La comunicación es el acto de transmitir y recibir un mensaje, en una situación concreta denominada contexto, mediante un código común y a través de una vía o canal. Se ejerce a través de gestos, expresiones faciales, corporales, táctiles, olfativas y gustativas, complementando o no la vía verbal.
En el sistema lingüístico se reconocen tres dimensiones desde la doble vertiente de la comprensión y de la expresión respectivamente:
1.- Forma (fonética, fonología y morfosintaxis), 2.- Contenido (semántica) y 3.- Uso (funciones pragmáticas o del lenguaje).
Fonética y Fonología
La fonética se ocupa de las características físicas de los sonidos: los rasgos laríngeos, el punto y el modo de articulación.
La fonología estudia la manera en que se organiza el sistema de sonidos que conforman el lenguaje. En la adquisición fonética-fonológica existe un orden de aparición y unas estructuras de desarrollo muy definidas; la rapidez de adquisición varía de unos niños a otros.
Morfosintaxis
Estudia la estructura interna de las palabras y el modo en el que se relacionan dentro de la oración. El niño adquiere las estructuras morfosintácticas mediante los procedimientos de imitación a través de un gradual y progresivo desarrollo de reglas recogidas desde el modelo del adulto; existe un orden en su adquisición ligado a la evolución del pensamiento.
Pragmática
Estudia las reglas que dirigen el uso del lenguaje, los efectos esperados y buscados sobre el receptor y los medios específicos utilizados para tal fin. Todos los componentes están estrechamente vinculados e interrelacionados unos con otros y no pueden funcionar independientemente (tabla I).
Durante el primer año, el niño (0 a 12 meses): Va aprendiendo con el adulto los mecanismos básicos de la comunicación.
Los gritos y los lloros de los primeros días indiferenciados se revisten de tonalidad y ritmo expresando bienestar o malestar. Van apareciendo vocalizaciones con una intencionalidad lúdica: laleo.
- Hacia los seis meses comienza a producirse un diálogo vocal con el adulto: proto conversación. Es el bebé que empieza a intercambiar sonidos con intención de comunicarse. En situaciones normales, esa protoconversación debe evolucionar hacia la habilidad verbal plena.
- Hasta los 6 ó 7 meses el niño se encuentra como vigilante y pendiente del adulto. Pero, el mismo niño que inició el contacto con el adulto mediante señales de llamada (gestos), cambia notablemente a partir de los 7 u 8 meses, debido al desarrollo de sus habilidades motoras y posturales; “abandonando” un poco al adulto, inicia su autoafirmación basado en los logros que obtiene con su nueva capacidad exploratoria, tanto en su propio cuerpo como en los elementos próximos a su entorno.
- Hacia el décimo mes, diferencia expresiones gestuales de alegría y enfado en la cara del otro. Señala con el dedo al tiempo que emite sonidos silábicos. Emplea el gesto para expresar deseos y necesidades: llora, ríe… con intención de cambiar la actitud del otro o de obtener lo que desea. – El laleo se va abandonando y se inicia la constitución del lenguaje comprensivo y la expresión de sílabas al tiempo que se va produciendo el desarrollo psicomotor adquiriendo conocimientos sobre el mundo que le rodea.
Entre los 9 y los 13 meses emite reduplicaciones de sílabas (papapa, bababa…), el adulto les atribuye significado, les da forma y el niño va repitiendo y asociando el significado. El desarrollo de la comunicación y del lenguaje se favorece con la locomoción: el niño se desplaza, coge objetos para conocerlos… El adulto los nombra una y otra vez para que los vaya repitiendo
A partir del segundo año de vida (12 a 24 meses):
Aparecen las primeras palabras cargadas de sobreextensión semántica, por ejemplo, dice “guau” a todos los animales de cuatro patas. Las palabras irán acompañadas de gestos. Son palabras difíciles de entender fuera de contexto. Los rechazos y deseos se manifiestan con gritos, exclamaciones o gruñidos.
