Arquitectura barroco español
Escultura barroco español
Pintura barroco español
En España el siglo XVII es un siglo de decadencia, de crisis económica en todos los niveles, eso va a influir de manera decisiva en el arte, no se van a realizar grandes programas urbanísticos o constructivos similares a los llevados a cabo en otros países como Francia, tampoco se realizarán casi iglesias de nueva planta sino que se completarán o remodelarán iglesias anteriores. Los materiales van a ser casi siempre pobres, predominando el ladrillo, siguiendo así con la tradición mudéjar.
La escultura española se distingue por su temática religiosa, principalmente influenciada por los principios de Trento y la Contrarreforma. Utiliza principalmente la madera policromada para lograr efectos dramáticos y realistas, destacando en la representación de heridas y otros detalles. Se enfoca en el realismo, con un estudio detallado de la anatomía y atención a los detalles como ojos de cristal y cabellos reales. Las composiciones no son exageradamente dinámicas como las de Bernini. Se dividen en dos escuelas principales, la castellana y la andaluza, con diferencias en el realismo y la serenidad formalista.
En la pintura española, se privilegia un naturalismo realista que retrata la sociedad en toda su complejidad, desde lo agradable hasta lo duro o feo, con una intimidad que refleja la humanidad. Se abandona la grandiosidad teatral y los temas religiosos predominan, aunque artistas como Velázquez introducen nuevos temas como paisajes y fábulas paganas. La influencia del tenebrismo de Caravaggio es evidente en muchos pintores, aunque algunos, como Velázquez, eventualmente se apartan de esta corriente. La sensualidad no es un elemento destacado en la pintura española, a diferencia de lo que ocurre en Italia o Flandes.
Introducción T.13
En el siglo XVIII, Europa presencia dos corrientes artísticas contrapuestas: el refinado Rococó aristocrático y el racional Neoclasicismo burgués. El Neoclasicismo surge como reacción al exceso del Rococó y se inspira en la Ilustración y el redescubrimiento de Pompeya. La Revolución Francesa derriba al Rococó junto con la nobleza, dando paso al dominio del Neoclasicismo.
El imperio napoleónico refuerza esta tendencia, imitando a la antigua Roma en su cultura, con construcciones como el Arco de Carrousel y La Madeleine de París. Goya, como artista de su tiempo, refleja esta convulsión en su obra, con influencias Rococó en su periodo cortesano y una evolución hacia corrientes contemporáneas como el impresionismo, expresionismo y surrealismo, tras la Guerra de Independencia.
Arquitectura neoclásica
Pintura neoclásica
La arquitectura neoclásica busca revivir la grandeza del pasado clásico griego y romano, adaptándose a diferentes contextos con una predominancia de formas simples y volúmenes. Se privilegia el modelo del templo griego y se rechaza la superposición de órdenes arquitectónicos. Se enfatiza la desornamentación y la austeridad, limitando la decoración a los capiteles. Esta corriente arquitectónica, inspirada en los ideales ilustrados, se centra en la construcción de edificios públicos como museos, bibliotecas y teatros, retomando elementos clásicos como los arcos de triunfo y comenzando a considerar la planificación urbana de manera significativa.
La pintura neoclásica, influenciada por la Ilustración y la Revolución Francesa, adopta nuevos deberes morales al buscar educar a la sociedad en virtudes cívicas, tomando como modelo el arte clásico. Este retorno a la sobriedad y racionalismo del Clasicismo, tras los excesos decorativos del Barroco y el Rococó, se refleja en la estética neoclásica. Se recurre a temas mitológicos e históricos, tanto antiguos como medievales y contemporáneos, en su temática. En cuanto a la técnica, al no haber pinturas antiguas disponibles, se inspira en los relieves, lo que resulta en poses grandilocuentes y frías. La pintura neoclásica enfatiza el valor racional de la línea y el contorno nítido sobre el color, con predominio del dibujo. Se evita el movimiento, y cuando se representa, parece congelado y estable.
