Postimpresionismo: La Evolución del Impresionismo

Algunos de los pintores que inicialmente formaron parte del movimiento impresionista, a lo largo de su carrera, desarrollaron un arte característico que refleja sus poderosas personalidades y que les llevó a un progresivo alejamiento de los presupuestos de esta tendencia. El impresionismo, al romper las barreras que la tradición había impuesto, abre las puertas a varios caminos de experimentación que conducirán a una vertiginosa sucesión de distintas tendencias artísticas, cuyo tronco común arranca de las cuatro personalidades que dominan el fin de siglo. Supone una reacción al impresionismo porque no están de acuerdo con el tratamiento que éstos dan a la forma, por ello el volumen en sus obras está perfectamente marcado aunque jueguen con el color. Concilian en sus cuadros el volumen y los estudios de luz.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901)

Admira especialmente a Degas y se inspira en las estampas japonesas que llegan a Europa por entonces. Refleja el ambiente bohemio de los salones nocturnos de Montmartre: bailarinas, cantantes y prostitutas son sus modelos, a los que muestra llenos de humanidad en un ambiente sórdido e irreal. Muchas de sus obras tienen la inmediatez del apunte. Recibe numerosos encargos de carteles publicitarios, generalmente de estos locales, para los que utiliza la litografía en color de gran tamaño (aparecida en 1880), como en La Goulue en el Moulin Rouge. Su contribución al desarrollo del cartel fue decisiva, ya que al usar colores vivos y planos y líneas nítidas logra un gran impacto visual.

Paul Cezanne (1839-1906)

Es de la generación de Renoir y Monet, pero ya en 1880 considera que el impresionismo se ha agotado. Hijo de un banquero, se retira a su Provenza natal, e inicia un proceso de búsqueda que pasará desapercibido hasta finales del siglo.

Abandona la representación de la visión momentánea de la naturaleza para así lograr un arte más sólido, “hacer del impresionismo algo sólido y duradero como el arte de los museos”. Para ello quiere recuperar los conceptos de volumen y de espacio, pero no al modo renacentista, sino como consecuencia de una reflexión intelectual. Construye sus composiciones mediante el estudio de los objetos, partiendo de la sensación visual que produce el análisis desde diferentes puntos de vista, reduciéndolos a sus componentes últimos. Es preciso “tratar a la naturaleza según el cilindro, la esfera, el cono”. Por todo ello se le puede considerar padre de las corrientes analizadoras del siglo XX, empezando por el cubismo. Algunas de sus obras más conocidas son Los jugadores de cartas, sus bodegones y los diferentes cuadros que realiza sobre el motivo del Monte Sainte-Victoire. También recupera temas olvidados por los impresionistas, como los retratos y los autorretratos.

Vincent Van Gogh (1853-1890)

Es un espíritu exaltado (y a veces desequilibrado) que pasa frecuentemente de las preocupaciones religiosas a las estéticas, y de ahí a la desesperación más profunda (lo que le condujo a la locura y al suicidio). Tras probar suerte en diversas profesiones, Van Gogh termina dedicándose ardorosamente a la pintura durante unos pocos años, aunque sin ningún éxito: no vendió ni un solo cuadro.

En su obra, tremendamente personal, prima el componente expresivo. Sus características pinceladas empastadas y curvas, progresivamente más sinuosas, están dispuestas aisladas unas de otras. Utiliza colores crudos, frecuentemente violentos. El resultado es un modelado asombrosamente dinámico que transmite una gran emotividad. Ya no se intenta fingir la realidad (como en la pintura tradicional) ni mostrar el instante pasajero (como el impresionismo). Lo que se busca es comunicar las emociones del autor. Sus obras son muy variadas: autorretratos en los que indaga sobre sí mismo, paisajes desolados como La noche estrellada o Trigal y ciprés, sugestivos interiores como Café noctuno o El dormitorio de Arlés, sus famosos Lirios y Girasoles, retratos, etc. En conjunto representan el punto de arranque de las corrientes expresionistas del siglo XX.

Paul Gauguin (1848-1903)

También pintor tardío, abandona el impresionismo en 1885 al considerarlo superficial. Perseguirá una naturaleza y una sociedad no contaminadas por el progreso, en primer lugar en la Bretaña francesa. Allí pinta cuadros como La visión después del sermón, en la que explora la sensibilidad religiosa de los campesinos. Más tarde viajará a Panamá, a Martinica y a Tahití, donde cree encontrar el ambiente adecuado para llevar a término su búsqueda interior. En este momento surgen algunas de sus obras más elocuentes desde el punto de vista simbólico y técnico: Tahitianas (1891) y ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? (1897). Influido por las estampas japonesas, utiliza colores planos bien delimitados en su contorno de líneas gruesas. En cambio, paradójicamente, poco le afectarán las artes populares no contaminadas de tradición académica de la Bretaña o de Tahití. En el fondo su obra es un primitivismo artificial, que influirá poderosamente en las corriente fauve, en los naif, e indirectamente en los surrealistas.