Análisis de los Personajes en “La Fundación” de Antonio Buero Vallejo

Introducción

Los personajes de La Fundación representan reacciones diversas ante una misma situación límite: la condena a muerte. Participan de elementos autobiográficos, ya que el propio Buero Vallejo estuvo condenado a muerte durante el franquismo. La obra explora temas como la esperanza, la represión y la lucha por la libertad en un contexto opresivo.

Personajes Principales

Tomás

Es el personaje central a través del cual percibimos la historia y nunca abandona el escenario. Tras ser sorprendido repartiendo octavillas y ser torturado, ha delatado a sus compañeros. Consciente de su debilidad y de su traición, intenta suicidarse. Al no conseguirlo, su mente niega la realidad y la transforma a su medida, cambiando en su fantasía la cárcel por una Fundación.

Solo cuando va asumiendo la realidad, en su mente se va haciendo la luz y con él en la del espectador. Con la llegada de la lucidez se evidencia el ambiente sórdido en el que se desenvuelven los personajes, en el que todavía es posible la generosidad y el heroísmo y, por tanto, la esperanza.

Asel

Contrapunto de Tomás, tiene unos cincuenta años y es ingeniero. Intenta que Tomás vuelva a la cordura para que asuma la realidad y su responsabilidad como paso previo para recuperar la lucidez. Hombre generoso y pacífico, no se resigna a la privación de la libertad y se desespera cuando sacan a Tulio de la celda para matarlo, al pensar que no existe esperanza para ellos.

Consciente de su debilidad ante la tortura, confiesa que, tras haber sido torturado, delató a sus compañeros en una ocasión. Viéndose a sí mismo reflejado en Tomás, decide ayudarlo. Prefiere la muerte antes que delatar a sus compañeros.

Tulio

Se rebela y se muestra colérico ante la locura de Tomás. Cree que los demás están perturbados por seguirle la corriente y por no despertarle de su “sueño”. Admira y respeta a Asel. Le gusta la pintura. Confía en poder volver a ver de nuevo algún día a su novia, hasta que ha de despedirse de sus compañeros de celda de forma definitiva, resignado y lamentándose de que la vida no le haya dado el tiempo necesario para vivirla.

Lino

Tornero, hombre taciturno de unos treinta años, se desespera cuando Tulio es sacado de la celda para ir a morir. Es quien descubre que Max los ha traicionado, por lo que acaba con su vida. Lino se muestra al comienzo de la obra reacio ante las invitaciones de Tomás a cigarrillos o a cerveza (fantásticas).

La contradicción entre sus gestos y actitudes, por un lado, y lo que dicen, por otro, se hará comprensible más tarde, cuando entendamos que Tomás está enajenado y que ha delatado a sus compañeros.

Max

Tenedor de libros, es el delator que frustra las esperanzas de Asel de conseguir la libertad, pero, a su vez, es el motivo por el que Tomás y Lino serán conducidos a las celdas de castigo, desde donde se abre una esperanza para la libertad porque, según asegura Asel antes de morir, el paisaje de la Fundación existe.

Berta

Novia de Tomás, mujer soñada más que real, que le hace mantener la esperanza. Berta es fruto de la alucinación de Tomás, constituye un desdoblamiento de la personalidad de Tomás. Ya al comienzo de la obra manifiesta su aborrecimiento de la Fundación, marcándose una ruptura desde el comienzo de la obra entre la percepción de Berta (de Tomás, realmente) y la “realidad” que se muestra en el escenario.

Hombre Muerto

Sirve de pretexto para que Tomás muestre al espectador su visión inicial y también para constatar los extremos a los que puede llegar la persona sometida a situaciones límite de hambre y de miseria (convivir con el muerto para poder repartirse su comida).

Personajes Secundarios y Simbolismo

Además de los personajes centrales del drama, hay otros que, solamente aludidos, abren la cerrada perspectiva de la celda a un horizonte más amplio de solidaridad humana. Son los “compañeros a toda prueba” que se arriesgarán para que desde el sótano puedan cavar el túnel hacia la libertad, o los “barrenderos de la galería” que diseminarán la tierra, o el “cojo de la celda de enfrente” que descubre a un egoísta, o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan.

Esa colectividad que está en el fondo se hará presente en escena, cuando un “coro de voces” grite al unísono “Asesinos” como última despedida a Asel, a la vez que revela de qué modo la situación que afecta a los cinco protagonistas trasciende sus casos personales y se convierte en testimonio de una represión generalizada.

Escenografía y Vestuario

Dada la concentración espacial y el limitado número de personajes que coexisten, la mayor parte del tiempo se presenta en escena a los cinco prisioneros juntos. Las únicas alternativas están producidas por la salida de alguno para ir a locutorios o por la irrupción de las figuras imaginadas por Tomás o la de los carceleros, que para él serán en principio el Encargado de la Fundación y sus ayudantes.

La vestimenta de los personajes refuerza el sentido trágico y desgarrador de la trama argumental. Todos llevan la misma indumentaria (pantalón oscuro y camisa gris numerada) característica de los presos. No obstante, como Tomás no percibe esto, el receptor tampoco se da cuenta de ello hasta bien avanzada la obra. La gama de grises contrasta con el blanco que destaca en la vestimenta de los demás personajes.