GOYA
Romanticismo
Realismo
Impresionismo
Neoimpresionismo
Postimpresionismo
Francisco de Goya y Lucientes, reconocido pintor español, atraviesa cuatro períodos distintos en su carrera. En su primer período, influenciado por la Ilustración, se forma en Madrid y en Italia, desarrollando una técnica realista y caricaturesca. En su segundo período, destacan sus obras costumbristas y retratos, mostrando una visión agradable de la vida popular. El tercer período está marcado por una enfermedad que lo deja sordo y lo lleva a explorar temas más oscuros y surrealistas en sus Caprichos y Pinturas Negras. Finalmente, su cuarto período se ve influenciado por los horrores de la Guerra de Independencia, reflejados en sus pinturas de los Desastres y en su posterior mudanza a Burdeos, donde su obra parece perder su pesimismo. La obra de Goya es vasta e incluye óleos, grabados y dibujos, reflejando su progresión técnica y su enfoque colorista y realista. Su visión crítica y su capacidad para representar la realidad lo convierten en un precursor de movimientos artísticos como el romanticismo, el realismo y el impresionismo. Además, su obra se considera un documento fundamental de la historia de España.
El Romanticismo, una corriente cultural, artística, musical y literaria que surge a partir de la caída de Napoleón hasta mediados del siglo XIX, se distingue por su rechazo al racionalismo del Neoclasicismo y su exaltación de las pasiones y la subjetividad. La libertad y la individualidad son sus pilares, manifestados a través de la expresión de los sentimientos y emociones del artista, así como su espíritu de rebeldía. Temáticamente, el Romanticismo se inclina hacia lo exótico, la nostalgia medieval y lo sobrenatural, buscando escapar de la realidad burguesa. En cuanto a la técnica, se destaca el uso vibrante del color, el contraste entre luces y sombras, y una composición dinámica que refleja la energía del movimiento.
El Realismo surge como una respuesta al Romanticismo a mediados del siglo XIX, reflejando la evolución de la sociedad burguesa y la influencia del liberalismo y el positivismo. Se caracteriza por una representación objetiva de la realidad, a veces con la ayuda de la fotografía, y una especial atención a lo social, con la denuncia de las injusticias y los problemas de la industrialización. Temáticamente, se centra en la vida cotidiana y los conflictos sociales contemporáneos, abandonando la inspiración en el pasado.
En cuanto a la técnica, los pintores realistas mantienen algunas características del Romanticismo, como la pincelada densa y la atención al color y la luz, aunque con variaciones según el artista.
El Impresionismo, surgido en Francia con un grupo de jóvenes pintores rebeldes, se caracteriza por una representación centrada en la luz, desafiando las normas establecidas de los Salones de Arte. En su técnica, destacan el uso de colores puros y vivos, aplicados en pequeñas pinceladas para capturar la luminosidad cambiante de la naturaleza. La rápida y cargada pincelada, así como la abolición de la perspectiva tradicional, reflejan su enfoque en la espontaneidad y la percepción visual. Temáticamente, se centran en paisajes al aire libre y escenas de la vida cotidiana, destacando los momentos placenteros y evitando los aspectos más serios de la sociedad.
El Neoimpresionismo, marcado por su enfoque científico y riguroso, se distancia del Impresionismo al preocuparse por el volumen y la composición de las obras. Utiliza una técnica de puntillismo o divisionismo, sustituyendo la pincelada suelta por puntos de colores puros, lo que resulta en cuadros claros y ordenados. Aunque comparte temáticas con el Impresionismo, como la vida moderna y el ocio al aire libre, las obras neoimpresionistas se caracterizan por ser más construidas y finalizadas en el taller, diferenciándose así de la espontaneidad del Impresionismo.
El postimpresionismo, surgido a finales del siglo XIX y principios del XX, se caracteriza por ser tanto una continuación como un rechazo del impresionismo. Los artistas como Cézanne, Gauguin y Van Gogh buscaban no solo captar la apariencia, sino también la esencia y la emoción en sus obras. Aunque no constituyeron un movimiento cohesionado, cada uno contribuyó a abrir nuevos caminos en el arte del siglo XX, influyendo en movimientos como el cubismo, el expresionismo y el fauvismo. Sus temas abarcan desde la vida cotidiana hasta lo exótico, y su técnica se distingue por un uso expresivo del color y un dibujo que marca el volumen con líneas, en contraposición al enfoque más difuminado del impresionismo.