El Sacramento de la Penitencia
El sacramento de la Penitencia fue instituido por Jesucristo, la necesidad de este sacramento viene dada que una vez que recibíamos el Bautismo que nos perdonaba todos los pecados, necesitábamos otro sacramento que nos perdonara los pecados realizados después del Bautismo, ya que la única persona que nació sin pecado original fue la Virgen María. 5 condiciones para recibir bien este sacramento:
- Examen de conciencia donde debemos recordar y examinar nuestra vida pasada y pecados.
- Dolor de los pecados por haber ofendido a Dios nuestro padre.
- Propósito de la enmienda que consiste en la intención de no volver a pecar.
- Decir los pecados al confesor, que guardará secreto de confesión, callarse un pecado es muy malo e invalida el sacramento.
- Cumplir la penitencia.
Este sacramento tiene los elementos de la materia que son los pecados cometidos y sus siguientes actos, la forma que es la absolución del sacerdote al penitente, el ministro que son los obispos y sacerdotes y por último el sujeto que es toda persona bautizada con uso de razón. Una persona puede pedir perdón a Dios en todo momento con tal de que vaya a confesarse cuando pueda.
La Unción de Enfermos
La Unción de Enfermos es un sacramento de sanación porque también nos perdona de los pecados cometidos después del Bautismo. La Unción de enfermos es el sacramento por el que Jesucristo alivia y reconforta al cristiano que comienza a encontrarse en peligro de muerte por enfermedad o vejez. Sus elementos son la materia que es el santo crisma, la forma que es que el ministro (obispos y sacerdotes) hacen la señal de la cruz sobre la frente y el sujeto que es toda persona bautizada y que se encuentre en estado de enfermedad grave o vejez con debilidad.
El Orden Sacerdotal
El Orden sacerdotal es el sacramento por el que algunos cristianos son consagrados como ministros de Jesucristo para seguir la misión confiada por Jesucristo a sus apóstoles., sacramento instituido durante la Última Cena con la frase de “Haced esto en memoria mía” (Lc. 22, 19). Las razones de porque no hay mujeres en estos cargos son que 1º Dios es un espíritu puro que no tiene ni cuerpo ni materia y la 2º persona de la Trinidad se encarnó en forma de hombre fue porque le pareció mejor a Dios, nuestro Padre. Diaconado es una ordenación de servicio, confesar y celebrar misas solo sacerdotes y obispos, el episcopado u obispado es el máximo grado de la Orden Sacerdotal, cuyos elementos son la materia que es La imposición de las manos del obispo sobre la cabeza del nuevo diácono, sacerdote u obispo. La forma que es la oración del obispo sobre él, el ministro que es un obispo y el sujeto que es todo bautizado mayor de 24 años que haya sentido la llamada de Dios.
El Matrimonio
El matrimonio fue instituido como sacramento por Jesucristo, aunque el denominado matrimonio natural ya lo estableció Dios desde el momento de la Creación. Se puede definir como el sacramento por el que un hombre y una mujer se unen ante Dios con el fin de dar amor y vida. Aunque existe la nulidad del matrimonio que por diversas causas La Iglesia declara que no hubo verdadero matrimonio y por tanto pueden volver a tener otro. Los fines del Matrimonio son el bien y felicidad de los cónyuges, y la procreación y educación de los hijos. Esto significa, por un lado, que ambos cónyuges se entregan -en cuerpo y alma- para el bien y felicidad del otro cónyuge. Los elementos de este sacramento son la materia que puede ser tanto los cuerpos como el consentimiento, la forma que sí es el consentimiento al casarse los ministros que son los esposos y los sujetos son todos los bautizados y mayores de edad que se casen libremente.
María, Madre de la Iglesia y Madre de los Hombres
En el cristianismo la figura de Jesucristo va inseparablemente unida a la figura de su madre la Virgen María. Y como madre de Jesucristo se derivará su figura como madre de Dios, madre nuestra y madre de la Iglesia. El ser madre de Dios es el título mayor que ha recibido y pueda recibir ninguna otra criatura creada por Dios. Por eso María es la criatura más excelsa de toda la Creación incluidos los ángeles. María obtuvo tres privilegios que fueron su concepción inmaculada, la de ser madre y virgen al mismo tiempo y su asunción al cielo en cuerpo y alma.
La Inmaculada Concepción
María, a diferencia del resto de seres humanos, fue concebida por sus padres san Joaquín y santa Ana sin mancha de pecado original. Todos los seres humanos, por nuestra naturaleza humana, descendemos de Adán y Eva y en esa naturaleza humana heredamos el pecado que cometieron y sus consecuencias. Es lo que denominamos el pecado original. María no cometió ni un solo pecado en su vida.
Maternidad y Virginidad de María
Esta virginidad de María implica también el nacimiento de Jesús. Es decir, que María permaneció virgen también en el momento del parto, por lo que éste también fue igualmente milagroso como la concepción. Por eso la teología explica que María parió a Jesús sin dolor y que el niño Jesús atravesó el cuerpo de María de la misma manera que un rayo de sol atraviesa un cristal sin romperlo. Esta es la razón por la que la Iglesia enseña que María permaneció virgen antes del parto, después del parto y durante el parto. Asimismo, podemos considerar a María como madre de todos los hombres al recordar el pasaje del evangelio en que Jesús en la cruz deja a su madre al cuidado de si discípulo más joven: “Jesús viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: he ahí a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa” (Jn. 19, 26-27).
