La oposición de los sectores conservadores al reformismo de la Segunda República se tradujo en una acción golpista que aprovechó el clima de confrontación con el Frente Popular para justificarse. Las causas de este golpe son: poner fin a las reformas del Frente Popular, terminar con el desorden público, restablecer los valores católicos, el rechazo a las autonomías y el deseo de que el ejército volviera a tener un papel importante en la política, evitando una revolución proletaria.