Liderazgo Multiplicador: Formación para el Cambio y la Autogestión Comunitaria

Liderazgo Multiplicador

El liderazgo multiplicador es un tipo de conducción que surge como respuesta a la necesidad de formación de recursos humanos en contextos con carencia de recursos económicos. La comunidad necesita de proyectos para estar viva, y estos no deben ser impuestos, sino que deben surgir de su propia dinámica y del conjunto de personas que la integran. Los fundamentos y prácticas del liderazgo multiplicador se pueden aplicar a la conducción de actividades recreativas.

El Verdadero Líder

El multiplicador es un verdadero líder de grupo que guía a los demás hacia los objetivos propuestos. Este tipo de liderazgo facilita el surgimiento de líderes naturales, permitiendo un crecimiento tanto cualitativo como cuantitativo. Además, incentiva a las personas a encontrar su lugar en las organizaciones y descubrir espacios donde puedan actuar y generar cambios.

Multiplicadores: Una Respuesta a la Formación de Recursos Humanos

Los multiplicadores son una respuesta a la necesidad de formar recursos humanos en contextos con limitaciones económicas. A continuación, se presentan cuatro hipótesis a analizar:

1. El Desafío

El desafío principal radica en que, a menudo, los recursos humanos formados no logran adaptarse a la realidad donde deben aplicar sus conocimientos. Es necesario cambiar la lógica de la carencia por una de multiplicación. Se observa con frecuencia cómo algunos profesionales se frustran al sentirse incapaces de generar cambios y optan por dejar las cosas como están debido a la magnitud de la tarea. En el otro extremo, encontramos la omnipotencia, donde algunos creen que pueden lograrlo todo sin importar las circunstancias. La clave está en asumir el desafío, abordando las carencias en lugar de luchar contra ellas. La capacidad de acción debe nutrirse de una correcta interpretación de la realidad, ya que es de ella de donde surge el qué hacer.

Algunos aspectos a considerar son:

  1. Carencia de recursos económicos.
  2. Ausencia de cuadros dirigentes y de conciencia social.
  3. Todo profesional, antes de serlo, es una persona.
  4. La época actual se caracteriza por cambios vertiginosos, lo cual debe tenerse en cuenta al diseñar programas recreativos.
  5. Para desarrollar un “proyecto de vida” es fundamental pensar, sentir y actuar.

Formar para el cambio implica desarrollar adaptabilidad y flexibilidad, basadas en una actitud de apertura hacia los demás y hacia uno mismo. Las dificultades para asumir y liderar proyectos con una nueva perspectiva son, en gran medida, resultado de carencias formativas. Se necesitan planes de formación y entrenamiento de especialistas que respondan a las demandas actuales. No se trata solo de formar para el cambio, sino de formar para promover el cambio en los demás.

2. La Formación Profesional: Perfil y Resultados

Es fundamental replantear los planes de formación de recursos humanos en el ámbito del tiempo libre y la recreación. Una característica común en los profesionales formados en este campo es la tendencia al activismo. Esto se traduce en una serie de acciones implementadas por el profesional a cargo, quien centra toda su atención en la actividad, planificando, ejecutando y evaluando en función de los requerimientos. Se piensa primero en la actividad y luego en los objetivos.

Los modelos tradicionales de formación, en su accionar, se plantean, ejecutan y evalúan desde la propia persona del profesional, sin tener en cuenta a los participantes:

  • Se planifica desde las necesidades propias y no a partir de las necesidades de los demás.
  • Se asume un rol protagónico, convirtiéndose en el centro de la actividad y generando un vínculo de dependencia que refuerza el autoritarismo.
  • Se evalúan los resultados enfatizando los aspectos cuantitativos.

Esta formación tradicional implica la necesidad de contar con tantos animadores socioculturales como proyectos, ya que se transmite la necesidad de una presencia técnica y especializada de forma permanente. Estos profesionales necesitan estar al frente de la actividad constantemente y tienen dificultades para delegar la conducción a otros.

La transformación consiste en lograr una metodología de formación que vincule el conocimiento, las técnicas, las actitudes y una didáctica capaz de implementar en la acción lo que se propone en teoría. Se busca una integración coherente del pensar, sentir y hacer.

El Liderazgo Multiplicador

El nuevo perfil del líder multiplicador se centra en el efecto multiplicador y no en el éxito individual de la actividad. Su capacidad de adaptación a diferentes contextos facilita el desarrollo de proyectos y actividades que, a su vez, son sostenidos por nuevos multiplicadores. El multiplicador multiplica a partir de su acción, asegurando el surgimiento de líderes naturales y brindando espacios y tiempos para su desarrollo y ejercicio. No basa su labor en el mando y no se coloca como centro de la actividad.

