo más lejos posible la interpretación racional de las verdades de la fe, de ascender por la razón hacia la revelación y de volver a descender desde la revelación hacia la razón. En las enseñanzas de la Escritura existe el misterio y lo indemostrable, pero también existe lo inteligible y lo demostrable. Ahora bien, es mejor entender que creer, siempre que nos sea permitido elegir. La existencia de Dios es una de las verdades de fe que pueden ser alcanzadas por la razón humana, Tomás de Aquino lleva a cabo su demostración a través de las cinco vías, en las que se ve la influencia de Aristóteles en el pensamiento tomista. Todas (la del movimiento, la de causalidad, la del ser posible y el ser necesario, la de los grados de perfección y la del gobierno del mundo), se basan en un proceso demostrativo a posteriori: la razón procede desde el conocimiento de los efectos producidos (hechos constatados por los sentidos) a la causa productora: Dios Sobre los hechos de experiencia constatados, se aplica el principio de causalidad, según el cual se da por supuesto que todo efecto requiere una causa de su existencia, y a continuación se da una cadena de causas producidas por otra causa anterior. Aquí, la razón reclama un límite, ya que no puede prolongarse infinitamente, pues implicaría que no hay comienzo ni tampoco final. La razón exige pues, bajo este supuesto, un fundamento último: Dios. Por otra parte hay ciertas verdades de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón humana, como es, por ejemplo, que Dios sea uno y trino, pero no se ha de rechazar como falso todo lo que se afirma de Dios, aunque la razón humana no pueda descubrirlo. El conocimiento humano tiene su origen en los sentidos y los seres sensibles no tienen virtud suficiente como para conducirnos a ver en ellos lo que la sustancia divina es, aunque nos puedan llevar sin esfuerzo al conocimiento de que Dios existe. La teología natural no es toda la filosofía; sólo es una parte, pero es la parte de la filosofía que Santo Tomás elaboró más profundamente. En esta obra filosófica, sabe por la fe hacia dónde se dirige y, sin embargo, no progresa sino mediante los recursos de la razón. La filosofía de Tomás de Aquino se va imponiendo entre los teólogos y filósofos del siglo XIII a pesar de las numerosas controversias que ocurren desde 1277 a 1300 (condena de algunas de sus proposiciones…) Durante el siglo XIV, pese a la crítica de Ockham, el tomismo se mantiene, obteniendo una cierta presencia dominadora en los siglos XV y XVI (sobre todo en España y Portugal) para ir luego decayendo a partir del siglo XVIII en Europa. La Iglesia católica lo reactualizará en el XIX en una formulación neotomista.
DISTINCIÓN
Hay distinción clara, formal y explícita entre la verdad teológica y la filosófica. Cada una tiene su propio campo de acción. A la Filosofía le corresponde el campo de la verdad natural; a la Teología, el campo de la verdad sobrenatural. El filósofo utiliza la razón y saca conclusiones que son fruto del razonamiento humano; el teólogo utiliza la verdad revelada y desde ella, con la razón y apoyado en la autoridad divina, saca las conclusiones que pertenecen al ámbito de la fe.
CONFLICTO
Pero no puede haber conflicto entre ambas porque las dos proceden de Dios. Son distintas pero no contradictorias. No puede haber, por tanto, una doble verdad (=Averroes: lo que es filosóficamente verdadero puede ser teológicamente falso) porque sería llevar la contradicción al mismo Dios de quien procede la verdad teológica y filosófica. Por tanto, cuando una proposición filosófica se halla en contradicción con la verdad revelada, significa que hay un error no en la filosofía, sino en el filósofo.
INDEPENDIENTE
La razón es de por sí suficiente para alcanzar la verdad. A diferencia de San Agustín, no afirma que al conocimiento racional le sea necesaria la fe. Esta suficiencia de la razón será una de las características más acusadas del humanismo renacentista. Santo Tomás afirma el valor de la persona humana en su plena integridad natural.
COLABORACIÓN
La razón ayuda a la fe para construir la Teología como una ciencia (con rigor científico), utilizando la dialéctica para los que niegan las proposiciones de fe y aportando cuantos datos colaboren al esclarecimiento de la verdad revelada. La fe ayuda a la razón como criterio extrínseco, si se llega a conclusiones contradictorias con la fe, hay que revisar los razonamientos. La razón no llega a algunas verdades, pero las ve como no contradictorias.
VERDADES
Hay verdades comunes que son al mismo tiempo verdades de fe y verdades de razón, como la existencia de Dios. Las dos se complementan. Aparece entonces no sólo la no contradicción, sino la conveniencia de dichas verdades.
SUPRARRACIONALIDAD
El que una verdad sea suprarracional no quiere decir que sea irracional. Las verdades de fe no contradicen la razón. La razón las contempla en otro plano que supera lo racional. No se opone, sino que se coloca en otro plano por encima de la razón.