Obras Maestras del Renacimiento: El David de Miguel Ángel y La Última Cena de Leonardo

El David de Miguel Ángel

A diferencia del David de Donatello, Miguel Ángel representa a David antes de enfrentarse a Goliat, captando la tensión previa al combate.

Características y Composición

La figura presenta un cuerpo masculino joven pero adulto, con una anatomía muy definida y musculosa, característica del estilo de Miguel Ángel. Su composición sigue un esquema de contraposto, con un lado cerrado y otro abierto. La cabeza, girada fuera del eje de simetría, refuerza la sensación de concentración y energía contenida.

La escultura mide casi cuatro metros de altura y fue tallada en un bloque de mármol de proporciones alargadas y estrechas, lo que influyó en la postura de la figura. Miguel Ángel introduce aquí su concepto de terribilità, es decir, una fuerza interna contenida que se percibe en la expresión del rostro y la tensión del cuerpo. Aunque inspirada en la escultura clásica, se aleja de los modelos grecorromanos por su intensidad expresiva y su poderosa carga emocional.

Percepción y Estilo

A pesar de su aparente frontalidad, el David no tiene un único punto de vista, sino que su disposición invita al espectador a rodearlo, ofreciendo una percepción dinámica de la obra. Se considera un precedente del manierismo, con una ligera línea ondulante en su composición, en forma de zigzag, que anticipa tendencias posteriores.

Simbolismo y Contexto

El David de Miguel Ángel simboliza el poder de la República de Florencia y, sobre todo, el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Diseñada para ser vista desde abajo, la escultura tiene una cabeza ligeramente más grande para mantener la proporción visual desde su ubicación original. Es una obra clave del Renacimiento y una de las esculturas más icónicas de la historia del arte.


La Última Cena de Leonardo da Vinci

La Última Cena de Leonardo da Vinci representa el momento en el que Jesús anuncia a sus apóstoles que uno de ellos lo traicionará. La obra se centra en capturar las reacciones de los personajes ante esta revelación. Es una pintura mural de grandes dimensiones que se encuentra en el refectorio de la iglesia de Santa María de las Gracias, en Milán.

Representación y Expresividad

En cuanto a la expresividad, Leonardo destaca principalmente los gestos. Los rostros de los apóstoles reflejan sus emociones y personalidades, y el lenguaje corporal, especialmente las manos, también juega un papel clave. Hay un contraste evidente entre la actitud relajada y tranquila de Cristo, quien asume lo que está por venir, y la agitación de los demás apóstoles, que están en estado de conmoción emocional.

Composición y Técnica

Leonardo rompe con la tradición al no representar a todos los apóstoles alineados de manera uniforme. En lugar de eso, agrupa a los apóstoles en cuatro grupos de tres a cada lado de Cristo. Esta composición es equilibrada y simétrica, con el triángulo formado por la figura de Cristo como eje central, lo que otorga a la obra una estructura clásica.

La profundidad en la obra se logra mediante las líneas de perspectiva de los casetones del techo, los tapices laterales y el suelo, que orientan la vista hacia el fondo. Este fondo presenta un paisaje luminoso a través de tres ventanas, más esbozado que las figuras en primer plano, lo que acentúa la sensación de profundidad.

En cuanto al dibujo, aunque la obra está realizada sobre yeso seco (no es un fresco tradicional), Leonardo emplea su característica técnica del sfumato. Esta técnica permite que los contornos de las figuras se difuminen suavemente, creando una atmósfera etérea. La elección de pintar sobre seco le permitió trabajar más lentamente y retocar detalles, pero contribuyó al rápido deterioro de la pintura.

Color, Luz y Detalles

El color de la obra es equilibrado, con tonos como el rojo, azul y blanco que destacan los personajes, especialmente la figura de Cristo, que se resalta gracias al contraste con la ventana central del fondo. Los colores intensos, como el blanco del mantel y el fondo luminoso, ayudan a enfocar la atención en los personajes.

En cuanto a la luz, parece proceder principalmente de la izquierda, coincidiendo con la luz natural de la ventana real del refectorio, aunque también existe una fuente de luz simbólica que emana de Cristo y se proyecta hacia el fondo. La luz varía, creando contrastes en la iluminación de los personajes y el espacio.

Finalmente, se destaca la atención al detalle, especialmente en la representación de la naturaleza muerta en la mesa y los pliegues del mantel. Sin embargo, debido al paso del tiempo y a la técnica experimental utilizada, estas áreas han sufrido un notable deterioro.