En torno a los 18 meses, emerge la holofrase o palabra frase, es decir, una sola palabra acompañada de gestos hace la función de un mensaje completo. Por ejemplo, al decir “pan”, puede querer estar diciendo “quiero más pan”. – Las palabras las emplea para informar y constatar. – En este momento, ya no necesita prender los objetos para tocarlos, los puede obtener a través de la palabra, estableciendo relaciones con otro que se los proporciona. – Comienza a unir dos palabras para expresar enunciados complejos e incluye la negación y la pregunta acompañándose de la prosodia. Por ejemplo: coche esto (esto es un coche), no leche (no quiero leche), ota nene (la pelota es del nene) ¿o ta? (¿dónde está?). Poseen una sintaxis con ausencia de artículos, nexos, concordancia… Poco a poco van a ir incorporando más elementos, aproximándose al lenguaje del adulto.
Al final del segundo año no pronuncia todos los fonemas. – A medida que el vocabulario se va multiplicando, las palabras con sentido múltiple van desapareciendo. Ej: ato para nombrar a los animales. – El lenguaje oral va asumiendo un protagonismo en el deseo comunicativo del niño hasta el punto de que cuando no es entendido se enfada y mantiene actitudes de persistencia.
Entre los 24 y los 36 meses: – El niño presenta un gran interés por lo que sucede en su entorno inmediato: mira, explora, formula preguntas, desea conocer el porqué y el nombre de las cosas. – La estructura oracional se va haciendo más compleja:
• 24 a 30 meses. Oraciones con tres elementos: nene ome late (el nene come chocolate).
• 30 a los 36 meses: – Oraciones coordinadas: mamá no ta y papá no ta. Artículos determinados (un, una), género y número. – Pronombres personales: yo, tú, él, ella. – Adverbios: aquí. – Cuenta de forma sencilla acontecimientos relacionados con sus intereses y su vida personal. – Comprende su contexto cotidiano: órdenes, situaciones, anticipa situaciones cotidianas. – Desde el punto de vista de la articulación, cada vez se le va entendiendo mejor, aunque pueden percibirse errores como, por ejemplo, dificultades con la /d/, la /θ/ (ejemplo: zapato, cerilla, calcetín…) y la /s/ y con la /r/ (ejemplo: Ramón, perro, árbol) y la /r/ y simplificación de sinfones (consonante seguida de /l/ o /r/ junto a una vocal. Ejemplo: plato, gracias, brazo, globo…) y diptongos.
De los 36 a los 72 meses: – La estructura oracional se va haciendo más compleja:
• 36 a 42 meses: – Oraciones subordinadas con “pero”, “porque”, comparativas “más que”, relativo “con que”. – Crece la complejidad de las oraciones interrogativas. – Utiliza correctamente el pasado compuesto con “haber” y “ser” (ha comido). – Aparecen perífrasis de futuro: “voy a…”
• 42 a 54 meses: (3,5- 4,5) – Progresiva eliminación de los errores sintácticos y morfológicos. – Se incorpora la pasiva. – Emplea correctamente el infinitivo, el presente, el pretérito perfecto, el futuro y el pasado. – Aumenta el empleo de adverbios de tiempo: ahora, hoy, después, mañana.
• 54 meses en adelante: – Incorpora condicionales, circunstanciales. – Perfecciona estructuras conocidas, las pasivas y las adverbiales. – Desaparece la articulación infantil; se pueden dar todavía en algunos niños errores en la pronunciación de la /r/ y simplificación de los sinfones que la contengan.
Hacia los 7-8 años se llega a un completo dominio del lenguaje. La comunicación ejercida a través del lenguaje se irá enriqueciendo en función del entorno sociocultural en el que la persona esté inmersa.
Factores que Pueden Incidir en el Desarrollo del Lenguaje Oral
El contexto ambiental en el que el niño vive y crece juega un papel fundamental en la adquisición y el desarrollo de la comunicación y del lenguaje oral. El lenguaje se va conformando gracias a la exposición de modelos lingüísticos correctos y al establecimiento de situaciones que favorezcan su práctica, consolidación, perfeccionamiento y generalización. Como ya se ha señalado, si bien se recoge una cierta regularidad entre unos niños y otros, y entre las distintas lenguas, lo que permite describir la evolutiva de todo el proceso, el desarrollo comunicativo-lingüístico puede verse condicionado por una serie de factores tanto de orden extrínseco como intrínseco.