El Multiplicador Planifica, Ejecuta y Evalúa desde la Cooperación

Los proyectos surgen de la interpretación real de las necesidades de la comunidad. Este rol requiere un vínculo centrado en la relación persona a persona.

4. La Formación del Multiplicador

Es posible formar y entrenar multiplicadores. Las diferencias individuales provienen de la personalidad de cada uno, lo que define un estilo propio de trabajo. Las características del multiplicador pueden y deben desarrollarse para lograr multiplicar los proyectos y actividades de tiempo libre y recreación.

Esta formación requiere del entrenamiento integral de la persona, integrando los tres planos mencionados: pensar, sentir y actuar. Estos planos se integran a través de una metodología que transita de la vivencia a la reflexión.

  • A partir de estímulos que permitan “vivir” un tema, surge el conocimiento de ese tema.
  • La tarea de conducir requiere una primera y gran prueba: la propia capacidad para conducirse a sí mismo.
  • La participación, el compromiso y la gestión autónoma solo se pueden desarrollar en los demás si el conductor posee para sí mismo la participación, el compromiso y la gestión autónoma.
  • Las actitudes se hacen efectivas en la acción diaria, en el vínculo, en el gesto y la postura corporal. Las actitudes, los conocimientos y las habilidades se aprenden y se entrenan.

Las técnicas y los métodos son reconstruidos, y el proyecto deja de ser un instrumento tecnológico para convertirse en una herramienta humana para el crecimiento de la persona.

  • El entrenamiento del multiplicador también requiere el aprendizaje de una nueva concepción didáctica, operativa, que le permita llevar adelante su función.
  • Aprender a “ver” su propia imagen en cada paso: esta tarea es movilizadora y autocorrectiva, pues permite la revisión crítica desde el diagnóstico hasta la evaluación.

Conclusión

La idea de innovación implica cambio, pero el cambio debe comenzar por uno mismo. Para que exista una verdadera innovación, es fundamental que el educador esté dispuesto a promoverla y asumirla.

El Multiplicador: Un Liderazgo para el Desarrollo y la Autogestión

El liderazgo multiplicador promueve el surgimiento de líderes naturales y el desarrollo de nuevos multiplicadores. Solo a través de este tipo de liderazgo se logra el desarrollo comunitario y la autogestión.

La Comunidad Requiere Proyectos

Un grupo de personas puede estar unido por diversos lazos, compartiendo algo en común, aunque no sean conscientes de ello. A menudo, se desconoce el potencial para proyectar y accionar. Además, se está instaurando una identidad basada en recibir en lugar de hacer. No es posible desarrollar una comunidad desde afuera; esta debe desarrollarse a sí misma.

La forma de satisfacer una necesidad influye en el resto de las necesidades. La participación real en las decisiones que afectan la vida cotidiana implica el reconocimiento de otras necesidades asociadas: la autoevaluación personal, la autoevaluación de la cultura del grupo de pertenencia, y la capacidad de recrear nuevas formas de vida y convivencia social.

Motivación

La motivación es:

  • Una habilidad psicológica.
  • Una acción contagiosa.
  • Un reflejo de la relación alumno-docente.
  • Parte fundamental de la finalidad de la clase.
  • Un factor determinante en la dinámica del grupo (motivado o desmotivado).

Motivar tiene que ver con el docente.

El Docente Protagonista

El docente es protagonista en la creación de un ambiente motivador. Para obtener una mejor respuesta del grupo, es importante:

  • Establecer vínculos, relaciones y emociones.
  • Ser gratificante en la evolución dentro del contexto educativo. Existe la motivación grupal e individual, que depende de cada alumno.
  • Reconocer los límites, el ritmo y el proceso de aprendizaje del grupo.
  • Equilibrar al grupo para que se retroalimente positivamente.

En el ámbito formal, la motivación mejora el aprendizaje, mientras que en el no formal, mejora el rendimiento. La motivación no depende solo del grupo, sino que surge en el aula a partir de las acciones del alumno, el docente como protagonista y el diálogo constante.

Otros aspectos a considerar:

  • El aspecto corporal (descanso, actividad física y alimentación).
  • El estado anímico general.
  • La situación personal del alumno y del grupo.
  • Estimular al alumno para obtener una respuesta.
  • Los resultados no son inmediatos, la motivación es un proceso.
  • No se puede trabajar la motivación sin automotivación.
  • La motivación es un aprendizaje que, en condiciones adversas, debe mejorarse con recursos. La motivación se contagia y se multiplica.
  • El juego es un gran motivador. La motivación no está solo en la actividad, sino en el contexto (docentes, alumnos, espacio, etc.).