Exploración de ‘La Fundación’ de Buero Vallejo: Fábula, Tragedia y Estructura

El Planteamiento: Fábula y Sentido de la Tragedia en ‘La Fundación’

La obra se presenta como una “fábula en dos partes“. ‘La Fundación’, como si se tratara de una fábula verdadera, plantea al espectador el eterno problema de la realidad y la ficción producida por el rechazo del mundo exterior, por la imaginación, por el trastorno mental. Debido a ese enfrentamiento surge un sentido de crisis del concepto real.

Lo que caracteriza esta obra es el uso del llamado efecto de inmersión: el espectador es “engañado” por el autor que lo hace participar con los pensamientos de uno de los personajes. El público ve lo que ve Tomás, y solo descubre la realidad a medida que este la descubre. La historia se revela lentamente y se complica rápidamente al final, y solo al final del cuadro primero de la segunda parte el escenario se presenta como lo que de verdad es: la celda de una cárcel. A partir de este momento, el espectador descubre que su percepción de lo que estaba ocurriendo en el escenario era tan falsa como la del protagonista.

La obra no sigue la división tradicional en tres actos que se corresponden con planteamiento, nudo y desenlace, sino que se divide en dos partes, divididas a su vez en dos momentos, y prescinde de la división en escenas. La división en dos partes se corresponde con la locura de Tomás y su curación. Topográficamente, la obra aparece organizada en dos partes, “primera” y “segunda”, y entre ambas han transcurrido tres días. A su vez, cada una de ellas se divide en dos partes. La función de estas subdivisiones es fundamentalmente escenográfica: en cada una de ellas se producen cambios en la decoración en ese laborioso itinerario desde la fundación a la cárcel o desde la alucinación a la verdad en la mente de Tomás.

La evidente predilección de Buero por el tema del encarcelamiento o trampa refleja la situación del propio dramaturgo y de otros españoles de la época franquista. Al mismo tiempo, hay una marcada afinidad entre la temática de Buero y la de otros autores europeos del S.XX como Sartre, quienes intentan mostrar al espectador su esclavitud en cada situación concreta y así ayudarle a ganar la libertad.

Las tragedias de Buero se mueven en dos planos: el personal o individual del protagonista y el colectivo de la sociedad a la que este pertenece, con todos los problemas sociopolíticos que la caracterizan.

La celda de prisión que se ve en ‘La Fundación’ y los otros espacios cerrados tan típicos del teatro de Buero son metáforas que expresan la falta de libertad tanto del individuo como de la sociedad. Sean espacios físicos o psíquicos, es en ellos donde transcurre la lucha dialéctica entre la opresión y la libertad que es el meollo de la visión trágica de Buero. Sin embargo, el símbolo no es estático, es dinámico porque implica una reversibilidad.

Estructura, Lugar, Tiempo y Acción en ‘La Fundación’

Lugar

La obra mantiene unidad de lugar, ya que toda la acción transcurre en un único espacio, aunque este varíe su configuración a lo largo de la obra, al pasar de ser la habitación confortable de una fundación a la celda de una cárcel. Podríamos decir que el escenario está situado en la mente de Tomás o, al menos, que lo vemos a través de sus ojos, y es un elemento de importancia trascendental en el desarrollo de la historia, ya que el proceso mental que se produce en el personaje al ir acercándose a la realidad se refleja en la transformación paulatina del escenario. Así, los sillones se transformarán en petates o las librerías en paredes desnudas, por ejemplo.

Tiempo

En la obra no hay indicaciones temporales muy precisas, pero los cuatro “cuadros” en que se divide transcurren, sin saltos cronológicos internos, en pocos días. En la primera parte, el primer cuadro tiene lugar una mañana poco antes de comer. El cuadro segundo transcurre esa misma tarde. En la segunda parte, el tercer cuadro se desarrolla tres días después, cuando los presos acaban de cenar. En el último cuadro han pasado pocos días, quizá uno solo. Toda la obra comprende, pues, cuatro días o poco más, tiempo mínimo imprescindible para poder explicar el proceso mental que experimenta Tomás.

Este es el tiempo de la acción dramática, pero la historia abarca un tiempo más amplio. A medida que los diferentes elementos del escenario van recuperando su condición carcelaria; es decir, a medida que el protagonista va aproximándose a la realidad, se suministran al espectador los datos referentes al tiempo pasado y que explican la situación presente: la delación de Tomás o la condena a muerte son ejemplos de ello.

Acción

La historia es suministrada al espectador con la misma lentitud con que la conoce el protagonista, a medida que éste va pasando de la ficción a la realidad, y se complica rápidamente al final al desvelarse los proyectos de fuga y la nueva existencia de un delator que se resuelve fatalmente. Veámoslo con más calma. En general, la acción no incluye muchas peripecias, al menos hasta el final, ya que se trata principalmente de un drama de situación. Durante toda la primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda, la acción se centra en el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás y su sustitución por el real. Los únicos instantes de tensión son el descubrimiento del cadáver por los carceleros y la salida de Tulio para su ejecución. Hay otro nudo de acción al que apenas se alude en toda la primera parte, y que toma fuerza en la segunda: el proyecto de evasión a través de un túnel. Así, en la segunda parte el centro de atención se desdobla y la tensión dramática se concentra en el último cuadro. Estos dos ejes de acción se entrecruzan y se yuxtaponen, y es Asel el desencadenante de ambas. Así, por ejemplo, la ocultación de la muerte del Hombre es planeada por Asel con una doble intención: por una parte, se puede aumentar la dieta de Tomás, lo que influye mucho en su recuperación; y, por otra, se espera que como consecuencia de este hecho sean llevados a celdas de castigo desde donde puedan intentar la huida.