Dentro de los factores extrínsecos o ambientales podemos señalar situaciones de:
– Hipoestimulación ambiental, derivada de casuística diferente: ambiente cultural pobre, frecuentes hospitalizaciones, conflictos familiares que entorpecen el intercambio comunicativo y afectivo. En cualquiera de ellos, si el niño no recibe input lingüístico o no participa en situaciones comunicativas con hablantes más competentes, su mundo empobrecido de experiencias y estímulos puede provocar un retraso del lenguaje tanto a nivel pragmático, como receptivo y expresivo.
– Sobreprotección, en la cual se sustituye continuamente al niño, no se le posibilita el contacto con elementos que generen experiencias de aprendizaje, el adulto se anticipa a sus necesidades, envolviendo al niño en un ambiente que no le deja interaccionar activamente; se propicia, en este contexto, un retraso en el lenguaje tanto a nivel pragmático como receptivo y expresivo.
Con respecto a los factores intrínsecos señalamos, en primer lugar, el nivel cognitivo del niño. Un nivel cognitivo bajo o inmaduro genera retrasos en la comunicación y en el lenguaje receptivo y expresivo. Dentro de los aspectos individuales, resaltamos los de tipo orgánico como las pérdidas auditivas, los síndromes (factores de orden genético), las lesiones cerebrales (de orden neurológico) o las malformaciones anatómicas y sus disfunciones. La audición: es el sentido más importante ligado al lenguaje oral. El oído es el primer filtro del estímulo sonoro que lo convierte en impulso nervioso. Además, proporciona y regula el proceso de adecuación de los órganos articulatorios para que se reproduzca fielmente el sonido recibido. Si la persona no oye lo que pronuncia, o lo que le dicen, le falta un elemento clave para el aprendizaje del lenguaje oral. Conocer y cuidar el estado del oído es fundamental y es aún más significativo en pacientes con otitis de repetición y catarros frecuentes, ya que este tipo de pérdidas puede generar retraso en el desarrollo del lenguaje y el habla.
El aparato fonoarticulatorio es el conjunto de órganos que intervienen en la articulación del lenguaje. Los podemos agrupar en:
Órganos de la respiración: los pulmones, los bronquios y la tráquea proveen el aire necesario para la emisión lingüística. La respiración fónica es la que proporciona la cantidad de aire suficiente para poder realizar el acto de fonación. Cualquier alteración tiene una incidencia en la claridad y la adecuación del mensaje lingüístico. La respiración nasal es fundamental para favorecer el adecuado desarrollo de los órganos bucofonadores (arcadas dentarias, paladar, mandíbulas) y la adecuada coordinación entre la respiración y la fonación, por lo que conviene observar para evitar que se desarrollen malos hábitos crónicos, más difíciles de cambiar.
Órganos de la fonación: la alteración o contracción de alguna de las partes de la laringe y/o faringe pueden producir alteraciones en la fonación. Resulta importante señalar que la laringe se encuentra en desarrollo durante la etapa infantil, por lo que es más sensible a los posibles riesgos. De esta forma, son frecuentes las disfonías infantiles, que conviene tratar cuanto antes para evitar que se cronifiquen.
Órganos de la articulación: vamos a señalar a continuación las alteraciones que no se consideran patológicas, ya que las dificultades de mayor gravedad, como labios leporinos o fisuras palatinas, ya se habrán detectado tempranamente.
Los órganos articulatorios pueden dividirse en:
– Activos. Es fundamental valorar el tono, los posibles frenillos, el movimiento y la funcionalidad; lengua: su falta de movilidad produce distintos errores articulatorios; labios: constituyen un filtro para el sonido.
