Con la sofística, el interés filosófico se desplaza de la naturaleza al hombre. Este deja de verse como una realidad más, fundida en el ámbito de la physis. Se independiza de ella en la medida en que crea un mundo aparte, el de la cultura humana (nomos). El hombre, por tanto, quiere decir aquí la cultura humana entendida como aquello que no es naturaleza y que se organiza y estructura en el marco de la sociedad. La educación, la transmisión de la cultura, adquiere con esto una importancia Sigue leyendo →