Asunción de María
La iglesia enseña que María está en el cielo en cuerpo y alma, privilegio que se le dio. la Virgen María subió a los cielos directamente sin pasar por el hecho de la muerte o, por el contrario, María murió e inmediatamente fue resucitada por su Hijo Jesucristo para ser llevada por los ángeles junto a Él en el cielo, ya que ella no podía pasar dolor, esa es la duda que habrá siempre, ya que otros piensan que si pasó dolor o como sería.
Muerte y Resurrección
El misterio del más allá. La muerte fue una consecuencia del pecado original cometido por Adán y Eva. Sin embargo, Jesucristo con su resurrección el domingo de Pascua venció a esa muerte y nos abrió las puertas del cielo. Por lo que todo cristiano tiene la esperanza de que tras la muerte vivirá para siempre con Dios en el cielo y que al final de los tiempos, es decir, cuando llegue el fin del mundo y la 2ª venida de Jesucristo a la tierra, resucitaremos con nuestro propio cuerpo para gozar en el cielo junto a Dios, los ángeles y el resto de los santos que también habrán resucitado.
El Juicio Particular
Con la muerte de una persona su alma se separa de su cuerpo y se presenta ante la presencia de Dios y será momento en que veamos toda nuestra vida y nosotros tras verla debemos decidir que nota nos merecemos en ese examen de amor, si estar con Dios o separarnos de él. Y tras este juicio el alma irá o al cielo o al purgatorio o al infierno, se trata más bien de estados del alma pero con lugares se entiende mejor.
El Cielo
Es el lugar al que estamos destinados todos los seres humanos según el plan original de Dios. En el cielo disfrutaremos de la presencia de Dios por toda la eternidad de una forma indescriptible y Lo primero de lo que gozaremos en el cielo será de la visión beatífica de Dios. Es decir, veremos a Dios cara a cara. Tal cual es. Llegaremos a entender casi plenamente el misterio de la Santísima Trinidad, misterio que tan difícil nos parece entender aquí en la tierra. Así mismo gozaremos de la presencia de los ángeles y del resto de los santos, así como la de nuestros seres queridos siempre y cuando hayan tenido la intención de amar a Dios sobre todas las cosas como prescribe el primer mandamiento de la Ley de Dios. En el cielo, aunque estemos con nuestros propios cuerpos tras la resurrección gozaremos en carácter espiritual del mismo Dios.
El Purgatorio
Es el lugar donde se encuentran las almas que mueren en amistad con Dios, pero que aún necesitan purificarse de sus pecados para poder llegar al cielo. Es decir, son almas que están seguras de estar salvadas y de que algún día llegarán al cielo para gozar de Dios para toda la eternidad con el resto de los santos. El purgatorio es un lugar intermedio, querido por Dios donde se conjugan su misericordia con su justicia. Hay que tener en cuenta que para llegar al cielo es necesario estar completamente limpio de toda mancha de pecado. Y si en el sacramento de la Penitencia se nos perdonan los pecados, o si Dios nos perdona de todo pecado ante un pensamiento de arrepentimiento antes de nuestra muerte, eso no quita para que tengamos que hacer penitencia por el mal que hayamos podido hacer. El purgatorio tiene un carácter purificador y las almas de allí gozan de la amistad con Dios y de los ángeles y santos del cielo que los consuelan y animan.
El Infierno
Es la tercera posibilidad tras el juicio particular y la más difícil de entender para muchos cristianos, ya que, si el cielo consiste en una felicidad plena y para siempre por estar gozando de Dios, el infierno consiste en lo contrario: una desgracia plena y para siempre, precisamente por no poder ya nunca estar con Dios. En el infierno los condenados sufren una doble pena: la pena de daño y la pena de sentido. La pena de daño, que es la peor, consiste en la ausencia completa de Dios y en pensar que esa ausencia es para siempre. La otra pena que se sufre en el infierno es la de sentido correspondiente al goce desordenado que tuvieron hacia las criaturas. Es lo que se suele describir como el fuego eterno.
El Juicio Final
Coincidirá con la segunda venida de Jesucristo a la tierra en gloria y majestad, y con la resurrección de todos los seres humanos. El Juicio final se diferencia del Juicio particular en que las causas del premio o del castigo serán públicas. Pero la sentencia será exactamente la misma que la habida en el Juicio particular. Es decir, los que están en el cielo seguirán estando en el cielo, y los condenados en el infierno seguirán en el infierno. En el Juicio final todos los seres humanos resucitaremos con nuestros propios cuerpos según el modelo de Jesucristo, es decir, con un cuerpo glorioso o espiritual como el suyo. El resucitar con un cuerpo espiritual hace que en el más allá no exista la necesidad de alimentarnos, ni de reproducirse, lo cual significa que en el cielo no habrá que comer ni tendremos deseos sexuales. Las almas que se encuentren en el Purgatorio, en el momento del Juicio final, también resucitarán con su propio cuerpo para ir a disfrutar eternamente del cielo. Es decir, el Purgatorio dejará de existir, ya que su fin purificador habrá concluido. En el juicio final estaremos todos los seres humanos desde Adán y Eva hasta el último que haya poblado en la tierra y todos sabremos todo de todos para poder saber el destino final de cada persona.
La Comunión de los Santos
Se trata de otra verdad de fe que aparece en el Credo de los Apóstoles y que viene a significar la unión que existe entre todos los miembros de la Iglesia al estar unidos a su cabeza que es Jesucristo.