– Pasivos:
• Paladar. La bóveda palatina: es básico que su altura y tamaño estén en proporción al tamaño de la lengua. Cualquier desproporción causa problemas en la articulación. Paladar blando: falta de movilidad del velo, ya sea por su tamaño o por falta de competencia, puede dar lugar a hipernasalidad.
• Mandíbula: – La conformación retrognática o prognática justifica dificultades en la pronunciación y en la dicción. – El uso prolongado de chupete o el hábito de chuparse el dedo pueden ocasionar una hipotrofia mandibular que puede generar una mala oclusión dentaria, dificultades en el movimiento de los maxilares, exceso de salivación, boca abierta y, por tanto, un patrón de respiración bucal, aspectos que pueden potenciar el desarrollo de dificultades en el habla.
• Alvéolos e implantación dentaria: su conformación y disposición pueden ocasionar dificultades en la pronunciación. Al igual que en el desarrollo mandibular, la prolongación de la dieta blanda, el uso en edades tardías de chupete o el hábito de chuparse el dedo pueden provocar mordida abierta, respiración bucal, escaso desarrollo mandibular y retraso en la masticación.
• Fosas nasales: los senos juegan el papel resonador y producen el timbre típico de cada voz. Su exploración, valoración y derivación, en su caso, a los especialistas pertinentes por parte del pediatra es fundamental ya que el compromiso de alguno de estos órganos puede tener repercusiones en la ejecución de los fonemas, en la adquisición y desarrollo del lenguaje oral y, consecuentemente, en la comunicación.
Dificultades Más Frecuentes en el Lenguaje Infantil
– Retraso simple del lenguaje: desfase cronológico en la adquisición de las distintas etapas lingüísticas, pero las van adquiriendo con pautas evolutivas de normalidad.
– Trastornos específicos del lenguaje: además del retraso cuantitativo, se aprecian patrones que no siguen el normal desarrollo de la comunicación y el lenguaje. Es un lenguaje que no responde a las expectativas del desarrollo de la conducta verbal.
– Mutismo total: desaparición total del lenguaje, repentina o progresivamente.
– Mutismo selectivo o electivo: sólo aparece ante ciertas personas o en determinadas situaciones. Suele aparecer a los 3 años y, con más frecuencia, hacia los 6 años.
– Deprivación ambiental: el niño que vive en un ambiente con deprivación cultural desarrolla un código lingüístico restringido, un lenguaje limitado esencialmente a la comunicación concreta e inmediata, insuficiente de todo punto en el medio escolar. Bernstein considera que el lenguaje está determinado por la clase social y determina a su vez las actividades cognitivas, las adquisiciones futuras y todos los comportamientos de los individuos.
– Retrasos articulatorios/fonológicos: es el conjunto de todas las dislalias evolutivas o funcionales. Es una alteración fonética que se produce por inmadurez en las habilidades motoras, perceptivas y discriminativas del habla.
– Dislalias: son fallos en el punto y el modo de articulación de uno o varios fonemas de origen funcional (no existe una causa orgánica que lo justifique). Algunos fonemas se ven afectados muy frecuentemente frente a otros en los que sucede en muy raras ocasiones. La /r/, la /s/, la /θ/ y los sinfones de /l/ y /r/ (ejemplo: blando, clase, dragón…) suelen ser los que aparecen más tarde.
Tartamudez fisiológica: • Entre los 2 y los 4 años es frecuente, aunque no se da ni tiene por qué en todos los casos, que los niños se expresen con repeticiones de sílabas, palabras; a veces, incluso, con una persistencia importante que puede evocar cuadros de tartamudez. Estamos ante la tartamudez fisiológica o evolutiva. • Suele desaparecer de forma espontánea siempre que los adultos tomemos una actitud correcta: no dar ninguna importancia a este hecho, evitando comentarios del tipo “dímelo más tranquilo” o “comienza de nuevo sin tartamudear”, etc. Suele durar entre unos días hasta un año.
• No obstante, si existen antecedentes familiares, o si la situación de bloqueo es muy frecuente y/o se acompaña de sudoración, nerviosismo…, o si la angustia de los adultos crece, conviene consultar a un psicólogo o un logopeda y actuar en función de sus orientaciones.
