Diferencias Cognitivas y Cruce entre Especies
Una de las claves en la evolución humana se debe a que nuestros antepasados pudieron desarrollar un lenguaje articulado y una capacidad única para utilizar formas de expresión simbólicas. La mente del hombre moderno sería diferente de la de los neandertales. Nuestra mente está especializada en analizar, clasificar y categorizar la información que recibe del mundo, lo que permitió al hombre comprender los procesos naturales, planificar conductas complejas e incluso poder proyectar nuestras expectativas y estados mentales en otros congéneres, pudiendo así planificar y predecir la conducta de los demás. Estas modificaciones se produjeron entre 200.000 y 150.000 años atrás y afectaron a una pequeña proporción de los habitantes de África, se calcula que entre 10.000 y 15.000 miembros.
Una cuestión importante a la hora de abordar la relación entre Neandertales y Homo sapiens es si existió algún cruce entre las dos especies. El consenso científico se decanta actualmente por negar esa posibilidad. Esta teoría estándar de la evolución humana cuenta a su favor con que de entre los más de 400 fósiles de neandertales descubiertos no han aparecido individuos híbridos. Además, el análisis del ADN mitocondrial analizado en las muestras de 14 restos fósiles muestra que son muy parecidos entre sí y muy distinto del nuestro, lo que vendría a demostrar que no ha existido “flujo genético” entre las dos especies.
Nuevos Descubrimientos sobre el ADN Neandertal
Sin embargo, este modelo de la evolución humana puede estar a punto de sucumbir a la luz de los nuevos descubrimientos realizados por Carlos Laluenza-Fox de la Universidad de Barcelona a partir del análisis de los restos de un individuo de hace 38.000 años encontrado en la cueva de Vindija en Croacia. Un hueso de este individuo, arrinconado en un museo de Zagreb, había permanecido intacto durante los últimos 25 años y, por lo tanto, limpio de ADN de Homo sapiens sapiens, es decir, el nuestro. Este resto fósil fue sometido a un proceso de secuenciación de ADN que permite determinar el orden exacto de las ‘letras’ que componen el ADN. El nuevo sistema de secuenciación se basa en la detección de la ínfima cantidad de luz emitida por cada ‘letra’.
La investigación que se está realizando en el centro Max Planck de Antropología Evolutiva, dirigida por Svante Pääbo, ha permitido publicar la lectura de un millón de letras del genoma neandertal y se espera publicar el resultado de otros cinco millones. Al comparar estas secuencias de ADN con el material humano se ha comprobado que el modelo estándar de separación entre las dos especies puede ser puesto en duda. En el artículo publicado en Nature en octubre de 2006, se afirma que hubo flujo genético entre humanos modernos y neandertales y que ese flujo genético (flujo genético = sexo) ocurrió probablemente desde los hombres modernos a las mujeres neandertales.
El Gen Microcephalin y la Hibridación
En una línea de investigación similar, el genetista Bruce Lahn de la Universidad de Chicago, ha descubierto que un segmento de ADN que apareció en nuestros antepasados aproximadamente hace unos 37.000 años tiene un origen cuando menos sospechoso. El estudio del gen microcephalin, cuyas mutaciones pueden convertir el cerebro humano en un cerebro del tamaño de un australopiteco, muestra que las variaciones de este gen pueden estar involucradas en los “barridos selectivos” ocurridos en la evolución de los homínidos. Cada nueva variante de este gen se debió propagar con rapidez por la población humana. De hecho, una variante de este gen aparece en el 75% de la población mundial, y lo más interesante es que es precisamente esa variante la que pudieron pasarnos los neandertales, dando lugar a funciones cerebrales mejoradas.
Estos nuevos datos permiten reconstruir la evolución humana considerando que, si bien neandertales y humanos modernos son especies separadas desde hace medio millón de años, lo que pudo suceder es que hace unos 40.000 años, cuando estas dos especies volvieron a encontrarse, hubo casos de hibridación entre ellas; sexo en contadas ocasiones (como hasta ahora), tan escaso que, como afirma Lahn, pudo tratarse de ¡un sólo caso! que permitió la transferencia de un gen que mejoró nuestra función cerebral.
Evolución y Lenguaje
Localización de las Habilidades Lingüísticas en el Cerebro
Nuestra capacidad para generar habilidades lingüísticas está localizada, como no podía ser de otro modo, en el cerebro. El estudio de personas que han sufrido lesiones cerebrales que han afectado a sus capacidades lingüísticas nos proporciona los datos necesarios para localizar las zonas del cerebro que se dedican a procesar la información lingüística. Las áreas del córtex que controlan la actividad lingüística están situadas, en el 95% de los seres humanos, en el hemisferio izquierdo. Estas áreas rodean a la corteza auditiva y se extienden por la mayor parte de los lóbulos temporales, llegando a tocar el lóbulo parietal y el lóbulo frontal.
Áreas de Broca y Wernicke
Los dos grandes centros de procesamiento del lenguaje son el área de Broca, encargada de la codificación del habla y la producción del lenguaje; también se piensa que puede regular aspectos relativos a la sintaxis, y el área de Wernicke, dedicada a la comprensión del habla. Estas áreas no son exclusivas de nuestra especie, los neuroanatomistas Al Galaburda y Terrence Deacon han descubierto áreas del cerebro de algunas especies de monos que se corresponderían con las áreas del lenguaje en el cerebro humano. Estas regiones no intervienen en la producción de sonidos vocales ni tampoco en la producción de gestos. En los monos, estas áreas son usadas para reconocer secuencias de sonidos y para discriminar los sonidos de su propia especie de las llamadas de otras especies.
Similitudes Cerebrales entre Monos y Humanos
El hecho de que en los monos aparezcan estas similitudes en cuanto a localización y al “cableado” de entrada y salida de información vendría a suponer que esta organización cerebral estuviera ya presente en el antepasado común a primates y a humanos. La aparición del lenguaje específicamente humano se debería a una reorganización de los circuitos cerebrales de los primates que no desempeñarían papel alguno en la comunicación, y a los enlaces que se producirían con otras zonas del cerebro.