– Taquilalia: un hablar excesivamente rápido y precipitado que provoca repeticiones y omisiones, lo que dificulta la inteligibilidad de su expresión.
– Torpeza motora en los órganos bucofonadores externos: nos referimos a la falta de tono, destreza, control voluntario de los órganos nombrados, lo que repercute directamente en la producción articulatoria.
Disfonías infantiles crónicas: alteraciones de la voz en su intensidad, tonalidad, timbre y duración. Se origina por causas diversas; pueden ser de tipo orgánico, fisiológico, psicológico y/o ambiental. Unos factores determinan la aparición de la alteración frente a otros que la agravan, por ejemplo: enfermedades del aparato respiratorio (laringitis y bronquitis crónicas, asma, vegetaciones, sinusitis, amigdalitis…), malformaciones laríngeas, alteraciones de la audición… Todas ellas pueden ser causas o factores que la agravan.
Indicadores de Preocupación en el Desarrollo del Lenguaje
Para detallar los indicadores de preocupación, tenemos en cuenta las tres dimensiones del lenguaje mencionadas en el apartado sobre desarrollo de la comunicación y el lenguaje de este artículo: forma, contenido y uso. Consideramos que todos los indicadores no presentan el mismo grado de preocupación. Así, los que se refieren al uso y/o a la comprensión y/o a la estructura de la frase revisten una gravedad mayor que los que afectan exclusivamente a la pronunciación de algunos fonemas.
– Un niño que muestra desinterés por la comunicación, por la voz humana y el lenguaje no tiene deseo comunicativo o éste es muy escaso, o sólo habla con personas muy allegadas y con una comunicación peculiar.
– En la relación de la vida diaria, nos hace dudar de su nivel de comprensión (en unas ocasiones puede dar la impresión de que entiende lo que se le dice y en otras que no porque no cumple lo que se le indica).
– En un niño que en el primer año de vida ha pasado por muchos episodios de catarro o por infecciones de oídos sucesivas, del cual su familia dice que entre los 18 y 24 meses no dice nada o habla muy poco o en su jerga, no se perciben palabras y partes de palabras.
– Un niño que prolonga la jerga más allá de los tres años supone en sí mismo un síntoma de adquisición tardía.
Niños con repeticiones silábicas en el inicio, en medio de palabra… que se acompañan de sudoración, nerviosismo, mecanismos de compensación (guiños, gestos…), evitación de la palabra y con antecedentes familiares de tartamudez.
– Niños que a los 3 años y medio presentan errores de pronunciación que comprometen la inteligibilidad del discurso.
– Niños con ambientes familiares empobrecidos culturalmente o emocionalmente desatendidos que cursan con un vocabulario pobre, lenguaje telegráfico.
Todos ellos son susceptibles de valoración logopédica por lo que consideramos que es muy adecuada su derivación a un logopeda o a servicios de la zona.
Conclusiones
El lenguaje es una de las conductas más complejas del ser humano. – El desarrollo del lenguaje es paralelo al desarrollo emocional, social, cognitivo y psicomotor.
– La adquisición del lenguaje surge de la interacción de un individuo con su ambiente. Están presentes tanto factores intrínsecos (innatos) como extrínsecos (adquiridos) a través de la interacción con el medio en el que vive, crece y se desarrolla el niño.
– Cuando escuchamos al niño tenemos que valorar cómo se comunica, qué comprende, qué dice y cómo lo dice y en este orden porque es más grave que un niño no tenga el deseo comunicativo o lo haga de forma incompleta, que pronuncie mal algunos fonemas, por ejemplo. Es muy importante que, sin entrar en detalles, estimemos esos otros aspectos de la comunicación y el lenguaje oral que son muy importantes.
– Es necesario comenzar a estimular y abordar sus posibles dificultades en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje oral lo más tempranamente posible. La exploración de la comunicación y el lenguaje oral no es costosa, traumática ni dolorosa en ninguno de los sentidos. Suele resultar placentera para el niño pues lo suele vivir como un rato de juego y de atención en exclusividad con el adulto.